No cabe la menor duda de que hay que alegrarse -con la aparición de El Huffington Post (editado por El País)- de que haya un pequeño grupo de profesionales del periodismo que tienen trabajo pagado estable. Aunque -al margen de las declaraciones de intenciones- no quede muy claro su objetivo ni los medios previstos para lograrlo.
Habrá que ver lo que da de sí la redacción reelaborando lo leído y visto en la prensa nacional e internacional. Y lo que dan de sí los grandes y pequeños blogueros gratuitos que, en vez de un sueldo que quizá (no) necesitan, buscan -según dijo la directora del nuevo medio- notoriedad personal e ideológica figurando en el elenco de firmantes en EHP.
Dicho esto, y vista la primera página de arranque del primer día de EHP (se ve justo detrás de J.L. Cebrián y A. Huffington, en la imagen), y también tomando un poco el pulso al resto de la publicación recién nacida, cabe pensar que se trata de lo que podríamos llamar "periodismo ideológico juguetón".
Pienso que es periodismo ideológico juguetón amanecer con un titular -al estilo del HP francés y estadounidense, más que el británico- "Cortan la primera cabeza por hablar demasiado", mientras la imagen muestra un "acongojado" presidente del gobierno, Rajoy, con la mano al cuello. Eso -y los presumibles y presuntamente pretendidos juegos de sobrentendidos- es a lo que llamo periodismo jugueteo ideológico, también más o menos pudorosa o impúdicamente escandaloso, siguiendo los mosdos de hacer de las anteriores versiones lingüísticas del THP.
También es periodismo juguetón ideológico más o menos púdicamente escandaloso la primera página inicialmente prevista, que es la que aparece en el saludo de la publicación matriz, THP:
Jugueteo ideológico periodístico, como puede verse en el montaje fotográfico con una enfermera o algo así, y el titular de un posible hospital, pidiendo silencio: no se sabe si será una maternidad (nacimiento de EHP) o un servicio de urgencias (financieras: el gobierno español, aunque también podría tratarse -ya puestos, con una ironía que probablemente nunca veremos- de una autodenuncia implícita al estado del déficit financiero monumental del grupo PRISA).
Lo dicho: periodismo ideológico juguetón y más o menos púdicamente escandaloso, pero ni claro ni refinado.
De todos modos, quizá es algo debido a las emociones del lanzamiento, bien jaleado en las ediciones francesa y quebequoise (LHP. fr/ca: ¡Hola! El Huffington Post est né!) y británica y estadounidense (THP.co.uk/com: ¡Hola! Introducing El Huffington Post).
Sin enbargo, he de decir paladinamente que me gusta enormemente el modo de iniciar el primer artículo firmado por Montserrat Domínguez, directora editorial de EHP (Bienvenidos a El Huffington Post), porque abre un mundo comunicativo que se me antoja, no sólo diverso al "periodismo ideológico juguetón y escandaloso", sino a una genuina y difícil aventura de comunicación pública. Dice así Montserrat Domínguez:
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación".
Se diría que Charles Dickens nos señala, 200 años después de su nacimiento, que nada de lo que ocurre deja de llevar dentro la semilla del cambio. En estos tiempos contradictorios nace El Huffington Post en español, con la convicción de que el periodismo es más necesario que nunca. (...)
Citar por lo largo a Charles Dickens para dar comienzo a una aventura que se reclama periodística es toda una audaz promesa de posibilidades. Porque -a fin de cuentas- entiendo que hay que decir bien claro que el periodismo, hablando con propiedad, es una de las formas de comunicación pública, junto a la propaganda (o relaciones públicas, o comunicación institucional), a la publicidad y a la ficción destinada al entretenimiento e ilustración ciudadanas.
No es desde luego el estricto y clásico o viejo "periodismo de datos verificables y opiniones más o menos fundadas" lo que entiendo que viene con un soporte como EHP, en el que la redacción tiene menos de 10 profesionales.
Me parece que estamos viendo nacer en la lengua de Cervantes lo que ya nació en la Shakespeare y Molière: un medio -si así se quiere seguir hablando- de estricta "comunicación pública", en todo el amplio campo que pueden abarcar las cuatro formas básicas antes mencionadas, y -desde luego- su mezcla en diversas proporciones, según que se trate de un asunto más o menos "afín" a la línea editorial.
De este modo, pueden ir apareciendo "piezas" comunicativas que resulten genéricamente semejantes a escritos históricos (como de ordinario se habla del periodismo, siendo parcialmente ideológico), o resulten equiparables (en sus alcances poética y retóricamente más cercanos de la genuina condición humana) a tragedias, comedias, relatos picarescos, sátiras o romances: según convenga más o menos con la imagen que se ofrezca de determinadas personas y determinados mundos vitales, profesionales, etc.
Lo importante, en cada caso, es que haya claras indicaciones en cada "pieza" comunicativa del género al que pertenece. De lo contrario, nos toparíamos con el inevitable "periodismo ideológico juguetón", puro y duro, siempre al acecho del periodista, del bloguero más o menos ilustre, o del lector más o menos preparado o indefenso. Si las reglas de juego van más bien por los alcances poéticos y retóricos de la comunicación pública, y no del jugueteo ideológico y escandaloso del periodismo, yo no tendría inconveniente en participar de la aventura.
Queda por ver lo que venga, porque el futuro es de la libertad. Se puede hacer mucho mejor lo que hace y hace hacer Arianna Huffington, en su rol de recovertida ideológica. Bienvenidos al panorama.