Beyond Mass Effect

Bioware año 2007 imbuido por la buena crítica obtenida por el título de rol llamado Jade Empire (2005) decide dar un paso más allá. La experiencia recolectada hasta entonces con sagas del peso como Baldur’s Gate (1998 – 2001) o Neverwinter Nights (2002 – 2003), así como el éxito obtenido tras sacar al mercado un producto de la magnitud de Star Wars: Knights of the Old Republic (2003) comúnmente conocida por KotOR. Hacen que la compañía ubicada en Canadá se lance a por un reto mayor.

Farscape (1999) una serie de culto sobre aventuras galácticas donde un humano – astronauta – se ve atrapado por un agujero negro y eso le abre la puerta al espacio sideral. Ésta sin ser la más significativa entre todas las series de la estirpe ejemplifica a la perfección la dificultad a la que los señores de Bioware decidieron enfrentarse. Crear un mundo desde cero, virgen, con sus subculturas y encima con perseverancia temporal durante la saga.

Con esa intención nació y creció Mass Effect – hasta llegar a la tercera y al parecer definitiva entrega – siendo un embrión de algo que necesitaba ir paso a paso para asentarse en una sociedad difícil de sorprender. Y tras el primer juego – largo, denso y no falto de errores – los señores de Bioware presentaron en sociedad su segundo concepto del título. Éste con mayor aceptación, mucho más ligero, ágil que el anterior y sin duda con una acogida entre el público mayor a lo presentado hasta entonces.

El carisma de el Comandante Shepard no fue suficiente para que una crítica dispar estigmatizase a la compañía de derruir la esencia del primer título. La misma prensa que antaño criticó, castigando con duras notas, el atrevimiento de querer realizar un juego de un culto más profundo. Poniendo en una tesitura complicada a la empresa canadiense, puesto que daba igual lo que se hiciera ya que el escarnio estaba asegurado.

Las ventas muchas veces son el único juez válido, la única vara de medir que sitúa a un título entre un supuesto “top” de calidad o no. Bien cierto es que tener detrás una campaña de publicidad potente, salir en un buen trimestre – casi sin competencia – y sobre todo que la economía no azote de forma demasiado punzante aquel mes favorecen y mucho la cantidad de títulos vendidos. Y así con estas expectativas muchos buscarán su lugar en las colas para comprar la conclusión de esta importante saga.

Muchas son las preguntas que deben responder, de hecho son tantas que el juego de cada uno es individual. Nuestras decisiones, nuestros caminos se bifurcan de tal manera que hace muy complicado encontrar a alguien que haya realizado las mismas acciones. Y aquí radica la grandeza de la saga, ya no por su profundidad sino por conseguir generar esa especie de “Your decision, your game” (tu decisión, tu juego) tan valorada por le gran público. Mass Effect concluye – al menos tal y como se conoce ahora – un mundo que ha sido hábilmente expandido por cómics, libros y quien sabe si por el paso de la gran pantalla.

Algo que dista muchos de las primeras criticas, algunas de ellas apuntando directas a la sien, disparando a quemarropa o peor por la espalda de forma trapera. Los inicios no podían ser fáciles, las referencias ineludibles con el mundo creado por George W. Lucas (Star Wars) o el fallecido Frank Herbert (Dune) necesitaba de tiempo para asentarse, paciencia para moldearse y que el público se familiarizase con cada uno de los rincones de esa nueva galaxia.

Algo que deberá valorarse desde la distancia, esa que marca el paso del tiempo y sitúa en el lugar que corresponde cada obra. Algo que hace olvidar esos pequeños o grandes errores y consigue alargar su existencia sin caer en el efecto “burn” – quemado – masacrando así toda la reputación hasta ahora acumulada. Mass Effect es una opereta espcacial – como el mencionado Farscape – como el exitoso BattleStar Galactica (1978) , StarTrek (1966) o tantas otras aproximaciones a hacer soñar con mundos espaciales, culturas extraterrestres o tecnologías imposibles de realizar a día de hoy.

Inicio, trama y conclusión. Cómo cuando íbamos a escuela y el maestro nos indicaba cuales eran los pasos de toda buena redacción. Haciendo hincapié en los adjetivos, en las comas, en los puntos. Mass Effect nos sitúa, nos presenta un mundo y desarrolla el epílogo de una historia ya escrita. Consiguiendo una extraña sensación que va desde la desorientación natural del no saber dónde estás al eterno interrogante del ¿y ahora qué?

Interrogante que por suerte la segunda entrega despeja – con mayor o peor acierto – y aunque sin duda se tiende al disparo gratuito y fuera de contexto. No cabe duda que es precisamente éste el hecho que aposenta la carga del trabajo argumental del juego. Mass Effect 2 sin duda sabe como atrapar – como las buenas tramas – al público, añadiendo colorido y luz a la experiencia. Rompiendo el ritmo y acelerándolo en el momento preciso, algo que deja con la boca abierta a más de uno, haciéndole creer que lo que está jugando es mucho más que un juego.

Cortinilla de transición, fundido en negro y fin. La única pregunta es saber hasta que punto todo lo realizado durante estos 6 largos años tiene verdaderamente influencia. Qué sorpresas nos tendrán guardadas, cómo acabarán nuestras decisiones por marcar el destino de una galaxia amenazada por tanto tráfico de intereses. ¿Quién será el traidor? Es una pregunta que repica en mi mente, ¿dónde estará el giro argumental que consiga levantarme del butacón y empezar a aplaudir? Existen tantas preguntas que personalmente creo que será mejor dejarse llevar y disfrutar el producto en bruto.