La mujer debe liberarse del yugo de la Iglesia y del marido.
Introducción a una vida
Este pequeño texto aborda aspectos de la vida de Belén de Sárraga, pero su polifacética existencia nos sirve de excusa para tratar diversas cuestiones a las que nuestra biografiada no fue ajena: el feminismo, el anarco-socialismo, la masonería mixta, la militancia por los derechos humanos en Europa y América. Su amplia instrucción y cultura -era maestra y médica- y el ejercicio del periodismo la convirtieron en un referente ineludible en su época. Fue una notable conferenciante y viajera.
Belén de Sárraga nació el 10 de julio de 1873 en Valladolid, España. Se exilió en México, donde murió en 1951. Fue una mujer extraordinaria cuya vida y activismo desbordan todas las clasificaciones. Pertenece a ese nutrido grupo de mujeres libertarias que cabalgaron a medias entre el siglo XIX y el XX en pos de la emancipación y la igualdad de género, entre otros muchos aspectos sociales. Realizó giras de propaganda y prolongadas estancias en Iberoamérica.
En su juventud estudió magisterio y posteriormente se recibió de médica. Su padre, que era militar, republicano y masón, padeció el destierro durante el período monárquico y, de esta manera, la familia se trasladó a la todavía colonia española de Puerto Rico, volviendo a España pocos años después, donde Belén de Sárraga ingresa en la Universidad de Barcelona, obteniendo el título de médica ya mencionado.
Feminista, próxima al anarquismo y a los movimientos obreros, librepensadora y masona -perteneció a la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain-El Derecho Humano-, y militante política en España. Fue escritora, periodista y una conferenciante notable. Digna hija de una familia en cuyo seno se cultivaban ideales de una cultura propia de las izquierdas; ideales relacionados con el anticlericalismo, el humanismo y el racionalismo.
Sus poemas son lapidarios y crudos, fiel reflejo de sus ideas y militancia, como aquel titulado "La fe ha muerto".
Publica artículos en la prensa. Predica sus ideales en giras políticas, conferencias y actos públicos, reinvindicando las luchas feministas, republicanas y obreras. Fue una defensora acérrima de la libertad de conciencia y la libertad de instrucción. Persiguió objetivos pacifistas, antimilitaristas y democráticos. Duramente cuestionada por su clara hostilidad hacia la Iglesia, sufrió persecusiones y hasta atentados contra su vida. En 1904, por ejemplo, fue condenada a dos meses de prisión por el discurso pronunciado contra el general Polavieja -delegado de la Cruz Roja, de visita en Málaga y ex gobernador de Filipinas-, censurando al mismo por el fusilamiento del poeta, masón y héroe de la independencia de Filipinas José Rizal. En 1893, en un acto en Bilbao, intentaron envenenarla y durante un viaje en tren, apuñalarla, defendiéndose Belén de Sárraga, en este último caso, con revólver en mano.
Viajera infatigable, su fuerte compromiso político y social la lleva a recorrer en el período comprendido entre los primeros años del 1900 y 1933 países como Cuba, Uruguay, Chile, Argentina y Portugal, entre muchos otros, donde difunde las ideas de la igualdad, el laicismo y la defensa de los derechos de las mujeres. Declaraba que el clericalismo recortaba las libertades, anulaba la tolerancia y frenaba el laicismo.
Uruguay
En la primera década del siglo XX se radicó en Montevideo -Uruguay- sabiendo que podía desarrollar su trabajo libremente, debido a las políticas liberales del gobierno de José Batlle y Ordoñez a quien pocos años después le dedicaría su volumen de viajes El clericalismo en América. En 1907, poco antes de su llegada, y bajo el amparo de este mismo gobierno, se había sancionado la ley de divorcio vincular. Dirigió el diario El Liberal, donde publicaba artículos en defensa de los niños ilegítimos, de la educación laica y de la separación de la iglesia y el estado. También ejercía la docencia en diferentes escuelas laicas.
La Iglesia amenazaba con la pena de excomunión a los que asistieran a sus numerosas conferencias.
Se presentó en el Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina, donde ocupó dentro de la Comisión Organizadora Ejecutiva el cargo de vocal, al igual que en la comisión de Sociología. En la sesión previa al inicio del evento fue designada vicepresidenta honoraria primera. Este Congreso se llevó a cabo entre el 18 y el 23 de mayo de 1910 y estuvo organizado por militantes del Centro de Universitarias Argentinas, el Centro Socialista Femenino, el Centro Feminista y la Liga de Mujeres Librepensadoras. Varias de las participantes eran intelectuales, allegadas al socialismo y la masonería y tenían títulos universitarios, sobre todo en medicina y leyes.
Argentina. El Primer Congreso Femenino Internacional de 1910
El Congreso, en coincidencia con el centenario del país y celebrado a raíz del mismo, atrajo a numerosas expositoras extranjeras, aparte del nutrido contingente nacional, pero todas de elevado nivel, participando delegaciones de Chile, Perú, Uruguay, Paraguay, Italia, España y Francia. Los idiomas aceptados para el evento fueron: el Castellano, Francés, Italiano, Alemán, Inglés y Ruso, contándose con los traductores necesarios para el caso. Los objetivos a cumplir fueron enunciados en el artículo 2º de las Bases y Programa:
a) Establecer lazos de unión entre todas las mujeres del mundo.
b) Vincular las mujeres de todas las posiciones sociales a un pensamiento común: la educación e instrucción femeninas, la evolución de las ideas que fortifiquen su naturaleza física, eleven su pensamiento y su voluntad, en beneficio de la familia, para mejoramiento de la sociedad y perfeccionamiento de la raza.
c) Modificar prejuicios, tratando de mejorar la situación social de muchas mujeres, exponiendo su pensamiento y su labor para poner de manifiesto las diversas fases de la actividad femenil y arrancar las causales y efectos que determinan su influencia en el hogar, su condición de obrera, profesional, etc. y las soluciones de índole general, y particular que tiendan a mejorar su situación.
Las perspectivas y el enfoque general del Congreso fueron muy amplios para su época, mencionándose con frecuencia la necesaria reforma del Código Civil que, aclara Dora Barrancos, "desde 1869 sancionaba la incapacidad femenina colocándola en situación más grave que a menores e insanos". "Las feministas no discrepaban sobre la necesidad urgente de la equiparación de los sexos ante la ley civil y no eran pocas las voces que en la sociedad argentina acompañaban esta demanda. La sujeción de las mujeres al marido tenía su complemento en la imposibilidad de la disolución del vínculo conyugal. La ley de matrimonio civil de 1882 secularizó las formas del contrato matrimonial, pero impidió el divorcio vincular..."
En 1902, tanto el Partido Socialista, a través de su diputado en el parlamento Carlos Olivera y la Gran Logia de la Masonería Argentina, con su Gran Maestre Pablo Barrenechea a la cabeza, impulsaban la sanción de la ley de divorcio, visitando conjuntamente distintas ciudades del país en una feroz campaña. El intento fracasó por poco. Los uruguayos sentaron el precedente al aprobar la ley en 1907.
Dora Barrancos recoge algunas expresiones vertidas: "El Congreso Femenino Internacional hace votos para que en los distintos países del mundo se dicten leyes que igualen en derechos civiles y jurídicos al hombre y a la mujer". "Debemos pensar que con el divorcio habremos dado el primer paso hacia nuestra emancipación y elevación moral". "El Congreso Femenino Internacional declara que el divorcio es una ley de saneamiento moral dentro del matrimonio".
