La de San Blas está desaparecida desde hace algunas semanas, casi como el ilustre Sr. Iglesias, que se tomó veinticinco días de vacaciones en Navidad -como cualquier español- en la misma línea que su socio y correligionario, el Sr. Garzón, viajando a New Zeland, también en otro ejercicio práctico común a tanta gente de la calle; en fin, Belén Esteban, digo, se encuentra apartada de las pantallas -amigas o no- y pese a ser reclamada por parte de sus incondicionales, no alcanza un acuerdo con la cúpula de la cadena, acuerdo económico, se entiende, permaneciendo en un ostracismo “volugatorio”. Una de las causas esgrimidas por la productora, es el menor tirón de la princesa del pueblo, con caídas del “share” que pueden finiquitar el personaje público, pasando a ser uno de tantos fantasmas que encontramos en los refritos navideños que todas las cadenas ofrecen para ahorrar tiempo y dinero, en es época en la que la caja tonta, más que nunca, es convidado de piedra a la cena de langostinos y cava. No deseo tal desaparición a “la Esteban”, es fuente de inspiración y modelo en este espacio, desde hace ya muchos años; esperamos verla de nuevo ofreciendo sus lágrimas y sus sesudas reflexiones en todas las sobremesas y algún sábado en “prime time”, como no puede merecer menos el nivel de los programas en que participa y protagoniza en más de una ocasión.