Los dos años suelen conocerse como los terribles dos, la etapa del no… Y desde luego no voy a negar que se notan, y mucho, en cuanto al tema del carácter, los enfados, la afirmación de su propia personalidad… Pero o yo soy muy positiva o es que realmente lo bueno puede con lo menos bueno; lo que me está pareciendo verdaderamente significativo es lo rico que está, las ocurrencias que tiene, lo bien que nos lo estamos pasando, lo que aprende cada día, las cosas con las que nos va sorprendiendo. De todas las fases por las que hemos ido pasando, sin duda alguna esta es la más divertida, tierna y memorable.
Algunas de las últimas anécdotas para el recuerdo:
- Padre e hijo viendo no-se-qué programa en la tele.
Padre: Mira hijo, eso es un camaleón.
Hijo: Vale papá (en tono de “vale papá, enhorabuena, ya has demostrado que sabes mucho… ¡qué pelmas sois los padres!).
- 20h, cena preparándose en la cocina y nene que empieza a tener hambre. Todos sentados en el sofá del salón.
Nene: ¡A la cocina!.
Nosotros: ¿Para qué quieres ir a la cocina? La cena todavía no está.
Nene: ¡A la cocina! ¡Eso, eso! (señalando hacia allí).
Nosotros: Hijo, dinos para qué quieres ir a la cocina, la cena todavía no está lista, hay que esperar.
Nene: A la cocina, ¡por ahí, por ahí! ¡a la cocina!.
(Por si no nos quedaba claro por dónde anda la cocina, toda clase de explicaciones y signos gráficos de por dónde queda).
- Esta misma mañana. Nos despertamos en la cama, me achucha, me estruja fuerte.
Mamiiiiiiiiiiiiiiiiiii, te quieeeeeeeeeeeeeeero, ¿y tu?.