La primera mujer afroamericana piloto de la historia.
Elizabeth Coleman nació el 26 de enero de 1892 en Atlanta, Texas, como la décima de los trece hijos de los granjeros George y Susan Coleman. Coleman comenzó la escuela a los seis años de edad, un establecimiento para alumnos afroamericanos de una sola habitación, y tenía que caminar casi seis kilómetros y medio cada día para llegar. Aunque a veces no tenía los útiles escolares básicos, como tiza y lápices, Coleman era una alumna excelente. Le encantaba leer y destacaba en matemáticas, lo que la llevó a graduarse tras haber completado ocho años de educación escolar. Cada año, su rutina, que consistía en ir a la escuela, a la iglesia y ayudar en las tareas del hogar, se interrumpía por la cosecha del algodón.
En 1901, la vida de Coleman dio un giro dramático, su padre abandonó a su familia, harto de las barreras raciales en Texas y regresó a Oklahoma, en ese momento territorio aborigen, para mejorar su calidad de vida, pero Susan y los niños no le acompañaron.
Cuando cumplió dieciocho años, reunió todos sus ahorros y se inscribió en la Universidsad Colored Agricultural and Normal (en la actualidad llamada Universidad Langston) en Langston, Oklahoma. Completó un solo curso, ya que el dinero se le terminó muy pronto y debió regresar a su hogar. Coleman sabía que no tendría futuro en su pueblo natal, por lo que en 1915 se mudó con dos de sus hermanos a Chicago, donde inició la búsqueda de un empleo.
Allí trabajó en la peluquería White Sox como manicura y pasaba el tiempo escuchando a los pilotos que habían vuelto de la Primera Guerra Mundial, quienes relataban sus aventuras por el mundo durante la guerra. Con el tiempo, Coleman empezó a fantasear con la idea de ser piloto. Aunque no podría ser admitida en las escuelas de vuelo de Estados Unidos por ser negra y mujer. Ni siquiera un aviador estadounidense afroamericano podría entrenarla. Sin embargo, Robert S. Abbott, fundador y editor del Chicago Defender, la alentó a que estudiara en el extranjero. Coleman recibió ayuda económica del banquero Jesse Binga y del Defender, que hizo hincapié en su personalidad extravagante y en su belleza para promover el periódico y su causa.
Licencia de aviación de Coleman.
Coleman tomó clases de francés en la Escuela Berlitz en Chicago y el 20 de noviembre de 1920 partió rumbo a París. En Francia, aprendió a volar en un biplano Nieuport Tipo 82. El 15 de junio de 1921, Coleman se convirtió no sólo en la primera mujer afroamericana en obtener una licencia de aviación internacional por parte de la Fédération Aéronautique Internationale, sino también en la primera afroamericana en el mundo en obtener una licencia de piloto de aviación. Decidida a mejorar sus habilidades, Coleman pasó los dos meses siguientes tomando lecciones de un piloto francés cerca de París, y en septiembre partió rumbo a Nueva York.
Avión Nieuport donde Bessi Coleman comenzó a volar.
Coleman se dio cuenta rápidamente que para ganarse la vida como piloto civil (la era de los vuelos comerciales no llegaría hasta por lo menos diez años después) tendría que dedicarse a las exhibiciones aéreas para el entretenimiento y actuar para el público. Sin embargo, para tener éxito en un campo tan competitivo, necesitaba clases avanzadas y un repertorio más extenso. Después de regresar a Chicago, descubrió que nadie estaba dispuesto a enseñarle, por lo que en febrero de 1922 partió nuevamente hacia Europa. Pasó los dos meses siguientes en Francia, donde tomó cursos avanzados de aviación; después visitó los Países Bajos para encontrarse con Anthony Fokker, uno de los diseñadores de aeronaves más distinguidos del mundo. También viajó a Alemania, donde visitó la Corporación Fokker y recibió entrenamiento adicional por parte de uno de los principales pilotos de la compañía. Regresó a los Estados Unidos con la confianza y el entusiasmo que necesitaba para lanzar su carrera en el vuelo de exhibición.
