“Berlin Express” (1948), es un thriller del director Jacques Tourneur, el cual está protagonizado por Merle Oberon, Robert Ryan, y Charles Korvin.
Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, un grupo de personas de diversas nacionalidades viaja a bordo de un tren de Paris a Berlín, vía Frankfurt. Cuando el doctor Bernhardt (Paul Lukas), un pacifista cuya misión es unificar Alemania, es asesinado a bordo del tren, se desatan una serie de acontecimientos que pondrán en peligro a todos los pasajeros, quienes deberán unirse para descubrir quién está detrás del atentado.
La idea que daría vida a la historia de “Berlin Express”, nacería de un artículo de la revista “Life”, el cual relataba el tránsito de un tren del ejército de los Estados Unidos por el territorio ruso tras el término de la Segunda Guerra Mundial. Con la ayuda de Curt Siodmak y Harold Medford, el productor Bert Granet desarrollaría el guión de la cinta, la cual contaría con la ayuda del ejército de los Estados Unidos, y tendría la particularidad de ser el primer film hollywoodense rodado en Europa luego de la guerra. Granet escogería a Jacques Tourneur para dirigir la cinta, basado en sus trabajos anteriores al interior de la RKO. Si bien el director no realizó ningún tipo de sugerencia en relación al guión o a la elección del elenco, el director del estudio, Dore Schary, obligaría a Granet a contratar a la actriz Merle Oberon para interpretar el rol femenino protagónico. Junto a ella llegaría su marido, el director de fotografía Lucien Ballard, lo que provocó algunos problemas durante la filmación, los que afortunadamente no lograron influir en la calidad del producto final. El equipo de producción pasaría siete semanas rodando en locaciones en Paris, Frankfurt, y Berlin, lo que significó una verdadera aventura para los involucrados, quienes tampoco disponían de muchos recursos. De hecho, el equipo de filmación era tan escaso, que el director Billy Wilder tuvo que esperar que terminara el rodaje de “Berlin Express”, para poder tomar prestado lo que necesitaba para filmar “A Foreign Affair” (1948).
La trama de “Berlín Express” gira en torno al doctor Heinrich Bernhardt, un famoso activista alemán que tras la Segunda Guerra Mundial, encabeza una comisión que busca unificar Alemania. Será durante el viaje en tren que lo llevaría a una importante reunión con políticos aliados, que un agente que simulaba ser él, fallece en una explosión. Irónicamente, tras llegar a Frankfurt, Bernhardt termina siendo secuestrado por un grupo de miembros pertenecientes a un movimiento subterráneo neonazi. Sabiendo la importancia que tiene el doctor para el mantenimiento de la paz mundial, su secretaria, Lucienne Mirbeau (Merle Oberon) recluta a otros cuatro pasajeros del tren para emprender una improvisada misión de rescate, entre los que se encuentran: Robert Lindley (Robert Ryan), un norteamericano experto en agricultura; Henri Perrot (Charles Korvin), un francés sin profesión conocida; James Sterling (Robert Coote), un profesor británico; y Maxim Kiroshlov (Roman Toporow), un oficial del ejército ruso. Es así como en una Alemania sumida en ruinas, este grupo de coloridos personajes emprenden una carrera contra el tiempo que de fracasar, podría desatar un nuevo conflicto con consecuencias catastróficas.
Básicamente, “Berlín Express” puede ser vista como la fusión de dos películas. Por un lado, tenemos un cuasi thriller de espionaje en el cual un grupo de nazis tratan de silenciar a Bernhardt, cuya única esperanza de sobrevivencia reside en un grupo de desconocidos que deciden unirse en post del bien común. El otro film es un documental acerca de la situación de Alemania durante los primeros años post Guerra, haciendo hincapié en los aspectos económicos, sociales, políticos y militares, de un país completamente devastado. No solo resultan impactantes las escenas que examinan los restos la ciudad de Frankfurt, sino que estas también tienen un valor educativo, al estar acompañadas por una narrador que le explica al espectador la situación que se vivió en aquellos años en el país germano. Claro está que la decisión de filmar en las ciudades en las que transcurre la historia, estuvo ligada a algo más que el simple amor por el cine documental. Según Bert Granet, habría sido imposible realizar la cinta si hubiesen tenido que duplicar las ruinas que formaban parte del paisaje de Alemania en aquel entonces. A las razones económicas, se sumaba el hecho de que en aquella época, el público norteamericano sentía una atracción especial por las películas filmadas en locaciones reales, por lo que la inclusión de este tipo de escenas de seguro atraería un mayor número de espectadores a las salas de cine.
