De Quincey escribió su obra más famosa bajo el título “Del asesinato como una de las bellas artes”, yo no me he atrevido a tanto.
El fútbol ha devenido en un deporte canallesco porque ha acabado premiando la sordidez, la canallería, sí, por qué no decirlo: el asesinato.
Personalicemos, para explicarnos mejor, un poco la cuestión. Tomemos como sujetos de este brevísimo trabajo sobre el fútbol a 3 personajes paradigmáticos: Bielsa, Guardiola y Mourinho.
Los 2 primeros juegan siempre al ataque, porque desean ardientemente, sobre todo, jugar, el 3º, juega siempre a defenderse porque quiere, sobre todo, por encima de cualquier otra cosa, ganar, aunque sea a costa de cometer un auténtico asesinato.
Si uno quiere construir buen fútbol, es muy difícil, en realidad, es imposible. Si uno pretende destruir el fútbol, es demasiado fácil: se buscan jugadores muy rápidos con facilidad para el gol, Drogbá y Cristiano, y se coloca el autobús del equipo delante de la propia portería y ya sólo es cuestión de tiempo que les llegue a los palomeros, a “los asesinos”, una oportunidad, que es seguro que la van a tener, para matar el partido. Pero esto no es, dígase lo que quiera, un lance del juego sino un auténtico asesinato.
¿Cómo se construye un equipo de fútbol, cómo se organiza una banda mafiosa?
La diferencia entre el bien y el mal, entre el cielo y el infierno no radica sólo en la intención sino también en el método.
Los equipos de fútbol se construyen para ganar pero se diferencian no sólo por su constitución material sino, sobre todo, por sus métodos.
El Atletic Club de Bilbao se fundó con la intención de ganar pero sobre todo con la de hacerlo sólo con gente de la tierra. Una tierra en sentido amplio que comprende casi todo el norte de la piel de toro. Se dice que esta idea corresponde a una filosofía: si uno se va a enorgullecer del equipo que lleva el nombre de su tierra, éste debe de ser realmente constituido por gente de su tierra, si no iríamos a lo que el director de La Codorniz renombró con su inteligencia característica: el Madrid, que tanto enorgullece a sus seguidores, no es más que un club antimadridista que bien pudiera llamarse “el Madrileñín club de forasteros”.
Este club, el Bilbao, si el mundo fuera un sitio decente, sería el club más celebrado pero casi es absolutamente desconocido lo que habla muy bien de la inmoralidad radical del mundo de hoy.
La gente, la gente humilde, la hermosa gente, ésa que pasa hambre todos los días, aunque ustedes no lo crean, es seguidora del Real Madrid, RM, como se le cae la baba con Belén Esteban, porque Orwell ya está pasado de moda.
No sé muy bien quién coño dijo eso, si es que lo ha dicho alguien y no es que yo me lo imagino, de que todo es luz. Todo no es más que puñetero dinero y esto sí que sé muy bien quien lo dijo, mi admirado don Carlos, Marx, él, que era muy científico, lo llamo capital y lo tradujo diciendo que todo no era sino puñetera economía.
El caso es que fútbol que en un principio no eran sino 22 tíos, en calzoncillos, corriendo todos como locos detrás de una jodida pelota, ahora, es uno de los mayores negocios del mundo y se ha echado, como es lógico, irremisiblemente a perder.
Porque Roman Abramovich, Florentino y los jeques árabes han llegado hasta él. Ahora el fútbol no es un deporte, ni siquiera un juego, se ha convertido en el arte del asesinato y lo dominan absolutamente las mafias.
Creo que todo el mundo, gracias al cine, sabe lo que es una mafia, pero si no lo recuerda, yo se lo explico otra vez. Una mafia es una organización criminal que tiene por objeto hacerse dueña total de una actividad comercial. Y el fútbol, desgraciadamente ha devenido en eso, en una actividad comercial en la que triunfan aquellos que se organizan mafiosamente.
