sobre EL PATRIMONIO CULTURAL CRISTIANO EN EL PERÚ EN VÍSPERAS DEL
BICENTENARIO, llevado a cabo el jueves 21 de septiembre en la Sociedad
de Beneficencia.
Gracias a la Sociedad de Beneficencia que generosamente nos acogió y
gracias a la UCSS por apoyarnos en todo momento.
Han acudido unas 60 personas y aunque no pudo estar Monseñor Lino
Panizza ni la Dra M. Guerra, resultó brillante por el ponente Dr. P.
Javier Campos, quien fue distinguido con una placa.
PROGRAMA
6:00 p.m.: Dr. Luis Fernando Belleza, Secretario General de la
Sociedad de Beneficencia
6.05 p.m. Presentación: "Aportes del Dr. P. Javier Campos a la
historiografía del Perú, especialmente de su Patrimonio e
Independencia" Dra. Cristina Flórez,
6.15 p.m. "Reflexiones acerca del Patrimonio Cultural Cristiano del
Perú (1821- 2017), en vísperas del Bicentenario" Dr.P. Javier Campos
y Fernández de Sevilla, Director del Instituto Escurialense de
Investigaciones Históricas y Artísticas de Madrid
7:00 p.m : "El rol de la Iglesia en la Historia del Perú: hitos
cronológicos (1821-2017)" Dr. José Antonio Benito Rodríguez Director
del Centro de Estudios y Patrimonio Cultural de la UCSS
7:20 p.m. : "El Bicentenario, memoria y esperanza de la peruanidad"
Dra. Margarita Guerra, Presidenta de la Academia Nacional de Historia
7:25 p.m. : Entrega de reconocimiento a la labor académica del Dr.
Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla: Rv. P. Dr. César
Buendía Romero, rector UCSS
MARGARITA GUERRA. Doctora en Historia por la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Fue becaria del gobierno francés para realizar
investigaciones en el Archivo Nacional de París; al mismo tiempo
estudió en la Universidad de Sorbona (1963-1964). Obtuvo la beca del
Instituto de Cultura Hispánica y de la OEA para realizar
investigaciones en España (1975-1976). Ejerce la docencia en la PUCP
desde 1965, siendo actualmente la profesora principal del departamento
de Humanidades de dicha Universidad. Ha sido docente de la UNIFE, UPC,
Ricardo Palma, Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica (1967).
Ha sido directora del Instituto Riva Agüero les invito a visitar
TESOROS PUCP. Desde el 2015 es Presidenta de la Academia Nacional de
Historia del Perú. Sus últimas publicaciones: Cronología de la
Independencia del Perú (IRA, 2016), Manuel Pérez de Tudela, el
Republicano (2016, Fondo Editorial del Congreso del Perú). Les
comparto que el año pasado con motivo de la presentación de la obra de
nuestro homenajeado Catálogo de las Secciones Papeles importantes y
Emancipación del Archivo del arzobispado de Lima pronunció estas
interesantes palabras que rescato y comparto:
Esta obra constituye un aporte muy valioso para los investigadores no
solo de la Historia de la Iglesia, sino para la época en la cual
transcurren las diversas incidencias que desembocan en la proclamación
de nuestra independencia. Allí encontramos los expedientes referidos a
la Junta Eclesiástica de Purificación, que estuvo presidida por don
Toribio Rodríguez de Mendoza, uno de los precursores más
representativos y formador de muchos de los patriotas que integraron
el primer Congreso Constituyente en 1822. Contiene alrededor de unos
doscientos expedientes de los curas peruanos o americanos que tenían a
su cargo parroquias o doctrinas, a quienes se les exigió someterse a
la investigación de esta Junta ante la cual deberían probar su
patriotismo. Hay, además, una pregunta que muchos nos haremos en estos
días, y que es de gran trascendencia: ¿En qué medida estamos
respondiendo las generaciones actuales para dar continuidad a la
sociedad libre, justa, solidaria, patriota, democrática e igualitaria
que quisieron dejarnos como herencia nuestros antepasados? Incluso
podemos agregar una sociedad con mística católica. Revivir el ambiente
que vivieron nuestros antepasados desde finales del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX, es algo a lo que nos ayudan los Archivos y
nos facilitan su consulta Catálogos, como el que hoy se presenta.
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BICENTENARIO 2021: LA TOMA DE CONCIENCIA DE NUESTRA IDENTIDAD NACIONAL
Y EL COMPROMISO DE PERFECCIONARLA
Palabras de la Dra. Margarita Guerra, presidenta de la Academia
Nacional de Historia del Perú
Estimados amigos:
Mil disculpas por no poder estar con ustedes en un día tan especial de
recuerdos y esperanzas para nuestro próximo Bicentenario de la
Independencia del Perú. Una imprevista gripe, acentuada por la humedad
del ambiente me priva de tan grata compañía, pero la salud manda y hay
que cuidarse, sobre todo cuando ya la curva de los años lo exige.
Quería sin embargo acompañarlos en este evento porque la labor de
rescate de peruanidad, de identidad que está llevando a cabo la
Universidad Católica Sedes Sapientiae, a través de su Centro de
Defensa de nuestro Patrimonio y de nuestra Memoria Histórica, es un
ejemplo para el mundo académico, pues los logros que están alcanzando
ya están siendo conocidos y han merecido más de un galardón.
