Sus vidas están atravesadas por un lenguaje común: el de la marginalidad, rasgo esencial del entorno social en el que les toca crecer. Un duro territorio en el que las drogas y la violencia se adueñan, con su brutal fuerza, de todos los rincones. Y arrastran a los más chicos y vulnerables -en casos extremos-, hacia los oscuros callejones de las adicciones y el delito. En Berisso, entre las calles 91 a 95, de 125 a 130, se extiende uno de esos sectores en donde las carencias brotan detrás de cada humilde casilla levantada a base de chapa y maderas. Cuando los vecinos de El Carmen hablan de ese barrio, usan la frase “al fondo” para designarlo. Por esas calles de tierra circulan las drogas que apresan a los más chicos, ante la impotencia y la desesperación de sus padres. Y ése es el escenario en el que anteayer, como informó este diario, una nena de 12 años quedó malherida de una puñalada que le aplicó otra chica de su misma edad, para robarle un teléfono celular.
Los tiros en la noche, los conflictos vecinales que suelen dirimirse en peleas a los golpes o con armas, y las “banditas” cobrando peaje, son las postales de un barrio que, en materia de infraestructura, es uno de los más pobres de Berisso: hay, por ejemplo, apenas una salita para atender a una demanda de salud creciente.
Allí, el conmocionante caso de las chicas de 12 años, una como víctima y otra como victimaria, no fue un hecho aislado, sino uno de los eslabones más graves de una cadena de factores en los que se enlazan la vulnerabilidad y las drogas, las peleas y las armas, el delito, y, para muchos, la educación perdida. Es que en la zona hay dos escuelas (la Nº 14 y la Nº 25), “pero muchos pibes ni siquiera asisten”, según sostienen quienes trabajan asistencialmente en la zona.
MAS CHICOS EN LA CALLE O LA COMISARIA QUE EN LA ESCUELA
En ese entorno, algunos de esos jóvenes sean más conocidos en las comisarías que en el colegio. El joven de 17 años que actuó junto a la menor que apuñaló a otra, por ejemplo, tiene numerosos ingresos en la seccional de El Carmen y cuenta con causas por distintos delitos contra la propiedad (ver recuadro).
A toda hora hay chicos en la calle. Muchos vecinos trabajan en la construcción, pero son muchos más los que no tienen empleo. Y en el barrio conviven quienes, a fuerza de sacrificio y trabajo intentan sacar a sus familiares adelante, con los que convierten la zona en un ámbito hostil propicio para el delito.
En las últimas semanas la Policía realizó allanamientos en los que se secuestraron más de 25 motos con pedido de secuestro y al menos siete armas de fuego.
Sin embargo, la mayoría de las intervenciones policiales en el barrio no son por robos, sino en el marco de causas por “amenazas calificadas” y “abuso de arma”. Un reflejo, dicen fuentes de Seguridad, de que los delincuentes que se refugian allí salen a asaltar en otras zonas de la Región y en su barrio explayan su violencia en incidentes con los vecinos.
LAS DROGAS DE LOS POBRES
Yamila tiene 29 años y es mamá de nueve hijos. La mayor de ellos es la chica de 12 años que apuñaló a otra de su misma edad para robarle el celular en 93 entre 129 y 130. Hace poco más de un año la chica empezó a drogarse. “Más de una vez le he reprochado que no haya tenido la personalidad suficiente como para decirle no al consumo de drogas, cuando comenzó junto a otras amigas del barrio”, dice Yamila.
La nena transitó el siniestro camino que tantas otras chicas de esa zona recorrieron. Empiezan aspirando adhesivos como Poxi-Ran, tomando vino con pastillas o inhalando nafta. Variantes de las llamadas “drogas de los chicos de la calle”, ya que son más baratas y fáciles de conseguir, pero también más destructivas. El consumo de marihuana es también muy común, mientras que el de cocaína es menos frecuente pero no inexistente.
“PEAJES”, TIROS Y CUCHILLOS
Los jóvenes suelen reunirse en la plaza San Cayetano, en 129 y 93. Hay vecinos que aseguran que allí cobran “peaje” a quienes llegan desde otros barrios y a los que reparten mercaderías en los pocos negocios familiares que tiene la zona.
La ocupación de terrenos es otro motivo de violencia en el barrio. Ventas ilegales, fraudulentas, usurpaciones. Unos que atacan contra otros que se defienden. “Todas las noches suenan tiros, todos los días hay una pelea a cuchillo”, aseguran, temerosos, quienes conocen la zona.
Cada tanto, hechos dramáticos y brutales como el de las chicas de 12 años, que exponen las aristas más duras de ese entorno de carencias, violencia y drogas, cruzan las fronteras del barrio y conmocionan a la Región.
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