Otro tema de candente actualidad fue la cuestión del derecho a sufragio. Nuevamente Barrancos se hace eco de los diversos testimonios: "Pedimos el sufragio para ambos sexos porque consideramos que es una anomalía y una injusticia en los tiempos de evolución y de progreso en que vivimos". "El Congreso Femenino Internacional, considerando que la mujer es apta para ejercer sus derechos políticos y civiles, hace votos porque se le reconozca el derecho al sufragio". Este logro llegará recién en 1947.
Algunas de las conclusiones generales a las que se llegó, a través de la exposición de los trabajos, o que se emitieron bajo el consenso de las autoridades de las respectivas comisiones, como aspiración u objetivos a cumplir, fueron: con respecto a los huérfanos -que en aquella época eran destinados por los jueces de menores a casas de familia donde, especialmente las niñas, eran utilizadas como empleadas domésticas desde la edad de seis años por apenas alguna retribución-, el Congreso se pronunciaba "considerando que la dirección educativa de los huérfanos no corresponde generalmente a las necesidades ético-sociales, y considerando también la necesidad de que cada huérfana al terminar su educación, posea un arte o un oficio del que pueda recabar la propia independencia económica", y proponía "que se establezcan orfelinatos femeninos cuya orientación sea estrictamente científica, siguiendo las normas de la moderna pedagogía"; "que se centrifiquen los orfelinatos en las capitales, bajo la vigilancia del Estado, sin que se excluyan las iniciativas particulares"; "que se nombren comisiones de protección y ayuda entre las personalidades femeninas de particular competencia en hechos de actividad ético-sociales, con el fin de integrar la obra". Fuera de la Capital los huérfanos estaban totalmente abandonados.
A pedido de Belén de Sárraga el Congreso "aboga porque la enseñanza que se da a los huérfanos esté desprovista de toda tendencia sectaria". La Asamblea aprueba las siguientes peticiones: que se exoneren de impuestos los orfelinatos en los cuales el sostén y la educación de los huérfanos sea gratuita; que los huérfanos no sean objeto de explotación y que las herencias vacantes sean destinadas a la protección de la infancia abandonada.
Con respecto a la educación, el Congreso aprueba las siguiente conclusiones "considerando que la instrucción primaria es el mejor factor de progreso" y hace un llamamiento para que "los gobiernos pongan a su servicio todos los medios que sean necesarios, sin que nada ni ninguna consideración social o religiosa pueda distraer los recursos de que disponga el Estado". Se estima apropiado la creación de bibliotecas populares, "donde la mujer pueda encontrar libros que ensanchen su cultura".
Recupero opiniones, posturas y conclusiones vertidas sobre el tema educativo, entre otras, la "necesidad de que las democracias americanas se preparen en escuelas industriales o profesionales como base del progreso económico de los pueblos". El Congreso propicia que se fomente "la educación física femenina en las escuelas y se gestione la creación oficial de gimnasios y plazas de juego, así como la fundación de clubes femeninos tendientes al desarrollo de la educación física". Otra de las propuestas apunta a que en la enseñanza de la Historia "se dé especial preferencia a aquellas cosas que revelen las distintas fases evolutivas de los pueblos y las sociedades, más que a la narración de guerras y batallas". Se señala la necesidad de crear escuelas exclusivamente destinadas a los niños inmigrantes, para que aprendan la lengua del país.
El Congreso proclama "que el Estado debe desempeñar ampliamente la tutela que le corresponde (...) ante los niños (...) y el deber en que se encuentra de proveer a su mejoramiento e instrucción"; que "la Pedagogía moderna tenga en cuenta al sujeto y haga de modo que los métodos educativos se adapten al educando y no éstos a aquellos". Entre otros aspectos, que se instituya un refrigerio, servido entre las horas de clase y "dadas las condiciones fisiológicas de la mujer, se acuerde a las alumnas y maestras el derecho de faltar a clase dos días consecutivos por mes". Se reclama que "el Consejo Nacional de Educación de la Capital Federal de la República Argentina, haga efectiva la ley de multas para todos aquellos padres que no envíen sus hijos a la escuela, o habiéndolos inscripto lo hagan incurrir en frecuentes faltas no justificadas".
El Congreso reclama que se le inculque a los niños la enseñanza patriótica en las escuelas, sin que esto vaya en desmedro del conocimiento de otros países y culturas, ni que derive en sentimientos exclusivistas y de fanatismo. Reconoce que "las carreras comerciales y profesionales se van haciendo cada día más accesibles a las mujeres, y que para que obtengan los salarios o la remuneración más justa posible de su trabajo, es preciso que posean la instrucción técnica necesaria". Sostiene que la escuela no sólo debe ser la encargada de instruir al niño, "sino también la que se preocupe de formar su carácter y le prepare para la lucha por la vida". Otras proposiciones expresadas, como la de la Liga Nacional de Mujeres Librepensadoras, eran: Educación laica; educación mixta (coeducación); educación igual para ambos sexos y/o difusión de escuelas para adultos.
A través de la comisión de Sociología, donde especialmente Belén de Sárraga se muestra muy activa, el Congreso proclama que "todas las mujeres del mundo deben unirse para trabajar en favor de la paz universal, y para que el principio de arbitraje se aplique tanto a las cuestiones internacionales cuanto a las que pudieran ser motivo de desafío, influyendo principalmente para que la educación de los niños se oriente en ese sentido". Belén de Sárraga interviene y declara que en Europa existen asociaciones en favor de la paz universal y del arbitraje y que desea lo mismo para América.
Con respecto a las asociaciones de tipo benéfico, se propicia que "dejen en completa libertad la conciencia de sus protegidos, desde el punto de vista religioso". Belén de Sárraga solicita al Congreso que se declare contrario a toda institución que revista carácter caritativo, y aboga "por aquellas reformas que aseguren a la sociedad el disfrute integral de su existencia, por cuanto el derecho de nacer implica el derecho de vivir". Sugiere la sustitución de la palabra asilo en las discusiones por su triste connotación. Cerrado el debate, el Congreso exhorta a que se dicten leyes que regulen el trabajo del niño y que se cumplan las ya existentes. Que se promulguen leyes de protección a la infancia y se estimule a la creación de nuevas entidades protectoras. Luego, y nuevamente a pedido de Belén de Sárraga, el Congreso declara que "las casas de expósitos son un atentado a los derechos de la infancia, y a fin de obtener su supresión, el Congreso reclama para la mujer madre, sea o no esposa, el derecho a la consideración y a la ayuda social".
Una vez abordada la cuestión de la lucha de los sexos, se dictamina a favor de que se "desarrolle íntegramente en la mujer la personalidad humana. Para ello es necesario darle instrucción superior, independencia económica y un concepto más profundo del lugar que ocupa en la sociedad y en el hogar, como instrumento de progreso universal". Y "que se dignifique la condición actual de la mujer, tanto en su faz moral como económica, a fin de que la lucha de los sexos desaparezca en la vida futura colectiva". Aboga por la libertad de trabajo científico, artístico e industrial para elevar la dignidad de la mujer. Proclama la lucha anti-alcohólica. El Congreso expresa su voluntad de que se "mejoren las condiciones de las cárceles, a fin de hacer de ellas verdaderos sanatorios morales, con talleres escuela, etc. Y para que se creen inspecciones femeninas para las cárceles de mujeres". Pide la creación de agrupaciones que luchen contra la trata de blancas y que se dicten leyes contra el lenocinio. Se eleva una protesta contra los gobiernos que toleran, sostienen y/o explotan la prostitución femenina, constituyéndose este estigma, según las congresistas, en el mayor dolor y vergüenza de la mujer moderna.
