Belén Esteban está en negociaciones avanzadas con Zeppelin para convertirse en una de las concursantes de Gran Hermano VIP.
Este el aspecto actual de la Sra. Esteban, dispuesta a participar activamente en un experimento sociológico, que es la definición de Dª Mercedes Milá sobre el reality de referencia, con el bagaje VIP de haber sido preñada, en su día, por un toerero popular. Uno no le conoce otros estudios, méritos, trabajo o actividades, más allá de lucir palmito y participar como tertuliana en diferentes programas, dada su extraordinaria facilidad de palabra, sus dotes de comunicadora y la riqueza del léxico que nos ofrece la de San Blas; ahora añade el estar pasada de peso y llevar en su cara la marca de una cirugía estética de pobre resultado y nada favorecedora. Aunque a uno, personalmente, le resulte imposible que semejante personaje haya alcanzado tan altas cotas de popularidad, la realidad es esta y la Sra. Esteban pasará a la historia, aunque sea a la pequeña, de los dimes y diretes que llenaron las páginas de papel couché y los bolsillos de algunos propietarios de los medios. La comparamos a un juguete roto, que deja de ser interesante en cuanto a la cadena de turno la reuslte más rentable o le supone más cuota de pantalla la oferta de otro bodrio similar; ahora más que nunca lo es: No cuaja en las tertulias de sobremesa y se encierra en la casa de Guadalix (o de donde sea) a ver como el tiempo corre a través de las pantallas de televisión mientras duerme con la esperanza de recuperar el caché perdido. Triste.