Por Álvaro Ardura (@AlvaRdura)
Los usuarios de la bici recibimos hace
unos meses con alegría la noticia de la esperada implantación del servicio de
bicicleta pública en Madrid, conocido por el sobrenombre BiciMad. No obstante,
ya antes de ponerse en marcha, el resultado empezó a ser decepcionante.
Inicialmente previsto para enero
de 2014, los primeros puestos de anclaje de las bicis eléctricas se
instalaron en mayo, tal vez por casualidad, poco antes de las elecciones
europeas. Sin embargo, las bicis aún no habían llegado, y aun no se pondrían en
marcha hasta dentro de otros dos
meses. Este retraso se debió, según el Ayuntamiento, a los actos de
vandalismo sobre los puestos. Algo que era ciertamente previsible si estos no
tenían uso.
Este retraso no pasaría de ser una
anécdota de no ser el último de una larga lista, desde que en 2008 se aprobó el
Plan Director de Movilidad Ciclista
(PDMC) y en 2010 se anunciara la puesta en marcha del proyecto de bici pública.
Una de las principales causas del retraso fue que la agencia municipal
encomendada del proyecto, la Fundación Movilidad, se disolviera en la primera
ola de recortes, cuando estaba realizando una labor muy interesante
incorporando talleres participativos, en algunos de los cuales tuve la suerte
de participar. El proyecto lo «heredó» posteriormente
la EMT, para acabar siendo liderado por la Dirección General de Sostenibilidad.
Aparte de los retrasos, una de las
mayores críticas que se puede hacer a BiciMad es que prácticamente se
circunscribe al distrito Centro, en muchos casos con una innecesaria proximidad
entre las estaciones (se puede comprobar en http://bicimadmap.com).
Por el norte a tan solo hay dos bases en Chamberí, y las más al norte en el
barrio de Salamanca están en el entorno de Juan Bravo. Por el sur, en
Arganzuela apenas hay cinco, y cabe destacar que no lleguen a operaciones tan
singulares llevadas a cabo por el consistorio como Madrid-Rio o Matadero. No
cabe objetar la excusa preferida en contra de la bici en Madrid, la orografía:
las bicicletas instaladas son eléctricas, con lo que el ciclista apenas debe
hacer esfuerzo, pedaleando como si estuviera en llano con la asistencia del
motor.
Aunque desde el Ayuntamiento se esgrima
que el proyecto tiene una vocación extensiva y que la estrategia es incremental,
viene a constatar la prioridad que se le da desde el Consistorio al centro de
la ciudad, en tanto que escenario social privilegiado y núcleo turístico. De
hecho, uno de los argumentos municipales para la implantación de la bici pública
era la homologación a Europa ante la demanda de los turistas. La intensa
reivindicación ciudadana en materia ciclista (que se constata por la
proliferación de blogs sobre el tema) con una trayectoria larga (por ejemplo,
hace unas semanas se celebró la XI Marcha Ciclonudista,
que generó el evento Bicicrítica hace diez años) ha pesado ante el gobierno
municipal menos que la opinión de visitantes extranjeros. En la dicotomía
ciudadanos-consumidores, la derecha madrileña se inclina siempre por los
segundos, especialmente si son foráneos, a pesar que los presupuestos que
gestionan provengan principalmente de los impuestos de los primeros. En la distribución de las bases se aprecia
este claro sesgo al privilegiar los centros turísticos (museos, por ejemplo)
antes que nodos de transporte o zonas de uso intensivo como equipamientos
públicos Así, una de las principales virtudes de la bicicleta publica, como es
su función como sustituto del vehículo motorizado en «la última milla» desde
las paradas de transporte público queda gravemente menoscabada.
La circunscripción a Centro del proyecto
BiciMad (quizás el distrito menos apto para la implantación de la bici) también
constata la dispersión y desorganización de los espacios de reflexión en
materia de movilidad y de urbanismo, que deberían estar íntimamente ligados. El
ámbito de elaboración de figuras de ordenación va desde el municipio (como el
PDMC), la almendra central (como el Proyecto
Madrid Centro) o el distrito (como el Plan
de Movilidad Sostenible del Centro), sin una coordinación entre ellos o una
lógica de desarrollo temporal (de hecho, el PMUS de Centro se comenzó a
redactar antes que el del conjunto del municipio, probablemente forzada por la
disponibilidad de fondos europeos que incorporar a las arcas municipales). Esta
fragmentación de instrumentos de planeamiento e intervención, generalizada, además
de vaciar en gran medida de contenido la Revisión del Plan General de Ordenación Urbana, ha servido, bajo la bandera de
un urbanismo «flexible», para elaborar una especie de catálogo de propuestas
que aplicar a la carta según criterios políticos en el peor sentido de la
palabra, por electoralistas y oportunistas.