El Congreso aprueba el rol de la mujer periodista para la difusión de las ideas. El uso de la propaganda en las escuelas y en los hogares contra los daños que ocasiona el tabaquismo. Sostiene que ninguna condición psíquica ni social hacen inepta a la mujer para que se dedique a las investigaciones científicas. Alienta a las mujeres estudiosas para que se ocupen de elaborar estadísticas de mortalidad y sobre las diversas enfermedades que las aquejan, según las ocupaciones a las que se dedican. Establece que las mujeres, sobre todo las madres y maestras, deben tener conocimientos sobre los síntomas y profilaxis de las enfermedades infecto-contagiosas. Se cuestionan los prejuicios surgidos a raíz de la vulgarización de los conocimientos para difundir el peligro que entrañan la sífilis, la tuberculosis, el tabaco y el alcohol. Se propicia la difusión de los primeros auxilios y para que se dicten leyes que igualen en derechos civiles y jurídicos al hombre y a la mujer.
Nuevamente la Liga Nacional de Mujeres Librepensadoras, de preponderante actuación en el evento, solicita que se aprueben los siguientes puntos:
1. Derechos políticos para la mujer argentina o naturalizada.
2. Igualdad de derechos civiles y jurídicos para ambos sexos.
3. Divorcio absoluto.
4. Derechos del menor y del niño.
El Congreso dictamina que la mujer es apta para ejercer sus derechos políticos y civiles y hace un llamamiento para que se le reconozca el derecho a sufragio. El Primer Congreso Femenino Internacional pide a "ambas Cámaras -senadores y diputados- la pronta sanción del proyecto de ley del divorcio por considerarla una ley de equilibrio social y de elevación moral de la mujer". Emite un saludo al país vecino de Uruguay por ser el primero en adoptar la ley de divorcio en Sudamérica. Sobresalen en esta discusión la ya mencionada Liga de Librepensadoras y el Centro Socialista Femenino de Buenos Aires. Belén de Sárraga toma la palabra y pide una declaración, según la cual "el divorcio es una ley de saneamiento moral dentro del matrimonio". La moción se aprueba de inmediato y se agrega que el Congreso aboga por el divorcio absoluto "siempre que en su reglamentación se pongan las limitaciones necesarias para que no degenere en abuso".
Por su parte el Centro Socialista Femenino de Buenos Aires propone:
1. Sufragio universal para ambos sexos.
2. Divorcio absoluto.
3. Ocho horas de trabajo para adultos y seis para niños hasta la edad de dieciséis años, con descanso continuo de 36 horas.
4. Asiento para las vendedoras de tiendas, talleres y fábricas.
5. Treinta y cuarenta días de descanso antes y después del parto con el goce de sueldo completo como medio de proteger la maternidad.
6. Educación obligatoria y laica para los niños de ambos sexos hasta la edad de catorce años; instrucción obligatoria en clases diurnas para los niños que trabajan en las fábricas y talleres, con el goce de su sueldo diario completo.
7. Inspección y vigilancia estricta para que se cumpla la ley que reglamenta el trabajo de los niños.
8. Fomentar las escuelas profesionales para mujeres, mejorar higiénicamente las existentes, y cuidar la educación estética de la mujer obrera.
El Congreso aprueba en su totalidad las conclusiones presentadas en el texto de la doctora Elvira Rawson de Dellepiane, titulado Modificaciones al Código Civil Argentino. Dice:
Art. 1º. La mujer, al contraer matrimonio, no perderá los derechos que la ley acuerda a los seres mayores de edad y con sus facultades mentales sanas.
Art. 2º. La madre podrá ejercer sobre sus hijos la misma autoridad y tutela que el padre (administración de bienes, etcétera).
Art. 3º. En todo caso será permitida la investigación de la paternidad.
Art. 4º. El padre o la madre natural que ejerza la patria potestad, tendrá la administración y el usufructo de los bienes de sus hijos, salvo los casos de excepción legal.
Art. 5º. La mujer casada podrá ejercer toda profesión lícita y tendrá la libre administración de los bienes que hubiere aportado al matrimonio, asi como de los que ganare con su industria o profesión.
Art. 6º. La mujer casada podrá vender, hipotecar, adquirir o donar los bienes que le pertenezcan, en las mismas condiciones que el hombre.
Art. 7º. Cuando se tratare de bienes comunes, o de gananciales no podrá disponer uno de ellos, de dichos bienes o gananciales, sin consentimiento expreso del otro.
Art. 8º. Cuando por convenio expreso, uno de los dos cónyuges asuma la administración del total de los bienes, estará obligado a informar al otro de la marcha de los negocios y la inversión de los fondos.
Art. 9º. La mujer, sin necesidad de autorización del marido podrá girar sobre sus haberes, tener libreta de banco y ser socia de sociedades cooperativas y de socorros mutuos.
Art. 10º. La mujer divorciada, en todos los casos, podrá disponer del total de sus bienes, comprendiendo en estos los que le corresponden como gananciales. Si hubiere hijos, se fijará la cuota -igual para ambos- con que deban concurrir a sufragar los gastos de manutención, vestuario, educación, etc.
Art. 11º. Mientras se substancia el divorcio, y una vez decretado este, si no hay causa infamante o excepción legal para la madre, los hijos deben quedar bajo su tutela. La mujer mayor de edad, soltera, viuda o casada podrá ser tutora.
Art. 12º. La mujer podrá ser testigo de los instrumentos públicos y de los testamentos, en las mismas condiciones que el hombre.
El Congreso Femenino Internacional alienta estas modificaciones en el Código Civil Argentino y en el de los países que estén en iguales condiciones.
Otras declaraciones aprobadas se refieren a la creación en distintos países de tribunales especiales para niños delincuentes, y en los cuales también se fomentaba la participación de la mujer. Otra proclama expresa un pedido para que los gobiernos adopten planes y leyes de retiro para los obreros.
He dejado para citar, por último, extractos de un texto llamado Periodismo Femenino, presentado en el Congreso por María F. Caminos, y que se amolda a la notable y polifacética figura de Belén de Sárraga, como una de las mayores cultoras del género que estaban presentes en aquel evento. El trabajo explicitaba:
1. La difusión del periodismo femenino es una necesidad imperiosa como medio de propagar la educación de la mujer y la Causa del feminismo.
2. El periódico femenino debe tener un carácter eminentemente liberal, combatiendo los prejuicios y convencionalismos arcaicos.
3. Su programa abarcará los temas más importantes de la educación, sociología, derecho, ciencias, arte, literatura e industrias.
4. El periódico feminista debe apartarse absolutamente de toda idea sectaria.
5. Uno de los principales fines del periodismo feminista será la propaganda de la escuela laica y racionalista, de acuerdo con la ciencia moderna.
6. El periódico femenino encarnará los ideales de la Humanidad, suplantando las raquíticas ideas localistas.
7. Las colaboraciones feministas publicadas aisladamente en cualquier diario o revista son también eficaces para la causa de la educación.
8. Propongo al Honorable Congreso Femenino la fundación de un periódico o revista que sea el pedestal de su grandiosa obra.
El Congreso aprueba y dictamina que "vería con agrado que las mujeres instruidas se dedicasen al periodismo como medio de difundir las ideas en una esfera más amplia".
Otra ponente sostiene: "La evolución de la idea feminista, o sea el feminismo avanzado, como todos los grandes y trascendentales acontecimientos de la humanidad, exige una marcha ordenada y paulatina", y luego propone:
1. Apoyamos la idea que hace de la mujer un ser consciente, racional, instruido y culto. Somos partidarios de la educación sólida, moral e intelectual de la mujer, hasta que obtenga una profesión con la que pueda bastarse a sí misma. Aplaudimos a la mujer en el periodismo y en todas aquellas profesiones que tiendan a levantar su espíritu, sin la potestad del hombre y por lo tanto, pensamos que debe prepararse su mentalidad con ideas filosóficas de sana moral que le den conciencia plena de sus actos y de los austeros deberes que debe llenar.
