Revista América Latina

>Bicentenario: corona, sotana, sangre y bum!

Publicado el 07 mayo 2011 por Jmartoranoster

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Indira Carpio


Abril de 2011, mes del bicentenario de la independencia venezolana,
fue opacado por varias noticias de la mediática nacional e
internacional. Volvían como boomerang algunos temas de aquel entonces:
la religión, la realeza, las capitulaciones y las guerras contra el
terror en el mes de la emancipación del coloniaje ¿Curioso?
El primero fue la boda real inglesa. El ritual de los reyes elegidos
de Dios costó aproximadamente 127 millones de dólares al pueblo
inglés, que soporta severos ajustes económicos anticrisis impuestos
por el gobierno británico.
Mientras eso ocurría, en el rancho venezolano se comentaba sobre el
vestido de la joven princesa, harapos que, para el capitalismo cuestan
más monedas que la vida de quienes lo conversaban. El cuento de hadas
se transmitió en todo el mundo, se calcula que más de 2 mil millones
de personas televisaron la ceremonia de la monarquía.
Lo cierto es que hasta Telesur y Venezolana de Televisión hablaron del
tema. Hablar de este hecho en nuestros medios combativos es dejar de
hablar de otros, como por ejemplo el caso de la deportación de Joaquín
Pérez Becerra, deportación que muchos han considerado una traición.
Palabra que nos lleva a listar esta noticia como un eclipse al
bicentenario.
El Ministerio de Interior y Justicia del Gobierno Bolivariano de
Venezuela tildó de terrorista a Joaquín Pérez Becerra en comunicado
abierto y procedió a la deportación del periodista y director de la
Agencia de Noticias Nueva Colombia, acusado de guerrillero por el buró
de José Santos.
El presidente venezolano Hugo Chávez asumió la responsabilidad total
por el traslado del ciudadano sueco a suelo colombiano, alegando ser
víctima de una trampa tendida para malponerlo ante la opinión pública
nacional e internacional. Y vaya que así ha sido. La decisión
“majunche” del primer mandatario nacional ha traído cola. Sólo el Dios
al que hace tanta referencia el líder venezolano podrá ayudarlo a
salirse de este paquetico.
El mismo Dios de Chávez le ha dicho a los semidioses del Vaticano a
quién santificar. A la noticia del entreguismo “bolichaviano” le
siguió la sombra “apagallamas” de la canonización del macarthista Juan
Pablo II -JPII-.
La beatificación del papa polaco constituye otro espectáculo religioso
medieval con el cual el estropeado Vaticano pretende sumar adeptos. El
rito cristiano católico apostólico y romano ocupó la mirada
evangelizadora de nuestra iglesia.
El cardenal escuálido Urosa Savino, a quien por cierto fue este mismo
gobierno el que le dio el visto bueno como Arzobispo, aprovechó para
decir que él -como el polaco- combatía el comunismo. Dice las
aberraciones que le vienen en ganas. Acaso opinará lo mismo que el
actual papa sobre la pederastía, o ¿es que acaso en Venezuela no hay
frascos por destapar de curas “sobones”?
Benedicto aseguró que en época del beato JPII era normal que los curas
sostuvieran relaciones sexuales con los niños. El actual Papa era
también seguidor y colaborador de Karol Wojtyla en la exterminación de
la Teología de la Liberación en los años 80 en Latinoamérica y de todo
aquello que comulgase con el comunismo o con el marxismo.
A mucho de estos seguidores de la Iglesia católica les queda sin
responder la pregunta ¿Cuándo beatificarán a José Gregorio Hernández o
a Monseñor Arnulfo Romero?
Las preguntas, al parecer tampoco se escucharán en lo que consideramos
como nuestros medios. Hasta Walter Martínez, director y conductor del
programa Dossier se limitó a decir del líder religioso polaco que:
“fustigó la invasión de Estados Unidos y el Reino Unido a Irak y la
