La semana pasada el gobierno de Zapatero sacó su ley de economia sostenible incluyendo el bombazo de cerrar páginas web si no cumplen con la idea de la SGAE de cómo debe ser tratada la propiedad intelectual.
Desde entonces hasta ahora se ha formado mucho revuelo y un grupo de gente contraria a la medida ha acabado invitados al ministerio de Cultura y de paseo por diferentes partidos políticos hablando sobre el tema.
Está comenzando el final de las instituciones como las conocemos. Esas pirámides enormes de personas unas bajo otras, otras sobre unas, inaccesibles para el común de los mortales, lentas en actuar, incapaces de adaptarse y sin ningún compromiso más allá del automantenimiento están muriendo. La gente buscamos la accesibilidad, el compromiso, el trato personal y la transparencia. Creemos en alguien porque confiamos en él y no porque diga su tarjeta que debo hacerlo.
Estamos pasando de la estructura centralizada a la desestructura descentralizada. Un poco de caos y todos salimos ganando.
Una de las características de los movimientos descentralizados es que no tienen una cabeza sino muchas y si aplastas una de ellas le salen cuatro más. Y cuando una estructura institucional típica intenta enfrentarse a una nueva estructura caótica tiene todas las de perder, porque no sabe por donde empezar a golpear.
La semana pasada vimos esto en acción. El gobierno frente a un movimiento social en la web intentando averiguar quien llevaba el cotarro .
Cuando no hay papeles, cuando no hay dinero, cuando no hay presidente ni asambleas, cuando no hay nada y a la vez hay todo lo necesario para actuar estás ante un movimiento no ante una institución. Estás ante una idea que se expande. Sólo otra idea podría acabar con el movimiento. Nunca una institución. No se puede desactivar algo que no está enchufado a ninguna fuente controlada por ti.
Instituciones, bienvenidas al presente.
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