2. No deseamos lucha entre los sexos, pero pedimos que se respete a la mujer en sus ideas y derechos siempre que se inspiren como corresponden en la verdad y la justicia.
3. Anhelamos la preparación y educación de la mujer con la mayor amplitud, porque ella es la encargada de formar el corazón de la sociedad, por lo tanto, queremos que caiga de sus ojos la venda de la ignorancia, de lo fútil, de lo trivial y vea sin sombras la luz de la verdad y se posesione del alto ministerio que debe desempeñar.
Pensamos que se debe trabajar asiduamente por llenar este objeto primordial y suficientemente preparada, entonces, la mujer, habrá llegado el momento de su completa emancipación.
Opinamos que para esto y el ejercicio de los derechos políticos, no está por el momento preparada la mujer argentina, porque la inmensa mayoría carece hasta de las primeras nociones del saber.
Anhelamos una liga de mujeres para velar por ella, por su engrandecimiento y perfeccionamiento, en el caso de contar con un apoyo, con un baluarte donde se estrelle el abuso y el autoritarismo del sexo fuerte, una protección o amparo que la libre del vicio y que le enseñe el camino del honor y la virtud en todas sus grandiosas manifestaciones.
4. Por todas las consideraciones expuestas, opino por la unión y la solidaridad de todas las mujeres, por su educación y preparación, porque se las instruya dando conferencias que vayan a iluminar su cerebro y a levantar su espíritu y por todo aquello, en fin, que tienda a mejorar su situación moral, material e intelectual.
La conexión masónica
En 1916, al quedar constituida la Federación Argentina de El Derecho Humano, Belén de Sárraga ocupó la vicepresidencia de dicho cuerpo ostentando el grado 33º y llegó a presidirlo por un breve período. Se convertirá entonces en la mujer masón o masona más importante de la región, no solo de los siglos precedentes, sino hasta bien entrado el siglo XX.
Otra mujer miembro del Consejo fue Teresa de Barani, grado 18º.
Los otros integrantes del Consejo Nacional eran: Gran Presidente y Representante del Supremo Consejo, el Ilustre y Poderoso Hermano Luis P. Pascal, 33º, también miembro del Supremo Consejo Universal Mixto. Gran Secretario General, el Ilustre y Poderoso Hermano Julio R. Montenegro, 33º. Gran Tesorero, el Ilustre y Poderoso Hermano Francisco Dondero, 33º.
Seguían: el Ilustre y Poderoso Hermano Juan Risso Peacock, 33º, y los Ilustres Hermanos Blas Arias Morán, Pedro T. Rodigou y Francisco Giménez, todos grado 30º.
La Patente Constitutiva fue expedida por el Supremo Consejo con fecha del 20 de agosto de 1916 y firmada por la Gran Maestra Presidente Hermana Marie Bonnevial, 33º.
Enseguida la Orden se extiende a Chile, Brasil y México, y todavía se conserva un ejemplar de la primera edición de 1917 de los Reglamentos de la Federación Argentina.
A principios de 1940, y con respecto al panorama presentado por la Orden en aquella época, Sara Fistel Sinay sostenía en la revista masónica argentina "El Nivel":
"(...) El Oriente del Derecho Humano, fundado hace muchos años y que contaba con más de mil Logias diseminadas en todos los países del mundo, admite en su seno a la mujer en la misma forma y con los mismos requisitos e iguales derechos y deberes que al hombre.
La Orden Masónica Mixta Internacional del Derecho Humano pertenece al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y puede decirse que la mitad de sus componentes son mujeres, en su mayoría esposas, madres, hermanas y hasta hijas de masones.
Es inútil pretender cerrar los ojos a los hechos, pues ya no puede evitarse lo que es una conquista definitiva de los tiempos modernos. La Masonería no puede quedar atrás cuando su misión histórica es ir a la vanguardia.
Es hora que la América, que por su tradición de libertad y democracia, que le permitieron romper los viejos moldes heredados del pasado, lleve a los próximos Conventos Masónicos el reconocimiento de la emancipación de la mujer y, por consiguiente, su derecho de nutrir con su presencia las filas de la Masonería.
Pero mientras tanto, nada impide ni nada se opone a que por un sentimiento de cortesía se abran las puertas de los Templos a los miembros femeninos pertenecientes a la Orden Masónica Mixta Internacional, en ocasión de las grandes solemnidades de Iniciación, Exaltación, Instalación de autoridades, banquetes, etc. (...).
De todas las Logias y todos los Orientes, deben partir estos deseos de reciprocidad entre las diversas Órdenes Masónicas, que en realidad debieran formar una sola Fraternidad, ya que sus fines y propósitos son idénticos.
Sirvan estas líneas como toque de alerta, que inicie la fraternal campaña en América, mientras las puertas del Derecho Humano siguen siempre abiertas para todos los masones, cualquiera sea su Rito, Oriente y grado, con la sola condición de que pertenezcan a un Oriente regular activo".
El documento procede de la Constitución y Reglamentos de la Federación Argentina de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano. Primera edición original de 1917.
Chile
En 1913 dicta una serie de conferencias sobre laicismo y libre pensamiento en Chile. Bajo su inspiración se crean en distintos puntos del país, la Liga de Mujeres Librepensadoras, el Centro Femenino Anticlerical y otros.
Las conferencias pronunciadas fueron: Trayectorias humanas; La mujer como entidad social; La familia; La moral; Los pueblos y las congregaciones religiosas; El problema de la educación; El jesuitismo y el porvenir de América; El clericalismo y la democracia; La iglesia y el trabajo.
En los periódicos, Belén de Sárraga publicó, entre otros artículos: La mujer como entidad social; La mujer despierta; La mujer en acción.
En 1915 visita nuevamente Chile. Se presenta en varias ciudades y en un Centro Anticlerical, un evento que ocasiona gran revuelo y rechazo de los sectores clericales y conservadores de la ciudad. Sus conferencias en esta ocasión son: El problema de América; La iglesia en la política; Jesús y sus ministros y La guerra y la religión; Las cruzadas del purgatorio; La razón frente al dogma y Sacerdocio del magisterio.
Visita también las islas del Estrecho de Magallanes donde constata y denuncia el maltrato que padecen los indígenas a manos de los misioneros católicos.
América y el clericalismo. Libro de viajes y textos seleccionados
En 1915 se publica en Lisboa El clericalismo en América, a través de un continente, que refleja las experiencias de sus visitas a México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Perú, Argentina y Chile.
El volumen se erige en fiel testimonio de sus ideas, que involucran dos aspectos bien definidos: la emancipación/opresión de la mujer y la crítica extrema al clero y la Iglesia Católica. Sin desestimar por ello otros aspectos notorios que marcaron su vida, su inclaudicable postura librepensadora, su militancia masónica y el interés en la niñez, la juventud, los derechos humanos, la educación y los movimientos obreros. El volumen refleja su oficio periodístico, destacándose como magnífica cronista de una época de efervescencia y cambios sociales.
El siglo XIX vivirá el auge de la Segunda Revolución Industrial y el proceso por el cual se llegará a nuevos descubrimientos, inventos y la creciente aplicación de los mismos en la vida cotidiana.
Aparte del avance tecnológico volcado al bienestar social que se va gestando ciertamente durante los últimos decenios del siglo XIX y los primeros del XX, la Masonería alcanzó a nivel global uno de sus mejores períodos en cuanto a expansión y plenitud operativa y de influencia social, obteniendo incuestionables logros.
