Revista Viajes

Berlin, El largo camino a la normalidad

Por Inshalatravel @inshalablog

Pasar por debajo de la Puerta de Brandemburgo puede parecer un hecho trivial, pero a veces las cosas no son tan sencillas como parecen, en mi caso ha sido en este mi tercer viaje a la ciudad de Berlin cuando he podido hacer por primera vez algo que todos los días hacen miles de personas. En mi visita anterior a la ciudad, la puerta estaba rodeada de vallas y parcialmente cubierta de andamios debido a unas obras de restauración. La primera vez un muro, una alambrada y buen número de soldados impedían tan siquiera acercarse a ella.

Por esta razón un acto tan normal y sencillo como cruzar la Puerta de Brandemburgo, fue para mí un momento especial y hasta emocionante, que realicé despacio y con cierta ceremonia. Estaba en la Pariser Platz, al otro lado de la puerta, veintiocho años después.

Unter den Linden, es el bulevar mas importante de Berlin, transcurre entre la Plaza de Paris y la Catedral y forma parte junto con la Calle del 17 de Junio del recorrido que hacían los dirigentes prusianos en las grandes celebraciones imperiales.

Recuerdo que en un edificio situado en esta avenida con aspecto de dirección general o delegación de algo, estaba el mejor restaurante de Berlín este, había más camareros que comensales y degustamos una excelente comida por un módico precio. Era el año 1987 y esta parte de la ciudad pertenecía a la RDA, en algunas zonas adyacentes al bulevar, daba la impresión de que el tiempo se había detenido en la primavera de 1945, edificios en ruina agujereados por la balas, calles desiertas y convoyes del ejercito soviético detenidos a la vuelta de la esquina.

Al final de la avenida además de la Catedral, se encuentra la "isla de los museos"donde se concentran cinco de los mas importantes museos de la ciudad, nos dirigíamos concretamente al "Neues Museum" para aprobar otra de mis asignaturas pendientes, contemplar el busto de la reina Nefertiti, en mi anterior visita lo estaban restaurando. Hoy en día esta animada y bulliciosa parte de Berlín nada tiene que ver con la ciudad fría y gris de los tiempos de la RDA.

En mi anterior viaje, un año y medio después de la caida del muro, no dediqué mucho tiempo a esta parte de Berlin, mis actividades se concentraron mas en los barrios de Kreuzberg, Spandau y el área de Ku'damm, tan solo una visita al "Pergamon Museum" donde se encuentra la impresionante puerta de Ishtar de la antigua Ciudad de Babilonia y la no menos impresionante Puerta del mercado de Mileto, transportadas piedra a piedra por los arqueólogos alemanes hasta la "isla de los museos".

Merecía la pena repetir, así que volvimos al Pergamon, para después dirigirnos siguiendo el antiguo trazado del muro occidental, hasta otro lugar emblemático de la ciudad, la Potsdamer Platz.

Como todo el mundo sabe, después de la total devastación a la que fue sometida la Ciudad de Berlin durante la segunda guerra mundial, aun tuvo que soportar otra no menos devastadora agresión. La construcción del muro de Berlín, llamado en la RDA, "muro de protección antifascista" y también conocido como "muro de la vergüenza" a principios de los años sesenta, que la partió en dos mitades durante casi tres décadas y que dejaría profundas huellas en su trazado y en sus habitantes, una ciudad convertida en dos, obligadas a darse la espalda.

La Potsdamer Platz, donde en el pasado se encontraba la Puerta de Potsdam es el paradigma del trauma berlinés, producido por la construcción del muro. Esta plaza era antes de la guerra, el corazón de la ciudad, encrucijada entre el antiguo centro situado en el este y el entonces nuevo Berlín oeste. Aquí se situó el primer semáforo del continente, al ser una de las plazas con más tráfico de Europa.

Fue destruida prácticamente por completo durante la guerra, después, tras años de abandono y cuando se iba a llevar a cabo un proyecto de restauración, se vio dividida y reducida definitivamente a un solar, por la construcción del muro que partió en dos su antiguo perímetro.

Tras cinco años de obras en 1998 fue inaugurada la nueva Potsdamer Platz, nuevo espacio público, cuyos edificios actuales han sido construidos por arquitectos de renombre internacional. Con edificios predominantemente de cristal, algunos de aspecto futurista, el conjunto no recuerda en nada a la plaza original.

Es cierto que la vida ha vuelto a esta emblemática plaza, pero es un sitio más de paso que otra cosa, hay dos grandes centros comerciales y jardines, pero no es un sitio para pararse mucho tiempo, como lo fue en el pasado.

Berlín es hoy todavía una ciudad sin terminar, después de la guerra fue el laboratorio perfecto para los arquitectos de todo el mundo, muchos edificios que reconstruir y muchos más por levantar de nuevo al haber sido destruidos por completo. Esto provocó una época dorada de la arquitectura en el Berlín occidental, donde entonces se creaba tendencia , no así en la parte oriental de la ciudad, donde se aposto por un modelo oficial de subsistencia, de baja calidad formal y constructiva, basada en materiales prefabricados.

En pocas ciudades de Europa se ven tantas grúas como en Berlin, a pesar del parón provocado por la crisis de estos últimos años, en esta ciudad no se ha dejado de construir, entre otras cosas por la necesidad de seguir reparando las cicatrices que dejó el muro a lo largo de sus 45 kilómetros de longitud, veinticinco años todavía no han sido suficientes.

Aunque la desaparición del muro de Berlín fue muy rápida, el muro que se había formado tras décadas de división en la cabeza y el corazón, de los berlineses, ese todavía no ha terminado de caer, aunque ya no tiene el efecto divisorio del pasado.

Con todo y con eso, serán los mas difíciles de derribar, todavía hoy mas del 60 % de los habitantes de esta ciudad considera que hay diferencias entre los que proceden del este y del oeste, entre los "ossies" y los "wessies".

Mucha gente originaria del este, considera que los del oeste son arrogantes, codiciosos y sin valores éticos, a la inversa, algunos "wessies" ven a los del este como gente desconfiada, poco ambiciosa y considera que las ayudas a las regiones orientales son malgastadas tanto o mas que las que van a los países del sur de Europa. Los prejuicios son más difíciles de derribar que los muros.

En 1989, nadie conocía la fórmula para pasar del comunismo a la democracia capitalista. La euforia inicial duro poco, cuando en el oeste se vio que las cosas no eran tan sencillas y en el este que el mundo capitalista no era tan bonito como se habían imaginado, hubo mucha decepción e incluso en algunos casos añoranza de tiempos pasados. A pesar de que las regiones más pobres y con más paro de Alemania, siguen siendo las de la antigua RDA, hoy día, nadie en su sano juicio querría volver a etapas anteriores.

No se si viviré para ver esta fascinante ciudad con sus deudas y herencias del pasado definitivamente liquidadas, de momento me seguiré dejando asignaturas pendientes, para volver siempre al menos una vez mas.

Por último quiero recordaros que hoy día siguen existiendo en el mundo otros muros de la vergüenza, que separan a la gente, como: el de Cisjordania, los de Eslovaquia, el de Chipre, la pared del Sahara, los de Irlanda del Norte y las vallas de Ceuta y Melilla. Independientemente de la excusa que se haya utilizado para su construcción, para lo único que sirven es para poner de manifiesto la injusticia, la desigualdad, la intolerancia y sobre todo la estupidez humana, no lo olvidéis.

Pepe

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