calificó de Guerra ilegal e inmoral”… ¿Y todo lo demás? O es que
acaso ¿eso borra los desmanes de su iglesia?
Decir únicamente eso sobre JPII es igual a sólo mencionar que murió
Bin Laden sin hablar de todo el terror usamericano que acompaña la
guerra contra otras naciones. El deceso del afgano, lo que James
Petras considera la “mayor operación de relaciones públicas”
prácticada por esta nación, le valió la muerte de más de 2 mil de sus
ciudadanos en 2001, además de todas las bajas o “daños colaterales” en
Afganistán y en Irak, producto de la codicia imperial.
Esa es la otra noticia que nubla el bicentenario. Obama mató a Osama.
El súperhéroe negro mató al súper-árabe-asesino. De eso sólo tenemos
como prueba la palabra del presidente de la nación que asesinó a sus
ciudadanos para justificar la guerra contra el terror y adueñarse de
los recursos naturales en el medio oriente. Las otras pruebas son
expuestas y desmentidas por la propia Casa Blanca a medida que pasan
los días. Seguramente, en unos años, un expediente desclasificado nos
dirá la verdad.
¿Qué cómo nubla el bicentenario esta noticia? “La guerra contra el
terror continúa”, dijo Bush; y Venezuela y Chávez y por extensión los
chavistas (dícese todo aquel que es de izquierda en el país caribeño)
están calificando como terroristas por el mayor ejército del mundo.
Volvemos a ser el blanco de los blancos.
La idea de ser blanco, de estar en la mira nos traslada 9 años atrás,
cuando murieron 19 personas en Puente Llaguno, en los sucesos de abril
de 2002. El saldo de la victoria del pueblo sobre los golpistas fue
sangre e impunidad. Todavía hoy, personajes fascistas y abiertamente
relacionados la usurpación del poder por la fuerza, como Enrique
Mendoza tienen la libertad hasta de ser diputados en la asamblea ¿Cómo
es eso es posible? Los 9 años sin justicia para las víctimas de Puente
Llaguno son una puñalada trapera al abril bicentenario.
Y, es que este mes en Venezuela sigue abandonado y siempre lo estuvo.
La llamada “revolución” de aquel 19 de abril de 1811 no fue sino el
grito de la oligarquía política y religiosa a favor de los derechos
del rey español depuesto por los franceses.
Entonces y ahora se movían sobre el tablero los mismas fichas que
intervienen en el juego del poder: la política, la religiosa y la
militar, subvalorando a la mayoría, el poder de los pobres del mundo,
el poder del pueblo. Hoy, los ostentosos abusan del llamado cuarto
poder: el mediático.
Y eso que antes no había TV, porque sino Francisco de Miranda hubiese
sido la cara de todos los titulares. Antes y después de ese abril de
1810, Miranda se expresaba subvertiendo el orden establecido,
proclamando la emancipación de su pueblo.
A un año de la incipiente “revolución”, la sociedad patriótica
encabezada por Miranda e indios cubiertos por cintas multicolores
organizaron un desfile por las calles de Caracas ondeando banderas,
estandartes y portando brazaletes tricolor para celebrar el primer año
de la emancipación.
Durante la marcha se destruyeron retratos de Fernando VII, se cantaban
mueras a España y a la tiranía, y vivas a la independencia y la
libertad. Francisco ni se imaginaba la sentencia que le aguardaba
¿Capituló el hombre que tanto luchó por la libertad?
200 años después su lucha continúa ¿Cómo hacemos para abrir la boca
contra los imperios y sus representantes sin ser tildados de radicales
por los nuestros? ¿Ser radical está mal? ¿Cómo hacemos para no
terminar tristes, apresados y señalados como Miranda en la Carraca?
En abril todavía se escucha una marcha que susurra: muerte a la
tiranía, independencia, independencia, independencia y LIBERTAD.

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