Aunque a nadie le gusta sentir dolor ni miedo, son dos sensaciones muy importantes para la supervivencia ya que nos avisan de un peligro.
La ansiedad, por el contrario, es una enfermedad. Se trata de un sentimiento de inseguridad de mayor o menor intensidad que puede llevar a estados de angustia emocional en los que el individuo se siente impotente o bloqueado hasta una fuerte depresión.
Se ha descubierto que puede tener un componente genético pero no en todos los casos.
Los tranquilizantes, producidos en laboratorios, sirven para calmar la ansiedad.
Los principales son las benzodiacepinas y los barbitúricos. Estos últimos son más antiguos (siglo XIX) y son utilizados aún hoy en día como hipnóticos o inductores del sueño. Actúan inhibiendo algunas de las características de la actividad cerebral en cuyo asunto se ve involucrado un neurotransmisor llamado GABA. Esto da una base molecular que propicia el estado de sedación en la persona, bloquea espasmos o convulsiones y provoca un alto estado de relajación.
No conviene automedicarse bajo ningún concepto ya que, a dosis altas, se deprimen los centros vitales del organismo como los que regulan la respiración o los reflejos cardiovasculares.
Una sobredosis es muy peligrosa, puede llevar a la persona a un estado de coma e incluso la muerte.
Los barbitúricos actúan como el alcohol, es decir, provocando un estado de sedación y relajación en el individuo. Los hay de dos tipos:
- Acción rápida: utilizados por los psiquiatras para que el paciente pueda dormir.
- Acción lenta: utilizados para tratar la ansiedad. Son adictivos, por eso no se recomienda su uso continuado a no ser que se trate de un cuadro severo.
Normalmente se va disminuyendo la dosis a medida que el paciente mejora al resolver puntuales problemas de agotamiento o crisis hasta retirarlas completamente.
Cuando la toma se alarga en el tiempo pueden aparecer efectos secundarios como aturdimiento, confusión, desorientación e incluso alteraciones psicóticas.
Producen gran cantidad de tolerancia muy rápidamente ya que son píldoras solubles en el agua y se eliminan, en seguida, por la orina gracias a la metabolización por oxidación de las enzimas hepáticas.
También se crea una rápida tolerancia a nivel cerebral ya que las neuronas se «acostumbran» a la dosis de la droga.
Una vez que se empieza el tratamiento con benzodiacepinas no se puede dejar de tomar de forma abrupta ya que tendríamos síndrome de abstinencia con sus consecuentes síntomas: inquietud, agitación, temblor, calambres musculares, náuseas y vómitos, insomnio, pérdida de peso y, en ocasiones, convulsiones.
Tras los barbitúricos comenzaron a utilizarse las benzodiacepinas en los tratamientos por ansiedad.
La primera que se comercializó a finales de los 50 fue la llamada «Librium». Más tarde se produjo en laboratorios la sintetización de cientos de derivados de las benzodiacepinas para la creación de diferentes productos todos ellos coincidiendo en sus propiedades ansiolíticas, inductoras del sueño, anticonvulsivantes y relajantes musculares. La más utilizada en el mundo es el Diazepan (Valium).
Tanto el Librium como el Diazepan provoca somnolencia pero en pocas semanas el paciente crea tolerancia.
En casos de intoxicación leve o moderada puede producirse una depresión severa muy parecida a la que provoca el alcohol en los alcohólicos.
La mezcla de barbitúricos con alcohol es muy peligrosa pudiendo incluso ser letal.
Las benzodiacepinas, lo mismo que otras drogas como los opiáceos, causan dependencia tanto física como psíquica. Su uso diario crea tolerancia de una manera fácil y rápida lo que lleva a la persona a ir aumentando la dosis gradualmente al crearles dependencia física.
Algunos adolescentes, por su parte, los utilizan para lograr un efecto parecido al que provoca el alcohol y un tercer grupo para contrarrestar los efectos de la cocaína o las anfetaminas.
A veces, se administran para combatir la abstinencia al alcohol en alcohólicos pero debido a la tolerancia cruzada de las drogas se necesitan altas dosis de estos fármacos para suprimir la drogodependencia al alcohol.
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