Revista Coaching

Bienestar vs felicidad

Por Vivaconproposito

Durante un viaje de trabajo, se sentó a mi lado un hombre elegante y lujosamente vestido. De inmediato, esparció todo tipo de electrónicos modernos en sus piernas y no tardó en empezar a renegar por la batería de uno, la cobertura del otro, la mala comida y lo largo del viaje. Sin darle mucha importancia, noté su disimulado interés por saber qué libro tenía en mis manos y no tardó en cuestionarlo.

- Sabe – se dirigió a mi interrumpiendo mi lectura.- Para mí la felicidad es una farsa y no creo en ello. Yo lo tengo todo – continuó – y no encuentro nada para ser feliz. Todos mis amigos desean estar en mi lugar y solo pierden su tiempo. Tenerlo todo no arregla nada.

Durante lo que duró el viaje, no lo interrumpí y de vez en cuando asentí para dejarlo continuar. Me contó que era empleado para una firma que construía carreteras en zonas topográficamente inaccesibles y que su misión era conseguir el aval para unir pueblos y ciudades acortando distancias.

- Yo los convenzo y la empresa hace muchísimo dinero, luego todos llegan más rápido y se comunican mejor. Pero yo que gano? –Me decía consiguiendo mi aprobación- Todos se benefician de mi trabajo y ¿qué me llevo yo?  Pues si, recibo mucho en comisiones para costear mis lujos… pero con qué sentido si no me gusta mi trabajo ni soy feliz.

Entre más lo escuchaba, más me acordaba de aquella vieja historia:

“En una construcción hay un hombre picando piedra. Amargado y sufriendo se queja de su oficio considerándolo absurdo y dañino. Más allá, un segundo hombre realiza la misma tarea pero parece más apacible. Golpea tranquilamente la piedra y dice que es un oficio al aire libre y que le basta para ganarse la vida. Un poco más allá, un tercer hombre pica piedra felizmente. Está radiante y sonríe. Él explica que su trabajo lo enorgullece pues sabe que resultará en la construcción de una gran catedral.”

Felicidad, bienestar o desdicha

Si prestamos un poquito de atención encontraremos algunas personas que constantemente se quejan de ser desdichadas y no encontrarle sentido a la vida. Algunas inclusive van un poco más al extremo y se cuestionan: ¿para qué empeñarnos en nuestros logros o nuestro éxito si igual algún día tenemos que morir?

Esa es una ironía muy particular de la existencia. Desde que nacemos, la vida se nos plantea como sinónimo de crisis, porque sabemos que inevitablemente ése es el final del camino en este mundo.

Aquí tendemos a confundirnos y perdemos el sentido de la vida. Cuando todas las necesidades cotidianas están cubiertas, uno se siente bien. Esto es una sensación física que se llama bienestar. Pero el bienestar es una sensación inmediata e inestable. Para estar bien, solo debemos mantener estables nuestras necesidades.

La felicidad, en cambio, es el resultado de una representación, de una esperanza, de un proyecto de existencia y se construye siempre en paralelo con el bienestar.  Pero es un asunto personal. Por ejemplo, le podemos proveer bienestar a nuestros hijos, pero no felicidad, dado que esta dependerá de ellos. Otro ejemplo podría ser el dinero, pues con el podrías alcanzar algún bienestar, pero no la felicidad.

Si evaluamos la historia anterior en la construcción de la catedral, aquellos que tienen una catedral en su cabeza son felices, aquellos que se contentan con lo inmediato sienten bienestar y aquellos que se desesperan por no tener otro oficio son desdichados. El gesto es igual en los tres casos, pero es el significado del gesto lo que nos vuelve felices, estables o desdichados”.

Lo mismo le sucede a la persona que conocí en el viaje. Opine usted.

Conclusión

No está mal ser felices ni infelices. Ambas nos ofrecen diferentes experiencias y sentimientos. Lo que no está bien es estar del lado que no queremos estar.

Si queremos ser felices, primero debemos construir un encuentro con el bienestar.

Luego comprenda que la felicidad existe únicamente en la representación mental y no es una sensación física, o sea no se compra ni se hereda. Por tanto es siempre fruto de la elaboración y tenemos que trabajar en aprender y modificar esos sentimientos.

Cuando haya tomado la decisión, busque una motivación, pero esta solo nos sirve para iniciar. Luego debemos convertirla en un hábito y ese es el que nos hace continuar.

No busques una vida sin escombros o sin errores. La felicidad es aceptar la lucha, el esfuerzo, la duda y avanzar enfrentando cada obstáculo. Si logramos mantenernos firmes, para cuando nos toque el momento de descansar, habremos alcanzado el propósito de la vida.

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