Revista Opinión
El domingo pasado, Silvio Berlusconi propuso unos consejos a la juventud de su propio partido que dieron, rápidamente, la vuelta al mundo. Entre chistes baratos y chascarrillos, recomendó a los jóvenes que no leyeran periódicos. Según él, la Thatcher le dijo, en una ocasión, que no se podía gobernar por culpa de los medios de comunicación, que deprimen. De ahí su recomendación de alejarse de ellos. Berlusconi les sugiere que emigren al extranjero, “mirando a Italia desde Berlín o Nueva Cork”, sobre todo cuando, en Italia, escasea el trabajo y hay que olvidarse del contrato indefinido. Les propone que no piensen sólo en el contrato fijo y que opten por crear algo por si solos, como él ha hecho. “Con mi pasado –les dice– no puedo hacer otra cosa que aconsejaros que no penséis sólo en ser contratados por una empresa, sino que hagáis algo vosotros mismos. Así inicié yo mi vida y, aunque no tenía dinero, surgió la posibilidad de crear algo importante”. Además, invita a las jóvenes a que busquen a un millonario para casarse. Y les habla de la “conveniencia” de buscarse un novio rico. “Sé que me van a criticar, pero lo tengo que decir: yo tengo una larga lista de chicas que hacen cola para casarse conmigo, pues soy simpático, tengo dinero y la leyenda dice que no lo hago mal. Además, piensan que soy viejo y que, por tanto, heredarían pronto”. Por si todo esto fuera poco, Berlusconi asegura que puede meter siete sin sacarla y que le lanzan bragas por allí donde pasa con el número de móvil. Y reconoce que hay una leyenda que asegura “que no lo hace mal”.
Berlusconi comenzó su intervención, a la clausura de Atreju”, unas jornadas organizadas en Roma por los jóvenes del PDL, deseando abrazar a todas las chicas presentes y terminó pidiéndole el número de teléfono a una de las jóvenes que le hizo una pregunta. Volvió a lanzar comentarios sobre las mujeres, intercalándolos con consideraciones serias respecto a la actual situación de su Gobierno y provocando risas entre los asistente. Aseguró que no habría elecciones anticipadas y que contaba con la mayoría en el Parlamento, a pesar de la ruptura con su aliado Gianfranco Fini.
Hay quien califica estas salidas de graciosas e histriónicas. Otros, en cambio, las consideran como lamentables eruptos de alguien con la cara más dura que el cemento que juega a ser un político.