Así, los mejores clubes del mundo han devenido, todos, en organizaciones criminales absolutamente mafiosas, pagando, para ello, el mayor de los precios: han perdido sus señas de identidad, ninguno de sus partidarios, hablo claro está de los grandes, puede enorgullecerse lógicamente de ser seguidor del club de su tierra, excepto, ya lo hemos dicho, el Bilbao, los otros como dijo el genial director de La Codorniz sólo son club de forasteros.
Lo 1º que hace una mafia es contratar a los mejores asesinos del mundo, gente realmente implacable que además es perfecta en la ejecución de sus crímenes, porque se trata principalmente de obtener el éxito por encima de cualquier otra cosa.
No es por casualidad que Abramovich, Florentino y Moratti, sean, en último extremo, absolutamente iguales. Ninguno de los 3 ha ganado el dinero de que disponen trabajando desde la madrugada a la medianoche. Pero los 3 han contratado siempre a los mejores futbolistas existentes en el mercado sea cual fuere su nacionalidad porque ninguno de ellos, aunque Florentino sí que lo diga, busca en modo alguno hacer patria, sólo quieren ganar.
Ganar, cuando se tiene el dinero por castigo, es fácil, demasiado fácil, resulta incluso aburrido porque no hay que inventar nada, está todo ahí, debidamente programado. Una vez que se han contratado, a precio de oro, a los mejores jugadores del mundo, sólo hay que encontrar un buen capataz y el mejor de todos ellos, indudablemente es un tal Mourinho.
Mou, como se le llama, es un capataz perfecto. Ha hecho un verdadero arte de su profesión: para empezar exige que se le fichen, si el club ya no los tiene, a los mejores jugadores del mundo y, después, pone en práctica una estrategia que le asegura los mejores resultados, comprar, sobornar, someter con cualquier medio a aquellos que tienen como función exclusiva decidir quién y cómo ganan los partidos.
Por supuesto que han habido diferencias entre los resultados de la presión sobre los árbitros en los 3 países en los que este expeditivo capataz ha actuado. No es lo mismo Italia que Inglaterra y mucho menos aún que España. España es, en todos los órdenes, un país de mafiosos, es la legítima herencia de un dictador al que no siguieron después en la administración del poder ninguna clase de libertarios.
Aquí no es que sea fácil ser mafioso, es que no tienes nada que hacer si no lo eres.
De modo que el capataz se hizo, convenientemente arropado por toda una prensa que es mafiosa por naturaleza, con el dominio absoluto de los jueces. Pero no se detuvo ahí, en su camino hacia el mayor de los triunfos posibles.
Efectivamente, tenía ya los mejores jugadores del mundo y a los árbitros absolutamente sometidos, en estas condiciones era casi seguro que iba a ganar todas las competiciones, al menos, las nacionales, pero tuvo la mala fortuna de tropezar con otro capataz que, por azares del destino, tenía bajo sus órdenes al que dicen los técnicos mundiales que es el mejor equipo de todos los tiempos.
Pero Mou, por algo se le llama “the special one”, tiene infinidad de recursos, son realmente inagotables.
Dice la aporía de Aquiles y la tortuga que si el espacio y el tiempo son divisibles hasta el infinito, Aquiles no alcanzará nunca a la tortuga, y yo me atrevo a proponer otra aporía, Bolt no ganaría sus 100 metros lisos nunca si no fuera el mejor, si no ganara todas y cada una de sus zancadas.
O sea que Bielsa y Guardiola, ganan en realidad todos los partidos, si atendemos a todas y cada una de las jugadas, lo que ocurre es que, al final, pueden perder los partidos íntegros porque en el fútbol gana el que mete más goles no el que mejor juega, pero estos 2 capataces plantean sus encuentros para ganar todos y cada uno de los lances del juego o, por lo menos, la mayoría, por eso lo hacen siempre al ataque, porque, para ellos, quien realmente gana es el que ha dominado el mayor tiempo del encuentro, como si el triunfo se computara a los puntos, como a veces sucede en el boxeo.
Ah, se me olvidaba, Bielsa y Guardiola son esencialmente unos caballeros, tan educados son o están, que hacen como que piensan realmente que ganar partidos como sea es absolutamente lícito, aunque se consiga mediante un asesinato.