Revista Viajes

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

Por Jmbigas @jmbigas
Recientemente, un viajero amigo (MEKIII, Julio) publicó un Diario de Viaje estremecedor, sobre el pueblo viejo de Belchite, al que tituló "Olvido". Lo acompañó de numerosas fotografías y de versos del inolvidable Labordeta. Me picó la curiosidad, y me anoté el lugar en mi agenda de lugares a visitar.

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

El Arco de la Villa, la puerta de entrada a las ruinas
del Pueblo Viejo de Belchite.
(JMBigas, Julio 2012)

En la segunda semana de Julio dediqué unos días a un viaje de turismo de interior, con fines vagamente vinícolas, por tierras de Aragón y Navarra. El miércoles por la mañana salí de Tarazona, muy cerquita del Moncayo y de la zona vinícola de Campo de Borja, con destino hacia Cariñena. De todo ello ya os contaré próximamente algunas cosas. En lugar de tomar el camino directo, preferí dar un rodeo por Zaragoza capital, y acercarme hasta Belchite, para ver con mis propios ojos lo que tan bien había descrito Julio. Recorrí todo el periférico de Zaragoza, en dirección hacia Barcelona. Pasado Alfajarín, encontré el desvío hacia Belchite. Los primeros kilómetros la carretera es una suntuosa autovía (la ARA-1) de tráfico muy escaso, de las que han contribuido a traernos a la difícil situación económica que estamos atravesando. Pronto se disipa el espejismo, y hay que tomar la carretera A-222, de calzada única y dos carriles para la circulación, uno en cada sentido. Cerca de Fuentes de Ebro, desde la carretera se tiene una buena visibilidad de un tramo largo de la nueva línea ferroviaria del AVE Madrid-Barcelona. Paré donde pude, con la sana intención de poder fotografiar a un tren circulando por ese tramo. Se cumplió la Ley de Murphy. Tras quince minutos de espera a pleno Sol, tuve que desistir de mi intención (quiero suponer que pasaría un tren, si no dos, uno en cada sentido, dentro de los cinco minutos siguientes a mi partida). El resto de la carretera hasta Belchite (unos 35 kilómetros) es prácticamente una recta larga, rodeada de campos de cereal y algunos olivos, que solamente tiene que seguir las suaves ondulaciones del terreno.

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

Sin Comentarios
(JMBigas, Julio 2012)

Llegando al pueblo de Belchite (provincia de Zaragoza; pop. 1.636), aparqué en el centro, cerca de la Plaza del Ayuntamiento. Antes de enfrentarme a las ruinas tenía que reponer fuerzas, ya que el frugal desayuno en el hotel de Tarazona ya era sólo un vago recuerdo. Así, recuperé la tradición mediterránea del almuerzo (esmorsar) que consiste en un reconstituyente bocata. En el Bar Gavilán (un local bastante oscuro, con tres o cuatro mesitas en la calle y la música incesante de las tragaperras, activadas por algún que otro jubilado) me sirvieron un fenomenal (y enorme) bocadillo caliente de lomo con queso. Con un refresco y un café, acabé pagando 6€, más algunos comentarios sobre lo dañino que iba a ser la en ese momento sólo temida subida del IVA a la hostelería (hoy ya una realidad). Hice un par de fotografías del centro del Pueblo Nuevo (la plaza del Ayuntamiento, el campanario de una iglesia) y monté en el coche para acercarme al pueblo viejo, cuyas ruinas había visto en lontananza al acercarme a Belchite por la A-222. La verdad es que me dio un cierto pudor preguntar a alguien el camino para llegar hasta allí, y confié en mi buena suerte. Lo cierto es que me equivoqué la primera vez, y tuve que dar la vuelta cuando ya había salido del pueblo en dirección a Fuendetodos y Cariñena. En el segundo intento, llegué hasta las proximidades del llamado Arco de la Villa, que constituye la entrada a lo que fue el pueblo de Belchite hasta la Guerra Civil y que hoy no son más que un montón de ruinas abandonadas a su suerte.

