El uso de la bicicleta contribuye con el esfuerzo que debemos hacer para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático. Es sencillo y, su fomento, debería ser ya una prioridad para los responsables políticos.
Sólo la bicicleta podría reducir un 11% de las emisiones debidas al transporte urbano en todo el mundo hasta 2050. Para ello es necesario que las autoridades públicas pongan en marcha verdaderas políticas favorables a la movilidad alternativa.
Se han llevado a cabo numerosos estudios encargados por la Federación Europea de Ciclistas ECF en los que se demuestra que la bicicleta podría garantizar el 14% del número de kilómetros que se recorren en las grandes ciudadades de todo el mundo. Actualmente la bicicleta sólo cubre un 6% de esos kilómetros.
La bicicleta, tanto el modelo clásico como la eléctrica, podría asumir sin problema la mitad de los desplazamientos urbanos inferiores a 10 kilómetros.
Este aumento del uso del vehículo silencioso y no contaminante significaría una reducción importante de las emisiones de CO2.
Emisiones de CO2 comparadas.
La bicicleta también emite CO2 durante el proceso de fabricación, en la gestión y fabricación de las piezas de recambio y las emisiones que genera la alimentación de los ciclistas. Pormenorizando estos datos, se extraen las emisiones totales de la bicicleta que aproximadamente suponen 21 gramos por kilómetro.
Por su parte, un automóvil emite CO2 durante su producción (varias toneladas de material), por los recambios, para producir el combustible incluso antes de quemarlo, por las baterías, su reciclaje etc. El resultado final de las emisiones de un automóvil asciende a una media de 250 gramos por kilómetro teniendo en cuenta su ciclo de vida completo.
La comparativa no deja dudas: el automóvil es mucho más contaminante. Otro dato muy importante es que el vehículo de dos ruedas no emite ese CO2 directamente en el medio urbano por el que circula, al contrario que el automóvil.
Por todos estos datos, la bicicleta debería entrar más en los debates medioambientales y en las prioridades de los ayuntamientos, en muchos de los cuales por desgracia, sigue ausente.
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