Recuerdo el callejón de al lado de tu casa. Solía esperarte cada mañana, me gustaba acompañarte a la puerta de la escuela y dejarte un beso en la frente para desearte un buen día.
Recuerdo el primer beso que me robaste. Tus ojos pícaros brillaron y mi cuerpo se zarandeó por una descarga eléctrica. En ese mismo momento supe que nunca podría dejar de amarte.
Recuerdo todos los besos que vinieron después, bajo la luna llena y con el olor de la dama de noche que nos calaba hasta los tuétanos.
Recuerdo verte venir hacia mí, hacía el altar. Recuerdo cada segundo de mi vida contigo, de tu vida conmigo.
Recuerdo por tí ahora que tú no puedes. Te amo y vivo en tu olvido.