Coincide la gira continental de Belén de Sárraga -previa al inicio de la Primera Gran Guerra Mundial-, con algunas anexiones coloniales de Estados Unidos en América Central y las islas del Caribe. Se suceden así sus impresiones envueltas en esta atmósfera de tensión. Algunos de los temas tratados en el libro son: la colonización de América por las potencias extranjeras; la Iglesia y la política; el clero y la mujer; la Iglesia y la emancipación americana; la educación del Estado; la Iglesia y la educación; la Masonería; los Jesuitas; las fuerzas obreras; el mercantilismo religioso; el clericalismo y la delincuencia; Estados Unidos y su zona de influencia; etc.
Su crítica a la colonización de América, por ejemplo, y a la participación de la Iglesia, es despiadada: "La época de su descubrimiento fue también la del absolutismo y la teocracia europeos. La feroz edad media con sus monjes-soldados y sus condes salteadores (...) y sus obispos de horca y cuchillo (...) y sus mujeres supersticiosas y sus señoríos bárbaros" (...).
"Y afirmó (Europa) su moral prodigando los hijos bastardos, no pudo dar al siglo xv, en su agonía, si no una ética invertida, un derecho de fuerza y un criterio supersticioso".
"Y los hijos de aquellos que, en pos de Colón, marcharon hacia las nuevas tierras, ansiosos del vellocino de oro, no llevaron como bagaje para la obra civilizadora, sino aquello que su época les daba: una audacia guerrera, ayuna de cultura, y una fe religiosa desprovista de sentido moral".
"Ella (la Iglesia) no toleraba la civilización sino a trueque de ser católica; y el trono español, siervo incondicional del papado por cuyos intereses sacrificó los de la Península, fue a imponer a las tribus, por el hierro y el fuego, la cultura católica. ¿Era esta moralmente superior a la indígena? Veamos: Las tribus guerreaban entre sí por un pedazo de tierra; los católicos peleaban, hasta despedazarse, por la elección de un papa, por la reliquia de un santo, por dirimir si era un rey o un pontífice quien debía investir a un obispo. En la punta de sus lanzas colocaban los indios vencedores las cabezas de los vencidos; los católicos franceses, cortaban (...) cabezas (...) y lo noticiaban al Papa, que con tal motivo hacía fiestas y acuñaba medallas. Al conocer la matanza de hugonotes, hecha por los católicos la noche de San Bartolomé, el papa Gregorio XIII, ordenó festejos en Roma e hizo acuñar una medalla con su busto en un lado y en el otro un ángel exterminador" (...) con una triunfal inscripción". "Los llamados cristianos, se han despedazado entre sí lo menos cristianamente posible".
"Ciertamente fueron culpas del tiempo, pero fueron. Negarlo sería obscurecer la verdad. Fue, en efecto, la época quien dictó esos horrores, pero esa época perteneció por entero a una doctrina. La iglesia romana la formó, presidió sus instituciones, inspiró sus sentimientos, gobernó su justicia y dirigió su moral. No se movió el brazo de un hombre sin que su confesor lo permitiera. No se dio una pragmática real en disconformidad con el papado. ¿A quién cabe, por tanto, la responsabilidad del delito, sino a la institución que poseía la conciencia del individuo y pudiendo glorificarla, por la piedad, prefirió indignificarla, por las crueldades ?"
"Roma, con sus turbas de frailes, dirigió la conquista. Necesitaba riquezas y a las tribus americanas se arrancaron; necesitaba siervos, y la catequización, por la violencia, se las dio. España, súbdita espiritual suya, veló por sus intereses en América; y por eso, si no dio a los aborígenes una cultura de que ella carecía, les legó, en cambio, dos enfermedades endémicas: la tiranía política y la mentira religiosa".
"No se trataba de moralizar ni de catequizar, sino de someter. Para esto era más conveniente utilizar los fanatismos que destruirlos. América pagaría, más tarde, muy caros estos fanatismos, al aplicarlos a su política, pero en cambio la iglesia, debía, con ellos, asegurar su triunfo".
Con respecto al uso político que hizo Constantino -patrocinador del Concilio de Nicea- del cristianismo, para cohesionar internamente un imperio en decadencia, y lo que esto significó como legado para Europa, dice: "Y así el cristianismo sin divinidades antropomorfas, sin altares idólatras ni sacerdotes consagrados, pudo, en tres siglos de existencia, crear un tesoro de espiritualismo legado a subsiguientes siglos. Aprovechando aquel inagotable tesoro, que debía sustentar las almas en las terribles luchas que agitaran más tarde la Europa, pudo restablecerse el sacerdocio; pudo instaurarse el papado y nacer, por el ayuntamiento egoísta del imperio y la iglesia, ese engendro monstruoso que se llama el catolicismo romano".
"(...) Y cuando en las épocas bárbaras que acompañaron a la formación de las nacionalidades europeas, el poético evangelio cristiano se transformaba en el dogma duro y despiadado que expiaba en la confesión, maldecía en la encíclica y quemaba en la plaza pública".
"Por tal motivo, Europa ha llegado hasta nuestros días llevando sobre sí el tosco fardo de sus tradiciones religiosas. Sacrificada políticamente a las ambiciones de las dinastías; agotada económicamente por los desenfrenos del cetro y la tiara; anulada intelectualmente durante un lapso de siglos, en que la amenaza del santo oficio detuvo los vuelos del pensamiento, ella se asió a la fe, como último refugio de sus ilusiones, y la mantuvo a despecho de la realidad científica".
Sobre los Jesuitas y su accionar evangelizador y la postura del clero en los movimientos de emancipación, señala que en las misiones jesuíticas se les enseñaba a los indios "el catecismo y la agricultura, ambas cosas muy útiles para seguir enriqueciendo aquel «Campo de Dios». Los moralizaban también; he aquí como: La santificación de las fiestas se hacía aprendiendo el manejo de las armas de fuego. Una fábrica de cañones llegó a tener allí la Compañía, con la cual y por unas reales cédulas expedidas por Felipe IV dispusieron las misiones de un verdadero ejército. Tal fue el resultado de las misiones. En ellas no se civilizó, se explotó al indio atrayéndole con espejismos de bondad y sugestionándole con ceremomonias religiosas que él tomaba por cosas sobrenaturales. Cuando expulsados los jesuítas, la sugestión faltó; los indios volvieron a su vida salvaje llevando a ella las artes guerreras aprendidas en las misiones. Si antes solo sabían matar con su arco, ahora mataban con el arcabuz y el cañón".
"El sacerdocio, salvo excepciones, puso todo su empeño en detener el movimiento emancipador".
La Iglesia "no podía sino ser enemiga de todo aquello que tendiere a abolir la servidumbre dictada por voluntad papal. En las luchas por su independencia, los pueblos americanos, que contaron con las simpatías del liberalismo europeo, tuvieron en el sacerdote un enconado adversario. Las prédicas contra los rebeldes a la legítima soberanía de Fernando VII, se alzaron en todos los templos; las excomuniones contra los insurgentes se lanzaron desde todos los púlpitos. El misterio del claustro sirvió entonces para fraguar contrarrevoluciones; la rejilla confesional facilitó el espionaje".
Se explaya sobre la influencia que el clero ejerce sobre la mujer de su tiempo, pretendiendo a través de esta hacer extensiva esa influencia a la educación y a la sociedad toda: "Las mujeres, que temen al ridículo como a uno de los pecados capitales, son las más empeñadas en huir del peligro. Sin reflexionar nunca, sin querer escuchar, siquiera, si es bueno o malo, falso o verdadero el catolicismo, lo practican. Asisten a las fiestas solemnes, oyen misa en el templo de moda y figuran, "por no hacer mal papel", en alguna congregación de damas, que preside el obispo. Esto suele imponer sacrificios: hay kermesses y cuestaciones a diario para erección de altares, fundaciones piadosas, ofrendas al Papa".
