Berlín Alexanderplatz (1929) es la novela que hizo famoso al alemán Alfred Doblin. Ambientada en los años 20 de la Alemania pre-nazi, narra la salida de la cárcel de su protagonista, Franz Biberkopf, así como todas las dificultades que encuentra a su paso. La historia se desarrolla en los barrios bajos, más concretamente en la Alexanderplatz. Franz había pasado varios años en la cárcel de Tegel por matar a su amante Ida. Al salir, se hace la proposición de ser un hombre honrado e ir por el buen camino, pero parece que las dificultades van a su encuentro una y otra vez.
Berlín Alexanderplatz se considera una precursora de la novela moderna, ya que utiliza muchos recursos estilísticos como los monólogos interiores combinados con la una voz omnipresente que lo disecciona todo con abrumadora profundidad. La novela mezcla la historia de Franz con diversos estilos, y esto, tengo que decirlo, a veces te creo un lío mental que ya no sabes ni lo que estás leyendo. Estoy de acuerdo en que es una novela rompedora para su época y que está escrita de una forma bastante peculiar, pero es precisamente esta forma la que encuentro demasiado complicada, y puede hacer que el interés por la lectura se estanque, que es lo que me pasó a mí.
A lo que iba. La temática, como podemos ver es básicamente la injusticia social, la típica historia de clases, la descripción de las clases bajas, las injusticias, el nacimiento del nacionalsocialismo y cómo las prohibiciones y opresiones del Estado acallan los intereses de los individuos.
La novela está influida por el estadounidense John Dos Passos. El mismo Döblin escribió en 1931 el guión para una versión cinematográfica, que fue adaptado más tarde para la televisión por Rainer Werner Fassbinder.
“Si quieres, hombre, en el mundo, no ser un sujeto inmundo, no tengas prisa en nacer ni dejes que, sin querer, te saque la comadrona. ¡El mundo es una encerrona! Puedes creer al poeta, que muchas veces se inquieta y en buenos líos se mete. Robado al Fausto de Goethe: el hombre sólo es fraterno si está en el claustro materno...Y luego está el padre Estado para hacerte desdichado. Él te impone coacciones con leyes y prohibiciones, lo que le importa es que pagues y, acaso, que no te embriagues. Así vives oprimido y completamente hundido, y si intentas olvidar lo que tienes que aguantar, con tu vino o tu cerveza, te da dolor de cabeza. Y entonces llegan los años y acaban con tus redaños, te rechinan las junturas y andar despacio procuras, la cabeza te flojea sin tener ninguna idea…Y así, de golpe y porrazo, has doblado el espinazo y te han dado ya el zarpazo. En fin, como despedida: ¿qué es el hombre? ¿qué es la vida? Ya nuestro Schiller decía “No es ninguna gollería”. Yo te digo, sin embargo, que es un trago muy amargo: el palo de un gallinero, para no ser muy grosero.”