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#betisleaks: el expediente saz (ii)

Publicado el 27 febrero 2016 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

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Dejábamos el capítulo anterior con algunos apuntes sobre las excelentes relaciones de Benito Villamarín con poderosos mandos militares de la España franquista, mientras que al cierre del post se insertaba una imagen con el llamativo chalet edificado por el magnate de las aceitunas en Lora del Río, el mejor símbolo de la opulencia del empresario gallego en aquel momento, como lo serían también, entre otros, sus promociones inmobiliarias en el barrio de Los Remedios, o la copa más valiosa que se guarda en las vitrinas del Real Madrid, donada para la disputa del primer Trofeo Villamarín en 1960, y conquistada gracias a un gol de quien fuera gran figura sevillista Pepillo.

Lo de valioso no es exageración, es literalmente así, no por la enjundia deportiva del campeonato, evidentemente, sino por tratarse de un trofeo de oro, según llegó a publicarse, de 22 kilates, valorado en casi un millón de pesetas de la época, un lujo al alcance de muy pocos en aquellos tiempos, menos aún para un objeto de estas características, pues estamos hablando, si actualizamos el valor adquisitivo de dicho coste desde 1960 a nuestros días, de unos 180.000 euros, y eso sin conocer el valor de su peso en oro según la cotización vigente.

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Por eso no es de extrañar el tremendo enfado del Presidente orensano con el comportamiento de la afición bética en aquel trofeo. Como al mismísimo Manuel Ruiz de Lopera, a Villamarín le dolía también cada céntimo que ponía en riesgo en sus transacciones.

Recordemos que el paralelismo entre ambos dirigentes es más que notable y a las pruebas nos remitimos. El nombre del estadio, su celo con el dinero o atizarle a su propia afición no son más que algunas de esas muchas similitudes de estos dos auténticos mitos verdiblancos.

Ya saben que el ídolo caído del Fontanal calificó en su día a los suyos como “criaturitas”, pero quizás ignoren que D. Benito ya los había bautizado décadas antes con un agudísimo béticos de taberna. Distintas expresiones, pero un mismo concepto. Como si el tiempo no hubiera pasado.

Lo cierto es que aquel trofeo que llevaba el apellido del industrial gallego, había sido consecuencia directa del traspaso de Del Sol al Real Madrid y la cuenta de las compensaciones económicas tenía que cuadrar. Finalmente Villamarín, tras aquel enorme fiasco, acabó sincerándose públicamente en una inolvidable entrevista:

"Tengo el propósito de reorganizar el Betis de arriba abajo y de imponerle una mayor disciplina.”

Hay mucho de mito en la afición bética”.

(…)

--Don Benito, ya pasó el torneo que montó con tanto entusiasmo y tanto desvelos y ahora quisiera que nos dijera cuáles son sus impresiones sobre el mismo.

El señor Villamarín meditó unos momentos y seguidamente respondió:

--Desde el punto de vista deportivo, creo que ha sido un éxito. Los equipos participantes respondieron totalmente a su categoría y a su prestigio y nos ofrecieron partidos magníficos que tardarán mucho tiempo en olvidarse en Sevilla, si es que alguna vez se olvidan.

En el aspecto económico, en cambio, hay que decir que la afición no ha respondido como era de esperar. Heliópolis no se llenó ni una sola vez, ni siquiera en la final, y las jornadas que se celebraban tenían, a mi modo de ver, la suficiente importancia y la suficiente categoría para que se hubieran agotado las localidades.

Lo ocurrido, que no se llenara el campo ni una vez, me ha demostrado algo que yo siempre me había resistido a creer. Y es que hay mucho de mito en la afición bética. Los béticos hablan mucho, exigen mucho, pero a la hora de prestar su colaboración y su apoyo económico al club, no se muestran con la misma fuerza, el mismo entusiasmo y la misma pasión con que discuten en la calle las cosas del Betis.

Se pide a la Directiva que traiga buenos jugadores, que haga fichajes sensacionales y no se piensa que para ello es preciso el apoyo económico de los aficionados. Los béticos quieren que el Betis sea un gran club, pero ellos ponen muy poco de su parte para que ese propósito se logre. Ahora, con motivo del torneo internacional que se ha celebrado en Heliópolis, yo esperaba que la afición bética se volcara, diciéndonos con su asistencia en masa al campo que quería."

Respecto a los tentáculos de Benito Villamarín dentro de la cúpula de poder de la Dictadura, se puede ampliar información en el siguiente enlace, “De cómo un gallego llegó a ser presidente del Betis”. El ejemplo más destacado tradicionalmente es su amistad reconocida públicamente con el general Eduardo Sáenz de Buruaga y Polanco, de quien confesaba ser amigo íntimo:

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“Un día recibí una consigna de mi gran amigo, de mi respetado general don Eduardo Sáenz de Buruaga: hice, lo que hice en la guerra, cumplir la orden que recibí”.

Según puede leerse en el portal bético betisweb.com, el sábado 6 de septiembre de 1952, el club bético verifica un homenaje al general Sáenz de Buruaga, flamante Capitán General de la 2ª Región Militar:

“…Sáenz de Buruaga es homenajeado en el septiembre citado, en el mismo Estadio de Heliópolis, el día de la presentación del Equipo Verdiblanco ante la Afición, en partido amistoso contra el CD Mestalla. Buruaga de esta forma, recibe el reconocimiento por los desinteresados servicios hacia el Club Blanquiverde durante años. Los obsequios consisten en un Escudo y un Pergamino, en el que se nombra Presidente de Honor del Real Betis Balompié.”