"Una circunstancia favorece a la iglesia: el mayor número de profesoras que de profesores existentes en las escuelas primarias de casi toda América. Esto, que es plausible, porque revela un progreso en la cultura de la mujer y su inclinación a conquistar independencia económica, viene por el momento, dada la atávica religiosidad femenina, a proteger las tentativas clericales" (...) "Colocando altares en cada una de las aulas y llevando procesionalmente sus alumnas a las fiestas litúrgicas".
"Los colegios congregacionistas acaparan las inteligencias infantiles; las escuelas dominicales y nocturnas, al obrero".
"Generalmente las recaudaciones van a manos de clérigos que las emplean en fundar asilos y en sostener escuelas gratuitas, las cuales, funcionando, obligan la gratitud del pobre. De este modo ha podido extenderse por toda América, esa red de edificios clericales dedicados a la enseñanza".
"¿Cuáles son sus planes? Combatir la enseñanza laica, a que se inclinan los Estados, anulando los esfuerzos de la escuela oficial. ¿Cuáles sus fines? Impedir la robustez del carácter americano, apoderándose del porvenir, por el niño".
Por otro lado, Belén de Sárraga destaca el progreso que algunos gobiernos han logrado: "El gobierno de Batlle y Ordóñez, en el Uruguay, lejos de permitir licencias a la iglesia la ha mantenido a raya; impidiéndole toda extralimitación en sus funciones y ejerciendo una extrema vigilancia sobre la escuela pública y privada".
"La instrucción, obligatoria y gratuita y las clases nocturnas para obreros, han hecho frente al analfabetismo".
Resulta "evidente la tendencia general de los pueblos americanos a obtener el mayor grado posible de cultura, por el fomento de la enseñanza del Estado".
Con respecto al naciente colonialismo de Estados Unidos y sus lazos con la Iglesia y el espíritu religioso, apunta: "La laicidad perfecta no se realiza en ninguna parte de los Estados Unidos. Los norteamericanos, empachados de Biblia y catecismo, no han conquistado, sin embargo, la superioridad moral a que aspira la especie. Todos sus actos tienden a beneficiar el «yo». Para eso se trabaja y se piensa. Estos casos de «practicismo» que alguien llamaría de inhumanidad, no demuestran la condición ingénita de una raza; mas sí las consecuencias de ese egoísmo del «yo» individual, o su derivado, el «yo» nacional, que se cultiva en la escuela de la América sajona".
"Sabido es que en México, como en Centro América y Antillas, la política norteamericana ha consistido en acechar las discordias internas para intervenir a título de humanitarismo. Tampoco es ignorado lo caro que estos oficios pacifistas cuestan a los países que los sufren: Panamá, Nicaragua, Santo Domingo, Cuba y el mismo México, conocen esto por experiencia propia".
"El cardenal Gibbons ha expresado esto mismo en una interviú celebrada ha poco más de un año con un periodista americano : «Los Estados Unidos —dijo— poseen actualmente más de diez y seis millones de católicos; número que no deja de crecer cada día" (...) "No existe en el país una sola secta protestante cuyos miembros sean tan numerosos como los fieles de la iglesia católica»".
"En cuanto a la influencia religiosa en los grandes partidos políticos, he aquí como se expresa el citado cardenal: — «Jamás un candidato conseguiría hacerse elegir presidente de la República Norteamericana si se declarase ateo o afectase personalmente la menor indiferencia religiosa». Siendo esto así, habría que considerar al pueblo norteamericano muy inferior, en cuanto a tolerancia, a los pueblos de la mayoría de las Repúblicas latino-americanas, y aún a los de algunos países de Europa; ya que en todos ellos, salvo los grupos católicos, nadie se asusta por el descreimiento de un jefe de Estado. Se comprende que así preparados dispongan de medios para decidir una elección. «Por eso —dice «La Crónica», diario norteamericano— ni Roosevelt, ni Wilson, ni Taft, se atreven a desconocer su poder»".
"En la prensa católica he leído que cuando Roosevelt hacía su campaña electoral en la diócesis de Cheyene, encontrándose en una ciudad donde también se hallaba incidentalmente el obispo, y no viéndole en la reunión que iba a celebrase, hizo que fuesen a invitarle en su nombre, esperando, todo el tiempo que el prelado tardó en llegar, para empezar su discurso".
"Gibbons por su parte, declara que en Baltimore, bajo su presidencia, se reunió la convención demócrata para proclamar la candidatura de Wilson. Cuando se celebró con gran pompa el 52º aniversario de la ordenación sacerdotal de este prelado, asistieron personalmente al acto Roosevelt, Taft, el vicepresidente de la República, el presidente de la cámara de diputados, el juez de la suprema corte y muchos diputados de ambos partidos".
Dictamina sin ambages: "Donde está el sacerdote, hay una Bolsa. En ella se cotizan pasiones; se negocia con los vicios y con las virtudes; se hacen transacciones con el delito y contratos con la vanidad; se especula con la miseria y se trafica con el remordimiento".
Sobre la política y la Iglesia, declara: "La política es una forma de acción para la iglesia. Sus hombres de lucha están en los partidos conservadores y católicos; sus «tácticos» en los conventos y en los arzobispados; su carne de voto en las asociaciones religiosas de beneficencia. La caridad es para ella «un medio»; la limosna, papeleta de enganche; la miseria, campo abierto para la interminable leva. El catolicismo posee, entre las asociaciones mundanas, una organización civil. Hace campañas presidenciales, vota en las elecciones, lleva sus candidatos triunfantes a las cámaras legislativas, a las municipales y a los ministerios. Tiene vigías en los puestos públicos, agentes en los hogares y servidores en la prensa".
"No siendo ya el poder civil el brazo secular de la iglesia, y no pudiendo ya esta intervenir directamente en la confección y aplicación de las leyes, necesitaba organismos seglares que la sirviesen, influyendo en la marcha política. El rutinarismo se los proporcionó en abundancia. Las asociaciones de obreros católicos, con sedes en sacristías y conventos, son el producto de esa rutina popular obligada además por causas de que hablaré más tarde. Por ellas el clericalismo tiene pueblo, hoy que el pueblo representa opinión; tiene organismos, con personalidad civil, que firman peticiones y protestas, gritan, se manifiestan, aplauden o silban, según las necesidades del momento".
"Es cosa decidida. Bajo la protectora sombra del árbol eclesiástico se acomoda una familia más. Los hijos, al asilo, a dar brazos gratuitos para las industrias monásticas; la madre, a servir de comparsa en procesiones y otros actos místicos; el padre al centro católico de obreros, a aumentar las anónimas cifras de la opinión sinceramente religiosa; a ser «masa» en los comicios; a servir, con el escapulario al cuello, de reclamo para el ejército ilota que bautizara León XIII con el pomposo nombre de socialismo cristiano". León XIII "fundó su célebre socialismo católico, ridícula parodia de las doctrinas marxistas, tendiente a mantener al obrero bajo la influencia eclesiástica" (...).
"Por las páginas anteriores puede advertirse que los pueblos americanos marchan en contradicción consigo mismos. No creen y practican; desdeñan la iglesia y la mantienen; no estiman al sacerdote y le sustentan; odian al monje y le enriquecen".
Vuelve una y otra vez al tema del sometimiento de la mujer: "La valiosa y codiciada presa que llegó al cristianismo atraída por el encanto de su espiritualidad, cayó más tarde, impelida por desdenes sociales, en las garras del fetichismo católico; y menos venturosa que el hombre, a cuya evolución intelectual concurrieron, las aventuras de su vida de lucha, ella, prisionera del pre-concepto, se estacionó en la vida, redujo sus aspiraciones a un ensueño de misticismo, y así, imposibilitada para la acción cerebral, tornándose inútil para la obra educadora, dejó su misión en el mundo sin solución de continuidad. Por eso el clericalismo usa de la mujer como el aventurero de un arma. Ella es la que le escuda contra las avanzadas liberales, la que le impone en los pueblos y le mantiene entre las democracias. Por la mujer, el culto se perpetúa en el hogar; por este impera en las costumbres, y por ellas resiste a las innovaciones de la ley".
