De la mano del guionista Jackson Stewart y la fiebre ochentera que vivimos de un par de años a esta parte, nos llega al Festival de Sitges en esta edición 2016, su debut como director, Beyond The Gates.
Dos hermanos se reúnen tras la desaparición de su progenitor para poner orden en el negocio familiar, una tienda de VHS especializada en cine de terror. Entre los vestigios de la era analógica encuentran un juego interactivo que tiene una presentadora con el rostro de Barbara Crampton y que parece tener alguna relación con lo sucedido a su padre.
Las influencias ochenteras, puede que no sean tan palpables como en Turbo Kid, pero están latentes. Bajo sus referencias visuales, la más evidente es el videoclub con miles de VHS en sus estanterías o el tablero de juego de mesa, aunque la esencia se mantiene en la puesta en escena.
En aspectos técnicos de iluminación y fotografía también hay momentos para la nostalgia, que junto a los tradicionales efectos especiales, de esos que hacen ‘chof’ sobre la pantalla, bien merecen un aplauso. Quizás, ha faltado alguna secuencia adicional más subida de tono, como las de cada llave.
Algún efecto infográfico ‘empaña’ la lograda parte artesanal, pero en líneas generales mantiene la esencia y el espíritu de la época a la que rinde homenaje. Los azules y fucsias inundan la pantalla en un delirio cómico y con una puesta en escena muy deudora de Historias de la cripta o Misterio para tres.
La película funciona de sobras con tan solo los tres personajes principales que actúan de manera correctísima para la categoría del producto; Margot, John y Gordon, interpretados por Brea Grant (Halloween II), Chase Williamson (The Guest), Graham Skipper (Almost Human). Este último me ha sorprendido porque no me gustó en The Mind’s Eye.
El tridente lleva todo el peso del film y ninguno resta protagonismo al otro. Los personajes secundarios, quedan en un segundo plano, quizás, destacar al vendedor de la tienda de antigüedades.
Un poco más de ritmo y celeridad en algún fragmento se agradecería, pero dicha falta, es un factor tan poco negativo, que además se compensa con cierto grado de suspense que nos mantiene atentos al desenlace.
No hace falta decir, que ese suspense se pierde por completo en un segundo visionado, que en el primero funciona a la perfección en todos sus engranajes. La banda sonora compuesta por Wojciech Golczewski (We Are Still Here) resalta todo el mencionado suspense, sin perder la esencia ochentera. Un soundtrack que destaca en el main theme, influenciado tremendamente por la ola de NewRetroWave con sintetizadores que hay en la actualidad, estilo VHS Glitch, Perturbator o Carpenter Brut y que cautiva a cualquier amante de dicha época.
Está claro que el film no va a pasar a ser un clásico ni a los anales del cine, pero que recomiendo ver al menos una vez al nostálgico de los 80.