Revista Opinión

Benedicto XVI sintoniza con la gente en Cuba: reza por 'los presos', sin mencionar a los políticos

Por Noblejas

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Leo las líneas y desde luego las entrelíneas de la crónica de Juan Vicente Boo desde Santiago de Cuba. La sintonía con el pueblo es clara. Con un pueblo extremadamente castigado -incluso con ocasión de esta visita de Benedicto XVI (#PapaCuba)- por el régimen moribundo de un país en el que el comunismo ha fracasado rotundamente.

Es una sintonía nada estridente, llena de gritos hechos de silencio y esperanza de paz, no de venganzas bíblicas, ojos por ojos. Una venganza exigentemente cristiana: rezando -las difíciles "armas del perdón y la comprensión"- por quienes agravian y maltratan. La política, mientras, va por otros lados y conductos. Eso lo van entendiendo los cubanos de dentro ((#cubaY. Sánchez) e incluso buena parte de los exiliados...

Esto -entre otras cosas- se lee en la crónica de JV Boo:

Cansado y afónico, pero contento de estar en Cuba, Benedicto XVI presidió al atardecer del lunes una misa multitudinaria con 200.000 fieles en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Hacia el final de su homilía, el Papa invitó a los fieles a “construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre”, pero utilizando sólo “las armas de la paz, el perdón y la comprensión”. (...)

A diferencia de México, donde los fieles se comportaban de manera exuberante, los de Cuba son más serenos, más reflexivos, con las espaldas cargadas por una vida más dura. En cambio, Cuba es una superpotencia musical y las canciones de la misa eran extraordinarias en ritmos y en letras.

El Papa quiere mantener en este viaje una línea estrictamente religiosa y no política, pero enseguida se ha establecido un clima de complicidad y de sintonía. En la misa de ayer, por ejemplo, se rezó por “los presos”, sin que fuese necesario mencionar a los políticos. (...)

 Hay palabras que -salvo torpes malentendidos- todo el mundo comprende:

“Vengo a Cuba como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza, que nace de la presencia del amor de Dios en nuestras vidas.

Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles, y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados”. (...)


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