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

Sin Comentarios
(JMBigas, Julio 2012)

La mayor destrucción del pueblo se produjo en el marco de una campaña del ejército republicano (1937), que los expertos califican de ridícula o absurda. Querían recuperar Zaragoza, pero la campaña acabó atrancándose en Belchite (a unos 45 km. de la capital) y cebándose en el pueblo y sus habitantes. El coste en vidas y en daños al patrimonio fue enorme. La destrucción se completó en la breve campaña por la que Belchite fue recuperado más tarde por el ejército franquista. Por una decisión, como mínimo discutible, de los vencedores, se decidió dejar al pueblo tal y como había quedado (y no reconstruirlo) y, por el contrario, diseñar y construir un pueblo nuevo para los habitantes que habían sobrevivido a los rigores de la guerra. Por supuesto, dicha construcción fue llevada a cabo principalmente por penados y prisioneros, como la mayoría de las grandes construcciones de los primeros tiempos del franquismo, tras ganar la Guerra Civil (si hacemos una excepción a la regla de que en una guerra civil sólo hay perdedores). El Pueblo Viejo se dejó tal y como quedó tras la contienda, en un intento de ilustrar con piedra machacada los Desastres de la Guerra (y, de paso, los desmanes del enemigo).

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

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(JMBigas, Julio 2012)

Finalmente, en 1964, todos los habitantes abandonaron el pueblo viejo y se trasladaron al de nueva planta. Desde entonces, nada de provecho han hecho los humanos con las ruinas. El paso del tiempo y el abandono, lógicamente, han ido acentuando la calamidad, provocando nuevos desprendimientos y profundizando la destrucción. Frente al Arco de la Villa existen hoy tres indicadores. El más grande identifica la zona como "Belchite (Pueblo Viejo) Ruinas Históricas". El segundo identifica al propio Arco de la Villa, y el tercero avisa a los visitantes sobre el peligro de desprendimientos. Aunque no lo dice explícitamente, se entiende muy bien que te están diciendo que, si quieres cruzar bajo el Arco y adentrarte en las ruinas, es bajo tu única responsabilidad. Era mediodía de un miércoles de Julio, y frente al Arco de la Villa había un único coche aparcado. Efectivamente, en todo mi recorrido por las ruinas, me crucé una vez con la pareja del coche, que estaban haciendo alguna fotografía y comentando la tristeza que da ver aquello de cerca. Este hecho ilustra la segunda muerte del Pueblo Viejo de Belchite: el Olvido. No tengo palabras para el resto de la visita. Resulta desolador y, a veces, hasta peligroso. Hice bastantes fotografías, que os brindo graciosamente. Podéis acceder a una colección de 37 fotografías, pinchando en la siguiente foto. Pero en todas, lo único que se me ocurre como Descripción es un lacónico Sin Comentarios.

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad


Aunque sólo fuera para que el pueblo viejo pudiera contribuir a evitar tener que repetir la historia, creo que valdría la pena poner en valor las ruinas, de alguna forma. Se me ocurren dos posibles maneras. La primera sería respetar las ruinas, adecentar y asegurar un poco el conjunto, para que no resultase peligroso para el visitante y definir un cierto itinerario de visita segura, con paneles explicativos de lo que fueron los diversos edificios de los que sólo quedan algunas paredes en pie. La segunda manera supondría terminar la destrucción de lo que queda del pueblo viejo y convertirlo en un Parque Urbano dedicado a los muertos en todas las guerras. En él se podría construir un Museo dedicado a los Desastres de la Guerra y al Belchite que fue, antes de ser arrasado por ellos. En ambos casos se debería cobrar alguna cantidad (digamos 5€) como contribución a los gastos de conservación.

Belchite (Viejo), los restos de una calamidad

Sin Comentarios
(JMBigas, Julio 2012)

Claro que ese miércoles de Julio habrían recaudado 15€, que no da para muchas alegrías. Pero eso sería retomar el tema de las dificultades de desarrollar el Turismo de Interior, lo que ya he tratado recientemente. En resumen, creo que es injusto el olvido al que están sometidas esas ruinas, provocadas por mano humana (o por su extensión, las armas de los ejércitos). No me atrevo a recomendaros que planifiquéis una visita al pueblo viejo de Belchite. Pero si estáis por la zona, no dejéis de acudir y pasearos un rato entre tanta piedra machacada. A fin de cuentas, a mitad de camino entre Belchite y Cariñena, podéis visitar la Casa Natal de Goya en el pueblo de Fuendetodos. Vaya, Goya y sus Desastres de la Guerra... Será casualidad. O no. JMBA

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