"Antiguamente la iglesia tuvo su brazo secular en los terribles familiares del «Santo Oficio»: hoy lo tiene en la voluntad femenina. «Lo que la mujer quiere, Dios lo quiere», dice un viejo proverbio sintetizando así la soberanía femenina. Y en efecto ¿qué pedirá ella en vano cuando pone en campaña su ejército de seducciones?"
"Se ha discutido mucho sobre la inferioridad mental de la mujer, olvidando, los que tal afirman, que, según leyes conocidas «todo órgano que no funciona se atrofia». Hasta hace poco vivió la mujer excluida de todo centro científico. ¿Por qué se le reclama hoy lo que muchos siglos de esclavitud le arrebataron? Nadie ha demostrado todavía que carezca de aptitudes para la labor intelectual. No es una inferior; es, sencillamente, una enferma, que tiene derecho a ser curada".
"Las comisiones de damas son, a la iglesia, lo que los zapadores al ejército: van en las avanzadas y cavan en las tierras sociales para hacer más seguros los reductos del clericalismo. La iglesia sabe bien que las vanidades sostienen el moderno fervor, y es precisamente en esa religión mundana que funda ella su inmenso poderío". "«Lo extraño es —respondió una señora — que se invoquen con tanto calor los derechos religiosos de la mujer cuando se le niegan sistemáticamente los políticos y aún algunos civiles. Vivimos en minoría perpetua, situación muy poco favorable a propósito para que nuestro sexo pueda emanciparse de viejos errores; y cuando se nos vedan los medios de extirparlos, se nos concede, en cambio, la libertad de mantenerlos y aún de transmitirlos de una a otra generación".
"No hay que olvidar la peligrosa sugestión ejercida en el confesonario, ante el cual la penitente debe desnudar su alma para que el sacerdote la examine. De esto a la entrega de la voluntad no hay más que un paso; porque la voluntad es potencia del alma y el alma pertenece a Dios, y Dios dispone de ella por conducto de sus ministros. ¿No es esto incuestionable, según la iglesia? Y si la mujer influye sobre los actos del hombre por la fuerza de los sentimientos, y el sacerdote dispone por su parte de la voluntad de la mujer, ¿quién conserva, en sus manos, los hilos conductores de la sociedad? ¿Cómo obtener esta emancipación mientras la mujer que es la madre, y el niño que es el hombre futuro, permanezcan bajo la influencia de una labor educativa que proclama como virtud el enajenamiento de le voluntad?"
"Las palabras que se atribuyen a León XIII: —«Mientras tengamos a la mujer y al niño, somos invencibles.» Afirmación exacta y a la que responde el lema adoptado ya ha tiempo por el librepensamiento universal: «Ni un centavo al culto ; ni una mujer ni un niño bajo el dominio del clérigo.»"
Sus temas, como hemos visto, son recurrentes y asumen un tono panfletario, propio del activismo propagandístico: "La protesta contra la iglesia, ¿no ha salido del seno de la iglesia misma? Lógico era que así sucediese, ya que los medios de desarrollo intelectual, en la edad media, se acumularon en los monasterios. Recuérdese que las obras clásicas que no fueron destruidas se almacenaron en las bibliotecas conventuales, pretendiendo evitar así la propagación de los principios filosóficos o científicos que contenían".
"Pero que esta labor y esta gloria pertenecen por entero al individuo y no a la institución religiosa, pruébalo el que cuando esta vio la luz científica, que ella había ocultado bajo el celemín, salir al mundo pregonada por labios monacales, selló esos labios por mano del verdugo de la iglesia".
"Lectores que me acompañasteis a través de las páginas de este libro; los que buscasteis, como yo he buscado en las tierras americanas los frutos de la acción eclesiástica; los que habéis observado su influencia tendiéndose como invisible cerco desde el templo al hogar, desde el hogar a la escuela, desde la escuela al Estado y desde el Estado al pueblo; los que habéis visto al clérigo gobernar de hecho y sin derecho, interviniendo en la política, imponiéndose a los poderes y contraviniendo las leyes; los que habéis sorprendido en el monje la triste herencia de la degeneración eclesiástica: los instintos de Alejandro VI, la astucia de Bonifacio VIII, las ambiciones de Gregorio VII y la insaciable codicia de Juan XXII; los que habéis encontrado al clericalismo interviniendo en motines, asonadas, revueltas, cuartelazos y revoluciones; los que habéis comprobado, los efectos del fanatismo católico en asesinatos políticos, linchamientos y atentados feroces; los que aún no alvidásteis la historia de aquellos galeones en los cuales enviaban los jesuitas a las arcas de su orden el oro, extraído por el aborigen; los que sabéis de esos tesoros que hoy se acumulan en las arcas de San Pedro arrancados al comercio, a la industria y a la agricultura de América; los que habéis visto y veis, en fin, a esa iglesia regular, secular, militante, triunfante, lega, sacerdotal, mongil, episcopal, cardenalicia y pontificia, cernerse sobre América como siniestra nube de desdichas, flagelándola y esclavizándola primero, fanatizándola y dividiéndola después, burlándola y explotándola siempre, ¿aceptaréis la frase hecha de que el peligro clerical no existe?".
"Cuando los pueblos de Europa se independizaron, fundando sus nacionalidades, creyéronse libres de la servidumbre. Olvidaban que el Poder Temporal estaba en pie. La mano del papado fue para ellos más dura que lo fuera jamás la del imperio. Cuando Francia proclamaba (...) los derechos del hombre, creyó salvar la libertad suprimiendo la aristocracia. Olvidaba la clerecía. Esta, vengó a Luis XVI con los horrores de la Vendée; hizo triunfar dos veces el imperio, y, cuando el desastre del Sedán restauraba definitivamente la República, preparó el affaire Dreyfus que estuvo a punto de destruirla otra vez (...) El delito de lesa patria atribuido a Dreyfus, de origen israelita, sirvió para fomentar una campaña contra los judíos presentados como enemigos de Francia y contra la República que los toleraba. Con ello se obtuvo una reacción popular a favor del catolicismo y del partido monárquico. Como se sabe, Zola salvó la República poniendo al descubierto la trama clerical".
"«El problema del siglo, sobre todo en América -dicen-, no es teológico sino económico». Cierto; pero olvidan que, mientras el teólogo eduque, la enorme rueda del progreso humano girará sobre al eje de la cuestión religiosa. Y si el teólogo detiene en vez de impulsar la actividad del individuo; si deprime en vez de desarrollar el carácter; si deforma en vez de perfeccionar la moral; si atrofia en vez de robustecer el cerebro, ¿cómo tendremos hogares que hagan ciudadanos y ciudadanos que hagan patria, en el sentido de favorecer el desarrollo integral de los pueblos?"
"Preciso es confesarlo. La cuestión clerical es todavía el problema de los problemas; y porque lo es, pone la iglesia tanto cuidado en mostrarlo como inofensivo, desviando el criterio de la opinión. Cuando en Europa renacía el apasionamiento científico, los teólogos españoles popularizaron esta frase: «Evitemos la funesta manía de pensar». Hoy, en América, cuando la libertad florece y la especulación filosófica tiende a minar la base en que el dogma religioso se asienta, sus usufructuarios divulgan por donde quiera este otro concepto: «Evitemos la manía de discutir»".
