Revista Diario

Bien con J

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
Una no se da cuenta de que los años no pasan en balde. Aunque, de vez en cuando, el espejo nos recuerde cruelmente que tenemos ojeras, arrugas, canas y michelines, una se cree que es una pipiola que puede pedirle a su cuerpo de cuarenta tacos lo que le pedía al de veinte. Y una no puede estar más equivocada. Así que aquí está una pagándolo con sudor y lágrimas.  Os cuento: paciente de 80 años que los vasculares tienen a bien operar a las cuatro de la mañana. El don es un metro cúbico: todos sus lados miden un metro, incluido su perímetro abdominal. Le voy a hacer una espinal y no termina de gustarme cómo está colocado, así que, creyéndome Rambo, tiro de él hacia mí. Craso error que viene seguido de un "CRAAAACK" en mi espalda. A partir de ese momento, voy moviéndome por el hospital como la hermana de Robocop. Antiinflamatorios, relajantes musculares, calor y un TENS que he pedido prestado a la Unidad de Dolor y nada, que si quieres arroz, Catalina. Las lumbares siguen ahí atrás, tres días después, cantando La Traviata a pleno pulmón. Y mañana tengo guardia. Otra vez.  En mi desespero, he buscado en Google y mirad la solución que he encontrado. Estoy seriamente pensando en hacer una residencia en quiropraxia inka (con k de kilo). 



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