Desde un principio es evidente que el film presenta un claro mensaje anti-bélico. Tourneur no solo expone las consecuencias físicas y sociales de la guerra, sino que además se preocupa de establecer la idea de que no existen ganadores en este tipo de conflictos. Incluso entre los mismos aliados, existe un nivel de desconfianza considerable, y un fuerte deseo por imponer su visión del mundo. Por este mismo motivo, es que pese a compartir un objetivo común, son varios los conflictos que se presentan al interior del grupo de protagonistas. Y es que básicamente estos hombres vienen a representar a los cuatro poderes (o cuatro naciones) que se encontraban en una pugna por el control de las ciudades alemanas al momento del rodaje del film. En cierta forma, Tourneur prevé el conflicto que estaba por estallar (la Guerra Fría), y ofrece una solución basada en su propio optimismo. Resulta curioso que el personaje que más se resiste a la idea de cooperar para encontrar a Bernhardt, es Kiroshlov, el oficial del ejército ruso. La fragmentación existente entre los integrantes de este grupo de héroes accidentales, queda bien establecida en una de las frases que Robert Lindley le dice a Kiroshlov: “Nosotros intentamos entenderte. ¿Por qué tú no tratas de entendernos a nosotros?
Probablemente uno de los puntos más bajos del film, sea la construcción de los personajes protagónicos. En general, la gran mayoría de los personajes resultan ser bastante unidimensionales, por lo que al espectador le resulta difícil sentirse identificado en algún nivel con ellos, o preocuparse por lo que les pueda pasar, aún cuando comparte su causa. Es por esto que el mensaje de hermandad que el personaje de Robert Ryan intenta transmitirle a la audiencia, no alcanza la intensidad que se supone debe tener. Las actuaciones en general resultan convincentes, con la excepción de Merle Oberon, quien realiza un trabajo más bien mediocre. Lo que es aún peor, es que la química con el personaje de Robert Ryan es casi inexistente, por lo que las escenas románticas que protagonizan se ven demasiado artificiales. En la vereda contraria, se encuentra el excelente trabajo de fotografía de Lucien Ballard, quién no solo retrata de manera esplendida las ruinas de Frankfurt, sino que además dota al film de una atmósfera opresiva y algo melancólica. Por otro lado, la banda sonora compuesta por Frederick Hollander si bien es correcta, no es demasiado relevante, por lo que rápidamente pasa a ser olvidada por el espectador.
“Berlin Express” no solo es un entretenido thriller, poseedor de un ritmo narrativo bastante dinámico, sino que también se ha transformado en un verdadero documento histórico, que a diferencia de otras producciones hollywoodenses, no busca ensalzar a los ganadores y juzgar a los perdedores del lamentable conflicto bélico, sino que intenta retratar la situación existente en aquel entonces de la manera más objetiva posible. Por otro lado, si bien en un principio del film Tourneur nos invita a descubrir quién de los pasajeros del tren es el responsable del atentado en contra del doctor Bernhardt, el aspecto “whodunit” de la historia pasa a segundo plano, siendo retomado solo en el último tramo de la cinta. El director ocupa gran parte de metraje explorando temas tan propios de su cine, como el miedo al fracaso y el deseo humano de enfrascarse en tareas que parecen imposibles, lo cual funciona en más de un nivel. Y es que por momentos, tanto el rescate de Bernhardt como la unión entre los países aliados, se ven como tareas casi utópicas, donde el simple optimismo no es herramienta suficiente para lograr dichas metas. Por todo la antes mencionado, es que “Berlin Express” se presenta como una obra interesante, aún cuando este no sea uno de los mejores films del gran Jacques Tourneur.
por Fantomas.