Ésta es la crónica publicada en el ABC de Sevilla el 7 de abril siguiente:

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“En la tarde de ayer, y en el campo de Heliópolis, se celebró un homenaje en honor del capitán general de la II Región Militar, don Eduardo Sáenz de Buruaga y Polanco.

Asistieron al mismo el presidente del Real Betis Balompié, don Manuel Ruiz y toda la directiva; el secretario general de la Federación Andaluza, señor Lama; el primer teniente de alcalde, señor Valera de la Cerda y otras personalidades, la totalidad de los jugadores blanquiverdes y gran número de socios y simpatizantes del Club.

El acto dio comienzo en unas palabras del señor Ruiz, quien puso de relieve, con frases de gratitud, el afecto con que el general Sáenz de Buruaga viene distinguiendo al Betis, al que corresponde el club entero con imperecedero reconocimiento.

Acto seguido, el homenajeado dirigió la palabra a los asistentes. Tras de hacer constar su agradecimiento por la distinción de que se le hacía objeto, el señor Sáenz de Buruaga rememoró sus años mozos, en los que practicó el fútbol con entusiasmo, práctica que hubo de abandonar debido a su carrera.

Destacó el lucido historial del Real Betis Balompié, con los éxitos nacionales obtenidos, diciendo después que el club blanquiverde contó siempre con todas sus simpatías. Dirigiéndose expresamente a los jugadores, les recordó las obligaciones que como tales tienen contraídas con la afición, a la que jamás han de defraudar, poniéndolo todo a contribución para ello, incitándoles, por último, a que sean deportivamente ejemplares.

Terminó con un ¡ Viva el Betis ¡ que fue entusiásticamente contestado.

Después, entre grandes aplausos, el señor Ruiz le hizo entrega de un valioso distintivo de la sociedad, así como del título de presidente de honor de la misma.

Finalmente, se sirvió una copa de vino”.

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¿Cuáles fueron los desinteresados servicios de Sáenz de Buruaga durante años al club verdiblanco?

Queremos pensar, quizás inocentemente, que no se cuenta entre dichos servicios alguna mano negra de ingrato recuerdo en sevillista. Curiosamente, por ejemplo, en la trágica tarde de El Bardín, Buruaga se encontraba junto con Moscardó (sí, el mismo del caso Antúnez) presenciando el Atlético Aviación-Valencia de la última jornada liguera, como si presintieran ambos, qué casualidad, que el Sevilla F.C. acabaría cayendo ante un estimuladísimo Hércules en Alicante y tuvieran certeza absoluta en la victoria madrileña. El título y la celebración se quedarían precisamente en Vallecas, en el encuentro que presidían.

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Pero no nos desviemos, al menos por ahora. Conocemos algunos de los favores de Buruaga posteriores a su homenaje en Heliópolis, como facilitar refuerzos para el Real Betis Balompié en forma de jugadores procedentes del Real Madrid, como fue el caso de Sabino Barinaga, o incluso la propia imposición, antes comentada, de Benito Villamarín como presidente bético llegado ya 1955.

Sin embargo, pese a no interesarle especialmente el fútbol, Benito Villamarín había tenido sus primeros escarceos en verdiblanco a finales de la década de los cuarenta, sin llegar a ocupar aún puestos directivos.

El veneno del beticismo se lo fueron inoculando poco a poco amistades tan importantes en su vida como la de su compadre y Capitán-médico durante la guerra Andrés Gaviño Gordillo, que desde 1935 se dedicaba también al entamado y envasado de las aceitunas procedentes de su hacienda de Espartinas, como el propio Villamarín.

Pero sobre todo, sería Francisco de la Cerda Carmona quien más insistiera en adoptarlo para la causa bética. De la Cerda era socio de negocios de Benito Villamarín, fue vicepresidente del club en la temporada 1950-51, sería posteriormente presidente hasta 1952, acompañando al gallego como miembro de su directiva cuando éste ocupó el sillón presidencial.

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Así lo relataba hace unos años su nieto, directivo sevillista por cierto, Enrique de la Cerda Cisneros, en una entrevista:

"Fue presidente en una época difícil, en esos años hubo hasta tres presidentes. El reconocimiento mayor que tiene es que era socio de negocio de Benito Villamarín. Mi abuelo trabajaba en Córdoba y Cádiz y Villamarín en Galicia. Le presentó el mundo del Betis, le apasionó y luego fue ese presidente tan importante que relanzó al club. Se puede decir que fue el introductor en el Betis de Benito Villamarín, del que fue vicepresidente posteriormente. Tenían un denominador común con Miguel Guillén: negociaban con aceites y jabones".

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Pendiente de todo, las aptitudes empresariales y como gestor del industrial gallego se aparecían ante Buruaga como idóneas para gobernar un club de rumbo tan inconsistente como el Betis, y además, no puede descartarse que Don Eduardo tuviera perfectamente constatada en Villamarín su determinación para actuar y conseguir resultados en supuestos muy concretos.

Recuerden aquello de “desinteresados servicios hacia el Club Blanquiverde durante años …”

… Continuará.


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