Así, al igual que ha sucedido con la
política de peatonalizaciones de calles, el PDMC ha venido aplicándose de forma
arbitraria y contradictoria. Si en su Memoria se argumentaba que la mejor
solución para la implantación de vías ciclistas
era la integración en la acera (medida cuestionada por muchas
asociaciones ciclistas y peatonales) por primar la seguridad del ciclista, ante la percepción de riesgo por parte de los
usuarios potenciales, la última medida adoptada ha sido la implantación de
carriles lentos para bici en la calzada. Medida que básicamente consiste en
señales pintadas en el suelo. Una vez más, la restricción presupuestaria ha
primado sobre la coherencia en la aplicación de las políticas. En este caso, no
obstante, y siempre que esa medida se controle, garantizando la velocidad
mínima de 30 km/h, de los automóviles puede que, de rebote, el resultado sea
mejor. Si por el contrario no se logra la moderación del tráfico motorizado, no
pasará de ser un mero anuncio propagandístico.
Si las asociaciones ciclistas y
peatonales se oponían a la implantación de aceras-bici era precisamente porque
restaba espacio a la movilidad peatonal, el único modo más sostenible que la bici, y a
los espacios estanciales públicos. Un peatón ya bastante acosado por la
creciente privatización del espacio público para usos lucrativos (implantación
de terrazas y artefactos varios). Pues bien, la implantación de las estaciones
de BiciMad, se ha producido, de nuevo contra el criterio del PDMC,
mayoritariamente en aceras, con situaciones tan surrealistas como la superposición
de aparcamientos de «u» metálica para bicis convencionales con las bases de
BiciMad.
No se ha tardado por parte del
Ayuntamiento en intentar contrarrestar el aluvión de críticas por el mal
funcionamiento del servicio (que ha seguido de forma ejemplar Stephane
Grueso) con la noticia de la futura
expansión en 2015 (año electoral) hacia el norte, hacia Chamberí, Tetuán y
Chamartín. Este anuncio es, de nuevo,
decepcionante, ya que el gobierno municipal de nuevo opta por favorecer como ya
hiciera en la huelga de limpieza) los distritos
con mayor tirón electoral conservador (y mayor renta) frente a criterios de
eficiencia o equidad. Además de la mencionada expansión al sur en Arganzuela,
cabría la utilización de BiciMad como un modo de transporte capaz de superar
las barreras territoriales generadas por las infraestructuras entre Centro y
Latina, Usera o Moratalaz, algo que es más difícil para el peatón por las
grandes distancias. Así, la barrera que constituye la M-30, soterrada o no,
podría dejar de configurarse como la frontera de un nuevo
espacio de normalización.
A pesar de esta errática política, las
tasas de crecimiento de la movilidad ciclista son altas, del 28% desde 2008 (la
comunicación de este tipo de datos también debería mejorar ya que son poco
accesibles para la ciudadanía). Esperemos que, como sucediera en Sevilla, la
implantación del sistema de bicicleta pública en Madrid (a pesar de sus
deficiencias) sea un éxito y sirve de piedra de toque para la completa
homologación de la movilidad ciclista como un medio más en pie de igualdad con
el resto, calificada como estratégica por
el Ayuntamiento y no como una reivindicación minoritaria a la que hacer algún
guiño de vez en cuando.
Álvaro Ardura Urquiaga es arquitecto
urbanista, miembro del Club de Debates Urbanos, y socio de LIMES (www.limeslab.es)
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Estación de #BiciMad en la Puerta del Sol (fuente: @frlorente)
Imagen 2: Plano de estaciones de BiciMad
en servicio a su inauguración en 2014 (fuente: El País.
También se puede consultar en bicimadmap.com)
Imagen 3: Superposición de aparcabicis (fuente:@fcanteli86)
Imagen 4: Ampliación de servicio de
BiciMad prevista para 2015
(fuente: El País)
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