La España que saldrá de la crisis no se parecerá mucho a la vieja España próspera y feliz de hace una década. Nada volverá a ser igual porque los gobiernos españoles no podrán seguir gastando y endeudándose sin responsabilidad. Los ciudadanos no sólo serán mas pobres, sino que también serán mas tristes y habrán perdido muchos de sus derechos y conquistas históricas. Ya no serán ciudadanos libres, sino gente sometida a un poder ávido de privilegios, implacable en el dominio y con un terrible déficit ético y de decencia. Las elites dominantes están cambiando el mundo y sustituyendo la sociedad libre, educada, plural, pensante y poblada de ciudadanos por otra donde sólo existan poderosos y borregos torpes, pobres y acobardados. Los ciudadanos que luchan por impedir esa crimen son los héroes de nuestro tiempo. Hay que sumarse a la lucha porque la libertad y la decencia están retrocediendo y perdiendo la guerra del futuro. ---
Resistir y hacer frente a la injusticia no es una opción sino un deber para todo ciudadano decente. España es, básicamente, un país sin justicia, desequilibrado y gobernado por partidos políticos poco fiables que han demostrado su incapacidad. Hay datos muy sólidos que demuestran el fracaso de los políticos españoles: Cataluña y Euskadi quieren ser independientes y la mayoría de los ciudadanos reflejan en las encuestas que no se fían de la clase política, a la que rechazan desde una abrumadora mayoría. Los políticos, mientras tanto, ni siquiera toman nota del rechazo popular y de u desprestigio internacional, ignorando que sin el apoyo de los administrados, en democracia, sólo queda la opresión. Ellos siguen firmes en lo suyo, que es construir un mundo peor y el disfrute corrupto y antidemocrático de los privilegios y del poder.
No existe en el mundo político actual nada más digno y democrático que resistir ante el poder y luchar para evitar que gente sin escrúpulos construya un mundo nuevo, dividido en elites privilegiados y masas esclavizadas. Los que resisten ante el poder inicuo que liquida derechos ciudadanos y aspira a crear un mundo claramente dividido entre privilegiados y borregos torpes, asustados y empobrecidos son la última esperanza de una civilización amenazada de muerte por clases dirigentes sin grandeza ni solvencia ética, que han perdido la generosidad y solo piensan ya en su propio provecho.
El mayor logro de las decadentes y deterioradas democracias actuales es que han hecho creer a los ciudadanos que viven en libertad y que son ellos los que deciden, cuando la realidad es justo lo contrario. La influencia real del ciudadano en las democracias degradadas que se han impuesto en países como España es comparable a la que posee en un sistema totalitario. La única diferencia es que en España, los ciudadanos se creen libres e importantes, cuando en realidad no cuentan y son borregos sometidos, que ni siquiera perciben que están siendo manipulados, esquilmados y saqueados.
La manipulación del ciudadano es la obra de arte en las falsas democracias. Los explotados se creen los dueños del sistema y consideran decisivo su poder de votar en las urnas, cuando únicamente pueden elegir a los que ya previamente han sido elegidos y colocados en las listas por las élites todopoderosas de los partidos políticos. Los que están siendo saqueados y despojados de derechos, libertades y prosperidad creen que han elegido a sus representantes, pero los que se sientan en los parlamentos y gobiernos sólo representan a los partidos que les han elegido, sin ni siquiera mantener contacto alguno con sus representados, a los que ignoran y someten sin piedad.
La realidad cruda es que a los ciudadanos se les está arrebatando la capacidad crítica, la información veraz, la libertad y la capacidad de rebelarse. Las nuevas tecnologías están siendo utilizadas por el Estado para mentir, manipular, someter y anestesiar a los ciudadanos, que ni siquiera perciben que están siendo despojados de sus conquistas y derechos históricos. Las democracia eran, al nacer, estados de opinión en los que el ciudadano contaba y ejercía como soberano, pero ahora son estados de dominio en los que el ciudadano ha quedado anulado y tan confundido que ni siquiera sabe que ya es un despojo sin poder, sin participación en los procesos de toma de decisiones y sin control de su propia vida.
La gran paradoja de nuestro mundo es que mientras se proclaman como nunca las libertades y derechos del ser humano, éste nunca ha estado tan sometido y manipulado. Abrumado por impuestos que quintuplican los famosos "diezmos" medievales, sometidos a una ley que no es igual para todos e ilícitamente dominado por las castas y clanes que controlan todos los recursos y poderes del Estado, sobre todo por las élites de los partidos políticos y sus aliados financieros, el ciudadano del siglo XXI se cree soberano, pero sólo es una piltrafa. Los poderosos dicen que le sirven, pero en realidad son casi esclavos de gente revestida de privilegios, poderes especiales y hasta fueros comparables a los que disfrutaban en el antiguo régimen la nobleza, el clero y los altos oficiales del Ejército.
Toda esa gran estafa queda perfectamente ocultada y escondida por la propaganda, la mentira y la confusión que fabrican los políticos con la ayuda de los medios de comunicación sometidos al poder.
La nueva sociedad, dominada por el conformismo, la insolidaridad y el sálvese quien pueda, se va instalando cada día con mas fuerza, sin que nadie resista a la decadencia salvo los pocos que han optado por la vigilancia al poder, la crítica y la resistencia activa, un pequeño ejército de demócratas acosado por el poder, abandonado por sus congéneres sometidos y tan mermado que constituye un pequeño grupo humano de héroes en claro peligro de extinción.