Este espacio tiene mucho que agradecer a la Sra. Esteban, verdadera e inagotable fuente de visitas, siendo el post que demuestra sus pechos desnudos el más frecuentado de este blog, a diferencia de cualquier otro. Sigo sin ser capaz de saber qué tiene esta muchacha para levantar tal vendaval de interés y de pasiones, favorables, o no. El pasado día veintinueve de Abril, en la boda real, se comparó por parte de cierto medio, el vestido que lucía la Sra. Middleton con el utilizado por Belén en su boda, y la verdad es que hay ciertas similitudes, más allá de que todos los vestidos de novia se parecen. Sin embargo, existen diferencias sustanciales entre ambas instantáneas: “La Belén” aparece algo torcida, con sonrisa equina, no con la pose erguida de la británica, que luce sonrisa profidén, pero emana la elegancia que faltará siempre en la de San Blas. El vestido de Belén fue tema de un culebrón mediático en el que no faltó un trasfondo económico para terminar de movilizar los restos biológicos que suelen acompañar este tipo de situaciones; por el contrario, la inglesa guardó un celoso secreto de su indumentaria unido a la proverbial indiscreción británica. Middleton transmite frescura, que probablemente cambiará algo en la rancia Casa Real de Dª Isabel, mientras la madrileña lleva dentro el barrio que asoma a través de su nariz de boxeador sonado. En España disfrutamos de las declaraciones de Dª Belén y en el Reino Unido se veden platos y tazas con las imágenes de los esposos, aún antes de contraer matrimonio. La vajilla, más o menos cursi, sirve para tomar el té, o lo que sea, el papel couché utilizado en las fotografías de “la Esteban”, no puede tener utilidad alguna; hace años, en esta España balbuceante del tardofranquismo, se le hubiese encontrado uso, no merece la pena describirlo en este espacio, por respeto y seriedad.