Como no podía ser de otra manera, se ocupa de la cuestión obrera: "La iglesia ve con temor el gran desarrollo que las asociaciones y partidos obreros han tenido en los últimos tiempos. Poderosos en Estados Unidos, fuertes en algunas regiones de México, muy particularmente en Monterrey, Veracruz, y Mérida; nacientes, pero muy bien intencionados en las Antillas y una parte del Centro América; importantes en Costa Rica; perfectamente organizados en Brasil, despliegan un verdadero lujo de energías en Uruguay, Chile y Argentina, donde, a las grandes Federaciones Obreras, hay que agregar los robustos organismos del partido socialista (...)".
"Tan valiosas fuerzas concurren a la obra de libertad moral en que está América empeñada, no solo porque apartan del proletariado aquel espíritu de servidumbre en que la iglesia le mantuvo durante siglos, sino porque son centros educadores para esa emigración analfabeta que exportan las aldeas de Europa. Casi todos los organismos obreros se preocupan de la enseñanza: sostienen escuelas diurnas y nocturnas y costean, además, bibliotecas. Se comprende la importancia de esta labor educadora sobre las masas ignorantes, las más propicias por su falta de preparación intelectual y la penuria de su vida para el trabajo catequista del cura, pescador de votos para sus candidatos políticos, o del fraile, pescador de niños para sus talleres y fábricas. Los centros de enseñanza laica, mantenidos por el obrero para la educación de sus hijos, contrarrestan la especulación congregacionista, restando a los establecimientos católicos un número considerable de alumnos; en tanto que la escuela nocturna y el gabinete de lectura, van haciendo una obra lenta de cultura que permite al trabajador discernir por su propia cuenta, lo que basta para evitar que él sea, en manos de los partidos católicos, un arma que a sí misma se destruye".
Con respecto al avance de la mujer en Latinoamérica, sostiene: "El mayor desenvolvimiento intelectual femenino, debía, necesariamente, marcar un grado de emancipación religiosa, y así ha sido. En este primer cuarto de siglo la mujer ha evolucionado en tal forma, que, aún cuando quedan grandes masas sugestionadas por las antiguas doctrinas, ya es posible encontrar minorías valiosísimas entregadas a la investigación y divulgación de diferentes escuelas filosóficas, todas ellas contrarias al predominio de la iglesia. Sociedades femeninas de esta índole hay muchas. México tiene, entre otras, la asociación «Hijas de Juárez», la Sociedad Patriótica Femenina, la Liga contra el Alcoholismo, la de Damas Espíritas y las Teosóficas. Muchas de estas diversas entidades constituyeron, hace poco, una Federación de Mujeres Librepensadoras. En Costa Rica las Sociedades Teosóficas, muy importantes y que cuentan con grupos de inteligentísimas damas, hacen una labor fructífera, librando el sentimiento religioso del fetichismo católico. Igual sucede en Puerto Rico, donde, como ya he dicho, el estudio de las cuestiones psíquicas absorvió a la mujer de tal modo que ha acabado por apartarla completamente de la iglesia. El elememento femenino del Brasil tiene tambiém sus grupos independizados. Estos son importantes en la Argentina, donde existen dos Sociedades Librepensadoras: la una en Buenos Aires; la otra en La Plata, y ambas, con ramificaciones en las demás provincias. Hay, además, una organización de jóvenes socialistas, muchas obreras y algunas feministas, entre las que se cuenta el grupo «Ciencia y Labor», cuyas iniciativas tanto han beneficiado a la mujer y al niño".
"La mujer chilena, apasionada de suyo, no ha dejado de tomar parte activa en estas nuevas orientaciones del espíritu femenil. Además de los elementos cultísimos de la capital, entre los cuales figura un grupo que se dedica al estudio de las fuerzas mentales, existen asociaciones librepensadoras en Iquique —con grupos de adherentes en varios sitios de la Pampa, gracias al empeñoso trabajo de sus iniciadoras —en Antofagasta, Valparaíso y otras. También en muchas poblaciones, entre ellas la liberal Concepción, hay grupos de señoras demócratas. En Chillán, la Liga de Librepensadores, cuenta con un número considerable de damas" (...).
"Cumple al gobierno actual del Uruguay la gloria de haber iniciado a la mujer en la carrera diplomática" (...) "Fácil es deducir por lo dicho del Uruguay, que aquí está, la mujer casi absolutamente emancipada. Las sociedades de damas liberales laboran constituídas en casi todos los Departamentos. Verdad que la primera emancipada de la tutela católica es la esposa del actual presidente, Sra. Matilde L. de Batlle y Ordóñez" (...) "Otra doctora, la Sta. Ernestina Dávalos, es, en el Paraguay, miembro de la Alta Corte de Justicia. Profesionales de la medicina existen en casi todos los paises; doctoras en leyes en Argentina, Uruguay, Paraguay y algún otro. La literatura cuenta con un considerable número de publicistas. El arte tiene entre las mujeres delicadas intérpretes".
"Cuando daba mis conferencias en Cuba, fue una mujer, una delicadísima poetisa, Dulce María Borrero, la primera que se atrevió a escribir en público, refiriéndose a las nuevas doctrinas filosóficas: «Te esperábamos». La palabra es exacta, la mujer americana, ya intelectualmente preparadada, espera solamente su iniciación en las modernas ideas, para arrojar, lejos de sí, los restos de sus antiguos fanatismos".
Los últimos años
Regresó a España luego de proclamarse la Segunda República en 1931 y después de la Guerra Civil se establece en Francia y a principios de los años 40 se instala en México. Allí desplegará una incesante actividad junto con otros grupos de exiliados españoles, muriendo vieja, enferma y en la pobreza a los 77 años de edad.
Referencias
Diccionario Enciclopédico de la Masonería, escrito y ordenado por Lorenzo Frau Abrines y publicado bajo la dirección de Rosendo Arús y Arderiú; edición corregida y aumentada por Luis Almeida Villalar, tomo IV, Editorial del Valle de México, sin mención de fecha. Los tomos IV y V corresponden a la Historia de la Masonería de Findel.
Charpentier, Noëlle, La Masonería Mixta y El Derecho Humano, Fundación María Deraismes, 2010, España.
Goetschel, Ana María, Imágenes de mujeres amas de casa, musas y ocupaciones modernas, Quito, primera mitad del siglo XX. Serie Documentos del Museo de la Ciudad.
Lacalzada, María José, El Cimiento Mixto en Masonería, Fundación María Deraismes, 2010, España.
Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina -18 al 23 de mayo de 1910-. Organizado por la Asociación "Universitarias Argentinas". Historia, Actas y Trabajos/ con prólogo de Dora Barrancos. Universidad Nacional de Córdoba, 2008, Argentina.
Ramos, Mª Dolores -Universidad de Málaga-; Belén de Sárraga o la república como emblema de la fraternidad universal.
Sárraga, Belén de, El clericalismo en América, a través de un continente, Editorial Lux, 1915, Lisboa-Portugal.
Vitale, Luis / Antivilo, Julia, Belén de Sárraga. Precursora del feminismo hispanoamericano, Ediciones CESOC, 2000, Chile.
Otros autores:
Barrancos, Dora; Viedma, María; González Ruiz, Edgar.
Durán, Cecilia: Se oponía a la Iglesia - entrevista a María Teresa Fernández, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-Occidente).
Mujeres que hacen la historia - Breves biografías.
Perales, María, Masonería y librepensamiento femenino en el siglo XIX - Alicante vivo.
Portugal, Ana María, Historia del anarcofeminismo en América Latina - Mujeres al oeste.
Rafael Luis Gumucio Rivas - Ateneo Virtual.
Simón Palmer, María del Carmen, Escritoras españolas del siglo XIX: manual bio-bibliográfico.
Vidal, Virginia, Belén de Sárraga: Idea y Palabra de una Anarquista.
Vilar, Monse - Sin género de dudas.