Tienen energía radiante, que se suma a la nuestra sin necesidad de digestión. Esta es la que se pierde al cocinar el alimento.
Los alimentos crudos son más fáciles de digerir que los alimentos cocidos.
Después de ingerirlos, no aparece la sensación de sueño, como ocurre con los cocidos.
Protegen nuestras mucosas.
Aumentan las bacterias depuradoras del intestino.
Contienen mayor cantidad y calidad de nutrientes, que durante la cocción se pierden: vitaminas, enzimas, aromas, minerales, esencias, energía radiante.