La imagen tomada por Marco Bertorello (AFP).
Pocas experiencias resultarán tan decepcionantes como amanecer medio drogado y comprobar que te han robado no ya la cartera, sino parte de los ahorros que guardabas en el banco. Hace unos días, la Policía detuvo en Madrid a dos mujeres que engañaban a hombres de edad avanzada a los que se acercaban en salas de fiestas. Las dos pájaras distraían a la víctima con vaya a saber qué conversación y colocaban en su bebida una buena dosis de ketamina, que es una sustancia que se utiliza para mantener la anestesia general. Luego, acompañaban al hipotético ligón a un cajero automático, le hacían sacar parte de su saldo y desaparecían. La Policía llama a este método el “beso del sueño”.
Me he acordado de este caso cuando he sabido que un policía italiano ha denunciado a una mujer por acoso sexual. Nada raro. Está probada la atracción que los uniformes provocan en individuos de ambos sexos. Lo extraño es que la denuncia se ha desencadenado por un beso en una manifestación. Y hay que ver qué beso, porque él llevaba un caso antidisturbios con la visera bajada.
Una buena experiencia para entender por qué la Policía hace algunas veces lo que hace es tratar de calzarte un casco antidisturbios. Cuando has conseguido introducir la cabeza, notas que se vence, se va para los lados sin control, con la consiguiente amenaza para tu integridad física. En ese momento piensas en aquello de cabeza, tronco y extremidades y ves todas separadas. Los antidisturbios tienen el cuello tan ancho para sujetar el casco, no hay más misterio. Y, luego, trata de oír o de hacerte entender con otro tipo o tipa que lleve la testa de la misma guisa.
Vuelvo al beso. Nina de Chiffre se apuntó a una manifestación contra el tren de alta velocidad en el norte de Italia e, ignoro si con la complicidad del fotógrafo de AFP Marco Bertorello, besó al poli para dar lugar a una bonita foto, en la que el agente hasta cierra los ojos, no sé si por miedo o por disfrutar del momento. Los sindicatos de policía tienen poco sentido del humor y uno que se llama COISP ha denunciado a Nina. “¿Y si yo le hubiera acariciado el trasero?”, se pregunta indignado un dirigente sindical. Pues serías un cerdo, ¿qué quieres que te diga? Pero está claro que no es lo mismo y espero que el juez evite que Nina, a sus 20 felices años manche su certificado de penales con una condena por un gesto tan poco punible. El escritor francés Guy de Maupassant lo dejó escrito: “Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado”.