Llevo toda la vida oyendo decir que la música influye en el crecimiento de la plantas, que si las pones una radio cerca crecen mejor, que crecen más verdes, más lozanas, más alegres y dicharacheras. Es algo que te habrá dicho hasta tu abuela 1.
No tengo los huevos tan grandes como para desafiar la sabiduría popular, no entiendo de plantas más allá de comestibles o no, así que si por algún azar del destino acaba teniendo a mi cargo una forma de vida vegetal no dudaré en ponerle música para asegurar su bienestar y desarrollo como individuo.
Al parecer, dicen las abuelas, lo que más les gusta es la música clásica y el jazz 2 y es ahí, en esta aparente preferencia músical por parte de seres vivos vegetales donde quiero detenerme.
Puedo aceptar que una planta sea sensible a la música pero me cuesta entender que una planta pueda tener preferencia entre diferentes géneros musicales sin plantearme montones de preguntas sobre el carácter y cultura del reino vegetal.
¿Por qué entonces esa inclinación por géneros clásicos?
La música clásica no es tan diferente de la contemporánea y de hecho existe música clásica hecha hoy, música clásica fresca e igualmente el jazz tiene muy poco en común con la música clásica.
¿Por qué ese rechazo a grupos de clara tendencia sinfónica como Queen o Tool? ¿No es Led Zeppelin suficiente para un ser que vive anclado al suelo?
Estamos en el 2014 y esa postura de “ya no hacen música como la de antes” no es válida para rechazar la obra de músicos que llevan cuarenta años trabajando, especialmente cuando ese rechazo viene de parte de una tomatera que tu abuela ha plantado hace dos meses.
¿Tiene acaso esa tomatera una cultura musical mayor que la de tu abuela? ¿Se cree esa tomatera mejor3 que tu abuela? ¿Tiene acaso tu abuela que renunciar a sus gustos musicales en su propia casa para favorecer a una planta ?
Yo digo no.
Ya está bien de ese trato privilegiado con las plantas, tratándolas como si fuesen enfermos convalecientes llevándoles la comida a la boca, tapándoles del sol y poniéndoles música a su gusto. Con todos estos cuidados estamos entorpeciendo su evolución, manteniéndolas en un limbo de placidez y estatismo.
Las plantas necesitan que las den caña. Necesitan riffs de guitarra y baterías con doble pedal, ritmos rápidos y cambiantes que las acerquen a la sociedad del siglo XXI y las enseñen a afrontar los nuevos tiempos.
La vida cultural de las plantas tiene que evolucionar o corren el riesgo de quedar para siempre estancadas en el pasado como los indios del Amazonas señores de Cuenca.
Habrá quien crea que no están preparadas para la vida moderna, que son demasiado inocentes para entender las letras y que que el punk o el hip-hop son los carriles centrales de la autopista de la drogadicción4 pero para mi las plantas están sobradamente preparadas para todo esto. Han sobrevivido a los dinosaurios, a las glaciaciones y a dos guerras mundiales, ¿Cómo iba Metallica a hacer daño a una planta?
Todo lo contrario, la música moderna no es más que un medio más con el que hacer llegar novedades como la energía eléctrica, los vehículos motorizados, las bebidas energéticas o el fin del apartheid solo pueden beneficiar al conjunto de la vida vegetal.
Quema tus discos de Mozart, deja atrás el pasado y trae a tus plantas al siglo XXI.
PS: el principal experimento sobre este tema fue ideado y realizado por una estudiante de musicología en los años 70, probablemente bajo los efectos del LSD. La ciencia oficial rechazó sus hipótesis por la reducida muestra estadística, falta de análisis de variables e incapacidad para demostrar cómo oían las plantas la música; pero no dejes que esto influya en como tú y tus plantas afrontáis la vida.
Vive tus sueños.
1 Tu abuela la que dice que enciende una vela en la iglesia todos los domingos para que Ricky Martin deje de ser gay por que cantaba mejor antes.
2Géneros por otro lado poco populares entre las abuelas españolas.
3La falta de prejuicios homófobos por parte de la tomatera la hacen superior a un nivel ético, pero tu abuela sigue siendo un alimento más completo.
4Metáfora patrocinada por la Dirección General de Tráfico y el Plan Nacional sobre Drogas.
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