En septiembre de 1921, se convirtió en una sensación de los medios cuando regresó a su país. "Queen Bess" ("la Reina Bess"), como era conocida, fue muy popular durante los cinco años siguientes. Invitada a eventos importantes y entrevistada muy a menudo por los periódicos, era admirada tanto por los afroamericanos como por los blancos. Los aviones que solía volar eran los biplanos Curtiss JN-4 "Jenny" y otras aeronaves de guerra, que habían quedado desde la Primera Guerra Mundial. El 22 de febrero de 1922, enLos Ángeles, California, se quebró una pierna y tres costillas cuando su avión se atascó y se estrelló. Hizo su primera aparición en una exhibición de vuelo en los Estados Unidos el 3 de septiembre del mismo año, en un evento organizado para honrar a los veteranos del Regimiento de Infantería número 369, compuesto en su totalidad por afroamericanos, llevado a cabo en Long Island, cerca de la ciudad de Nueva York y patrocinado por su amigo Abbott y por los editores del periódico Chicago Defender. En el espectáculo, Coleman fue presentada como "la aviadora mujer más grande del mundo" e incluyó exhibiciones aéreas de otros ocho pilotos estadounidenses, y un salto en paracaídas de Hubert Julian.
Seis semanas más tarde, regresó a Chicago para realizar una demostración de maniobras temerarias, incluyendo figuras, vueltas y vuelos a ras del suelo ante un público entusiasta y numeroso en el Aeródromo Checkerboard (en la actualidad, el Aeropuerto Internacional Midway).
Pese a sus logros, la emoción de las exhibiciones de vuelo y la admiración del público eran solo una parte del sueño de Coleman. Nunca se olvidó de una promesa que se había realizado a sí misma durante la infancia, que era "ser alguien importante". Como aviadora profesional, Coleman sería muy criticada por la prensa por su naturaleza oportunista y el estilo extravagante que demostraba en sus espectáculos aéreos. Sin embargo, ganó rápidamente una reputación como piloto habilidosa y arriesgada que no se detenía ante nada para completar una maniobra peligrosa.
A través de sus contactos en los medios, se le ofreció un papel en un largometraje titulado Shadow and Sunshine, que sería financiado por la African American Seminole Film Producing Company. Aceptó encantada, ya que esperaba que la publicidad le ayudara a avanzar en su carrera y le proporcionara el dinero que necesitaba para establecer su propia escuela de vuelo. Sin embargo, al descubrir que en la primera escena de la película debía aparecer vestida con ropa hecha jirones, con un bastón y una mochila en sus hombros, se negó a continuar. Según Doris Rich, "la decisión de Bessie de abandonar el rodaje fue claramente una cuestión de principios. Aunque era oportunista en lo que respecta a su carrera, nunca fue oportunista en lo que respecta a su raza. No tenía la intención de perpetuar la imagen despectiva que la mayoría de los blancos tenían de los afroamericanos".
Coleman no viviría lo suficiente para cumplir su sueño más grande, que era establecer una escuela para aviadores jóvenes y afroamericanos, pero sus logros como pionera inspiraron a una generación de hombres y mujeres afroamericanos. Según el Teniente William J. Powell, en su libro de 1934 Black Wings, "Gracias a Bessie Coleman hemos invadido lo que era peor que las barreras raciales. Hemos invadido las barreras que existían dentro de nosotros mismos y nos hemos atrevido a soñar". Powell combatió en una unidad segregada durante la Primera Guerra Mundial, y promovió la causa de la aviación afroamericana sin descanso, en su libro, sus periódicos y el Aeroclub Bessie Coleman, que fundó en 1929.
El 30 de abril de 1926 falleció a la edad de 34 años en Jacksonville, Florida, al salir disparada del avión que pilotaba tras un fallo en el motor. El avión se estrellaría con su mecánico y publicista en el interior, que iba de copiloto.
Una mujer que también se atrevió a romper barreras y perseguir y luchar por su sueño aunque no llegara a verlo realizado del todo. Pero sus logros como pionera en el mundo de la aviación abrieron muchas puertas a quienes vinieron después. No lograría abrir una escuela para pilot@s de color, pero abrió la mente de generaciones posteriores.
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