Bélgica 1 - 0 Rusia
Bélgica dormitaba, a merced de una Rusia bastante mejor y, de repente, Eden Hazard frotó la lámpara maravillosa. En diez minutos, estuvo a punto de cumplir tres deseos: rozó el 1-0 tras una ruleta en el área, regaló a Origi el gol que mete a su equipo en octavos y obsequió a Mirallas con una asistencia que estrelló contra Akinfeev. El genio del Chelsea ejerció de Messi. Por algo lucen ambos el 10.
Rusia, como Irán en la víspera ante Argentina, mereció mucho más. Si hubiese salido con tal decisión frente a Corea del Sur no estaría con pie y medio fuera. Pero le faltó acertar en el área, sobre todo en una clarísima ocasión de Kokorin, imperdonable. Glushakov puso en su cabeza el balón del triunfo y lo mandó fuera con todo a placer. A los de Capello también les falló el árbitro. El alemán Byrch debió señalar un penalti de Alderweireld sobre Kanunnikov.
Bélgica no se sintió cómoda hasta el arranque de furia de Hazard y, como ante Argelia, dejó más sombras que luces. Así, no prosperará demasiado en el Mundial. Sin encontrar a De Bruyne y menos a Lukaku, los Diablos Rojos se habían encomendado a la seguridad de Courtois para llegar igualados al descanso. El meta del Atlético anduvo fino ante dos misiles de Fayzulin y Kanunnikov.
Únicamente el incisivo Mertens, que dio la tarde a Kombarov, amenazaba su estabilidad defensiva. La sensación era que a los belgas les gustaba sobremanera el empate. Dieron vida a los soldados rusos y se le subieron a las barbas.
Frente con Lukaku. Wilmots, que gastó un cambio a la media hora al relevar a un Vermaelen tocado en el calentamiento, no tenía medio campo ni referencia arriba. Rusia tocaba a placer, con Fayzulin y Samedov al mando. Volvió a tirar la toalla pronto con Lukaku, como ante Argelia. El nueve se marchó echando pestes y entró el dinámico Origi, que ya se ha ganado el puesto. Tuvo una opción y la metió.
Fue desperdiciar Eschenko la ocasión rusa de la segunda parte y venirse abajo su equipo. Mirallas mandó una falta al poste y empezó el recital de Hazard. A Capello, que se había dejado a Dzagoev y Kerzakhov en la reserva, no le sirvió dominar el tempo del choque. Sin gol, no hay paraíso. Bélgica gana como los grandes, casi sin querer. Se la ve pesada, sólo funciona con el plan B, con los cambios.