Quería compartir con ustedes el día de hoy algunas reflexiones acerca
de qué esperamos de estas ya próximas conmemoraciones que deben llenar
varios objetivos.
El primero de ellos mantener vivo el recuerdo del proceso que vivieron
nuestros antepasados entre finales del siglo XVIII y comienzos del
siglo XIX, que desembocó en el grito final de libertad en 1821, del
cual participaron todos quienes conformaban ya una comunidad de
hombres y mujeres que aspiraban a ser reconocidos como una entidad
autónoma, capaz de tomar sus propias decisiones y que, paso a paso iba
cobrando características nacionales, e iba consolidando una voluntad
común de labrar un futuro común.
El segundo, no solo fue tener un futuro común, sino vivirlo dentro de
ciertos parámetros que diesen paso a una sociedad armónica, en la cual
el bien común fuese una realidad y no una quimera. Quienes dieron vida
y hacienda, hace dos siglos, lo hicieron con toda generosidad, para
consolidar una sociedad abierta a todos los habitantes de estos
territorios que se llamaban americanos o hermanos americanos y que
buscaban la justicia, la paz y la verdad. Más tarde, sin embargo,
empezó a distorsionarse ese ideal, al surgir las luchas por el poder
con la presencia de los caudillos militares, los cuales si bien, puede
decirse que fueron necesarios en un comienzo para evitar situaciones
anárquicas, luego estos mismos salvadores se dejaron llevar por los
apetitos personales y se destruyó una posible unidad americana, que
quizá habría evitado muchos de los conflictos actuales.
El tercero fue ganar prestigio a nivel internacional, es decir, poder
insertarse en la sociedad universal para compartir los conocimientos
ancestrales que les permitieron formar imperios de cultura avanzada
tanto en lo social, como en el aprovechamiento del territorio y sus
riquezas, cuanto en la misma organización social. El Perú fue uno de
los primeros que en el siglo XIX buscó consolidar la unidad americana
para conseguir el respeto de las potencias, pero el sueño Sudamericano
no fue debidamente comprendido y lo que Basadre llamó "los estados
desunidos de América del Sur" se produjo y perdimos muchas
oportunidades de consolidar una "patria grande".
El cuarto, y no menos importante, fue la gran ilusión republicana,
como símbolo de la democracia. No obstante, debemos reconocer que los
conceptos que debieron internalizarse en esta sociedad que luchaba por
la libertad, por la independencia para no ser súbditos de nadie, sino
ciudadanos, no llegaron a ser realmente comprendidos por todos, lo
cual se vio en los congresos, en las asambleas públicas y en el
periodismo. Muchos gritaron república, pero no captaban claramente la
esencia del término. Clamaban libertad, pero no sabían aplicarla, dado
que la libertad tiene límites, marcados por los derechos de los otros,
sin embargo – como hasta hoy – todos exigían derechos, pero no
reconocían la contraparte, es decir, los deberes. Muchos hablaron de
democracia, pero no conseguían pensar en que la democracia implicaba
igualdad para todos. Así, Felipe Pardo y Aliaga en su burla sobre la
Constitución ironizaba como con la Constitución se igualaba al
académico con el negro liberto, considerando esa situación como
irrisoria.
Otro concepto no comprendido fue la Constitución. Todos reclamaron a
San Martín una Constitución y un Congreso como resultado obligado de
la independencia, pro ninguna Constitución resultó suficientemente
satisfactoria, unas muy liberales, otras muy conservadoras, por lo
tanto no se llegaban a respetar en su integridad. Igualmente, el
Congreso fue sinónimo de la institución netamente revolucionaria,
porque se componía mediante elección popular, pero hubo mucha
reticencia a aceptar como sufragista a todos los nacidos en tierra
peruana y mayores de edad. Se impuso la votación indirecta.
¿Qué significa, entonces, el Bicentenario próximo? Yo diría que luego
de doscientos años el Perú, necesariamente ha madurado, la nación se
ha asentado, pero nunca podremos decir que ha llegado a su
consolidación definitiva, porque la nación la conformamos todos,
formamos una sociedad y la sociedad es un organismo vivo que
permanentemente sufre transformaciones y va incrementando sus
componentes y, de una u otra forma los va asumiendo, lo cual da como
resultado un producto en cierta forma nuevo, aunque mantenga una
columna vertebral que es la que articula todos estos aportes y
mantiene la unidad, por esto podemos decir que la nación
constantemente va sufriendo algunos cambios, pero que no desdicen de
su matriz.
Por esto el Bicentenario debe ayudarnos a tomar conciencia de cómo se
ha ido construyendo la nación, nuestra identidad nacional, nuestra
comunidad y cada generación debe dar su aporte para el
perfeccionamiento de esta identidad, que no se cierra en sí misma,
porque el día en que no sea capaz de incorporar los nuevos elementos
que le permiten crecer, esa comunidad habrá muerto, porque su vida se
habría agotado, ya la nación no tendría futuro y como decíamos al
inicio la comunidad nacional se une para un futuro común.
Muchas gracias.