La política impositiva de la Concertación evidencia sus contradicciones cada vez que se discute el IVA. Pronto escucharemos a Andrés Velasco repetir lo que ya nos dijeron Foxley, Aninat y Eyzaguirre: que el IVA es uno de los principales ingresos del Estado, que es el impuesto más seguro de recaudar, que no se pueden llevar adelante las políticas sociales sin dinero, que el dinero no crece en los árboles, etc.
La recurrente tendencia de la Concertación a subir el IVA cada vez que hay problemas de recaudación ya que garantiza un fácil ajuste del sistema económico se está convirtiendo en un problema económico serio. Chile tiene una carga impositiva general baja para su nivel de desarrollo si se le compara con países de similar tamaño y riqueza, también si se le compara con el total de países americanos. Sin embargo, a pesar de eso, tiene uno de los IVA más altos del mundo, sólo superado por países más ricos y con sistemas socialdemócratas como Argentina (21%), Suecia (25%), Noruega (25%) o Dinamarca (25%). Esto es una distorsión.
Nuestros economistas liberales de la Concertación, tan proclives a mantener el orden y seguir las normas aceptadas, se pasan de la raya con facilidad cuando se trata del IVA. Cuestión que no sería relevante si no fuera porque el problema de fondo es el que no se soluciona cada vez que se ha recurrido al IVA para sostener las finanzas públicas. El problema es la baja recaudación de los impuestos a las personas, del todo desproporcionada para el nivel de riqueza del país, lo que se explica por la diferencia enorme que existe entre las tasas aplicables a las empresas y las aplicables a las personas. Pero corregir este problema es un conflicto político de proporciones, salvo que se corrija a la baja, para que la derecha lo apoye.
No parece razonable que un profesional de alto nivel que gane con su trabajo especializado 60 ó 70 millones al año deba pagar el 30 ó 40 por ciento de sus ingresos en impuesto, cuando un empresario que gana 1.000 millones sólo debe pagar el 17%, eso sí mientras mantenga el dinero dentro de la empresa. Este es el verdadero problema, el verdadero desajuste.
Hay que bajar el IVA porque el IVA es un impuesto general e indiscriminado, por lo tanto regresivo, en cambio los impuestos a las personas son impuestos progresivos, buscan la redistribución, pero estos deben ser razonables y, sobre todo, deben estar al mismo nivel que los impuestos a las empresas para no generar sistemas incentivos perversos a la evasión.
No podemos pretender un país justo y solidario cuando las políticas sociales son focalizadas al máximo y los costos son distribuidos a todos por igual, eso es un modelo de derecha liberal, no un modelo social de mercado.