Generalmente los libros primerizos son sobre escritores que escriben [bueno, sobre lo que les cuesta escribir y lo mal que lo pasan y lo perverso que es su progenitor que no entiende la vocación del vago de su hijo y lo dura que es la vida literaria...]. Encima, lo hacen convencidos de que están revolucionando la narrativa contemporánea [lo que no saben es que los lectores están hartos de lloricas y tienen preocupaciones mucho más profundas].
Este no es el caso de Jenn Díaz. La joven escritora no tiene necesidad de narrar sobre sí misma. Es más, tampoco le gusta retratar nuestra estúpida vida moderna. De una forma atrevida, la autora crea su propio mundo, una sociedad cerrada, apartada, rural, rica en personajes y en interrelaciones humanas que se enlazan de manera afortunada creando un ambiente extraño entorno al amo.
Porque en Belfondo predomina la máxima autoridad: el dueño de la fábrica, cuyo poder pesa sobre el conjunto de los habitantes, personajes que tiene sus historias, muchas de ellas insignificantes pero cuando menos curiosas. Por ahí aparecen maestros, enterradores, pianisas, prostitutas, curas e incluso un Dios bastante humano, seres que se preguntan sobre sus vidas y lo que hay fuera de esa sociedad sofocante y controlada hasta tomar sus propias decisiones.
Belfondo es, por tanto, un símbolo de la libertad humana y de los peligros que la acechan si no somos conscientes de que hay que pelear por ella. Es, además, una meritoria novela donde la autora desarrolla su propia voz, su propio mundo narrativo, con grandes dosis de amor, ironía y ternura.
Nota: la autora sabrá por qué ha puesto esos nombres a sus personajes.
Belfondo
Jenn Díaz
Editorial Principal de Libros
Págs. 157
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 21 diciembre a las 19:11
Muchas gracias, Gfg. Me alegra mucho no haberte parecido una llorica primeriza y que te haya gustado "Belfondo". Sólo un problema: la autora no sabe por qué ha puesto esos nombres a sus personajes.
Un abrazo, J.