Revista Cine
Creadores: Vince Gilligan & Peter Gould
Ok, perdón, pero había olvidado que ayer daban el último episodio de la tercera temporada de "Better Call Saul", ya saben, una "serie original de Netflix", que, como tal, lanza todos sus episodios semana a semana y, por alguna razón, un día después de ser emitida por AMC (cuánta generosidad por parte de N******), pero oigan, hay que aceptar los misterios de la vida. Lo que quiero decir es que mañana sí que sí seguimos con la retrospectiva al cine de Ben Wheatley.
Luego de la traición que da fin a la segunda temporada, las cosas se ponen cuesta arriba para Jimmy McGill.
A decir verdad no hay mucho que decir sobre esta temporada que no haya dicho en las anteriores, pues todas gozan de una calidad incuestionable con respecto a la realización (escritura, dirección, producción) de cada episodio, lo que de buenas a primeras hace de "Better Call Saul" una serie muy agradable y satisfactoria de ver (una delicia en ocasiones), con sus escenas conmovedoras y otras tantas tensas y agobiantes, característica lograda sobre todo gracias a la integridad y/o coherencia artístico-narrativa instalada desde los tiempos de "Breaking Bad", que hacen de sus tramas y personajes, más que un entretenimiento pasajero, desafiantes y sinceras historias, así en palabras simples, sobre la moral de personajes de carne y hueso puesta a prueba en toda clase de situaciones impensadas (que es cuando la moral muestra su verdadera cara). Así, tenemos al personaje de Mike, ya saben, el silencioso pero efectivo calvo (de intachable ética, por lo demás) que mientras cuida a su nieta también se codea con peligrosos elementos del submundo criminal de su ciudad (además de darnos clases de manualidades), y qué decir del protagonista, Jimmy McGill/Saul Goodman, un abogado de buen corazón pero de sucias artimañas que, la mayoría de las veces, afectan a terceros (¡incluso tiernas ancianitas!) en pos del beneficio personal, lo cual no deja al pobre sujeto indiferente. En este sentido, lo que sí ha ido variando a lo largo de las temporadas (concebidas, me consta, como un gran arco desarrollado, de manera pausada pero firme, a lo largo de X temporadas -yo apuesto a que serán cinco-) es el tono, pasando de uno cómico y ligero, cuasi festivo, con el protagonista viviendo de pequeños e ingeniosos engaños, a uno más bien amargo, un tanto cínico, con personajes sumidos en un estado de extrañeza y autocrítica constante y punzante que, sin importar las cosas, causa un halo de insatisfacción personal. Y es que el feudo entre Jimmy y su hermano Chuck, la rivalidad entre la admirable Kim Wexler y su ex-empleador Howard, o la peligrosa relación entre Mike y Salamanca (un personaje francamente detestable, y cómo me molesta lo mal que habla el español y el inglés) y el tipo de los pollos (que es chileno; vieran la algarabía que se formó acá con ese dato en el momento de su revelación), dan cuenta de que, en sus distintos mundos, en realidad ya no hay mucho que ganar, pues todos son, en cierta medida, unos derrotados (no lo mismo que fracasados o perdedores, por favor, que la cosa no se trata de mí). Me parece que ésa es la constante de esta temporada: cuestionar las propias acciones, preguntarse si tanta planificación vale la pena, si lo "ganado" es un real aporte o motivo de orgullo y de si al final del día pueden mirarse de frente al espejo.
Y así las cosas, esta tercera temporada, que ha dado luces sobre la decadencia de Salamanca, la ascensión del chileno o el aún en pañales origen de Saul Goodman, culmina con otro golpe para Jimmy McGill, eso sí, un golpe más doloroso y definitivo. Al parecer esta temporada, en efecto, sí cierra un capítulo sumamente importante de este gran arco de X temporadas; la cuarta será una suerte de nuevo comienzo... un comienzo con la mira puesta en "Breaking Bad" (pero sin ser un simple refrito sin identidad... creo que eso ya lo dije antes en las otras entradas).
Recomendable y, en estos tiempos de series de cartón hechas para el populacho, imprescindible. Bien escrita, bien narrada y dirigida, bien actuada, pero sobre todo, honesta y fiel a sí misma. Insisto: imprescindible.