El concepto de belleza es elusivo. Multitud de testimonios contrapuestos y complementarios lo ponen de manifiesto: el tema parece que siempre quedará abierto pues, además, los gustos se renuevan y reaccionan contra excesos o costumbres. La palabra simetría, del griego con medida, aparece en muchos autores. Nos quedamos con la versión del poeta y polígrafo Samuel Taylor Coleridge (1772- 1834), quien sitúa la belleza entre la simetría y su ruptura. La Plaza Ochavada de Archidona nos sirve de deliciosa muestra.
La plaza es un bello ejemplo del barroco tardío de tradición mudéjar y fue terminada en 1786. El proyecto de la Ochavada se encargó a los alarifes Antonio González Sevillano y Francisco Astorga, quienes diseñaron una plaza simétrica y a la vez rompieron sus simetrías.
Un octógono regular tiene tantos ejes de simetría como lados –las mediatrices de dos lados opuestos y las uniones de vértices opuestos- y rotaciones cíclicas de orden 8. El grupo principal de simetrías consta de 16 elementos y tiene subgrupos propios de orden 8, 4 y 2: las cinco primeras potencias de 2 si contamos el grupo del elemento neutro.
Los alarifes al elevar la altura de tres de los lados (el Ayuntamiento y sus dos laterales) rompen la simetría de rotación y solo dejan un único eje. Las tres entradas están colocadas simétricas a ese único eje residual.
Las ocho fachadas son diferentes y eso nos deja sin ninguna simetría para el conjunto… pero como seis de las ochos tienen un eje central de simetría la unidad vuelve a aparecer. El conjunto resultante es armonioso: las simetrías se han ido rompiendo pero, a su vez, parcialmente conservadas.
[Gentileza de Antonio Ángel Núñez de Castro]Otra simetría pueden aparecer un día lluvioso: el reflejo de las fachadas sobre el pavimento mojado. Una deliciosa foto captada durante el confinamiento -con arco iris incluido- por Antonio Ángel Núñez de Castro nos muestra como la simetría está siempre al acecho. Agradecemos que se nos haya permitido hacer uso de tan oportuna instantánea.
Un plano de época de la plaza pone de manifiesto que el octógono solo se aproxima al regular.
Archidona merece una parada sosegada para no perdernos la antigua y bien conservada mezquita del castillo, la cilla (pósito), los conventos y los dos soberbios edificios conectados de las antiguas Escuelas Pías (1794), hoy convertidas en Instituto de Secundaria y Bachillerato Luis Barahona de Soto. Una placa de azulejos recuerda que Blas Infante -alumno escolapio entre 1895 y 1900- quizá adquiriera allí su conciencia social al contemplar la miseria de los jornaleros que acudían a la caridad monacal. Un mural cerámico del Instituto hace referencia a las enseñanzas matemáticas del lugar: fórmula de Euler, sucesión de Fibonacci, un ábaco, ley de la gravitación de Newton, lista de números primos, símbolos de raíz o integral definida, etc. El panel cerámico es obra de José Pello, escultor valenciano e hijo predilecto de Archidona.