Dar la bienvenida a un nuevo año se convierte en muchas personas en la ilusión de que algo mejor vendrá. Con más ahínco que en otras ocasiones, por la situación que atravesamos de la pandemia del covid-19, se quiere pasar página a este 2020, como un símbolo de cambio. ¿Pero hay algo de lo que podemos dar cuenta, de cómo vivimos, de cuáles son nuestras tendencias, de cómo nos manejamos con la vida, las relaciones, con nosotros mismos? Un punto y a parte, en un texto, nos ayuda a conformar el cuerpo del mismo, a dar sentido a lo ya escrito.
Más que nunca hemos visto que la población necesita trabajar de sus procesos psíquicos, que son el sostén, el generador del cuerpo, la disposición a enfermar, a estar sano, a salir adelante a pesar de las vicisitudes, a gestionar situaciones inesperadas.
Cuando uno no sabe, fantasea, piensa...Se convierte en una manera de no hacer. Es cuando se detiene el pensamiento que aparece la acción. No podemos esperar que las cosas caigan del cielo, algo tenemos que realizar en nuestra parcela de realidad. Podemos llegar a creer que el hecho de pasar dificultades en la vida ya nos hace merecedor de la buena suerte, de que algo bueno tiene que venir, pero si no transformo mi forma de pensar, pongo energía para la vida... seguimos siendo el Sísifo que empuja una piedra montaña arriba una y otra vez. Si es que podemos llegar a vivir de ilusiones: quiero hacer esto pero en realidad no quiero, porque quien quiere lo hace, si no lo que quiero son las ilusiones de querer o quedarme en la insatisfacción.
Se puede llegar a hacer un examen de conciencia, metas, objetivos... que nunca se van a cumplir. Son doce meses al año en los que hemos de estar sostenidos a pactos, es un trabajo continuo, también en el amor, los estudios, las relaciones, el trabajo... Si no lo hemos hecho hasta ahora ¿no valdría la ocasión en lugar de volver a adornar el final de año con un puñado de metas y objetivos que muchos de ellos se van repitiendo año tras año, ponerme en el centro de la cuestión y pensar que hay tendencias en mí que son necesario trabajarlas para modificarlas? Cuando alguien no ha hecho durante todo el año, no ha llevado a cabo proyectos, tiene una dificultad neurótica de pensar y no hacer. El pensamiento sin acción no es pensamiento. Sólo podemos saber a través de los actos.
Porque la salud no es ausencia de enfermedad, es poder utilizar nuestra energía psíquica, como movilización de fuerzas, en lo social, el trabajo...es sustitución, poner energía para la vida. No sólo el trabajo remunerada para vivir es trabajo, también el del amor, el artístico...
Producir vida también es gozar de la vida y para ello hay que alejarse del principio del placer, de estar muertos en vida, vidas planas y grises. El sistema nos come, nos llena de objetos que no sirven para nada, asociado a un proceso consumista. Obvia la felicidad de las personas, que no se colma con objetos. Hay quienes tienen muchos objetos y no son felices. No se atiende a lo psíquico, deseamos deseos. Es permitir trabajar esa energía, ponerla en otras personas, proyectos, palabras...
Pensamos que no toleramos el sufrimiento, pero lo que no toleramos bien es el cambio, poder producir otras frases, tener otra personalidad, vivir otras vidas, que nos da la riqueza del ser humano como sujeto hablante.
El psicoanálisis escucha nuestras contradicciones, genera una nueva realidad, nos escucha de otra manera, nos abre un camino en la facilitación de las cosas, porque pensamos con la conciencia y nos equivocamos. Nuestro interés a veces está puesto en otro lugar y no nos damos cuenta. Como mecanismo neurótico aparece la represión, cuando no tolero algo, se reprime, pero ejerce en mí efectos muy importantes porque va creciendo y posándose en otras cosas distintas a lo que originalmente reprimí pero que están conectadas. Y esa energía para sostener lo reprimido me ocasiona también una pérdida de energía para la vida. Así me voy limitando. Otras veces hay regresiones a posiciones infantiles, a satisfacciones más primitivas porque hay una imposibilidad en mí de poder gestionar mi actualidad y en lugar de hablar de lo que me pasa, me doy el atracón, o un ataque de pánico, angustia, fobias... que son estructuras que hablan de que hay algo en mí que no puedo gestionar.
No es aconsejable la soledad para vivir, es necesario estar acompañado y lo hemos apreciado también en esta época de aislamiento social, donde se ha buscado otras vías de sustitución. Planteemos la importancia de trabajar para años futuros, a través de ese trabajo ideológico inconsciente para establecer vínculos afines a la realidad que producimos, que se haga un trabajo para la convivencia, no relaciones que son como una culpabilidad, un juicio constante. Más que nunca es necesario revisar a qué pensamientos, frases, estamos sostenidos.
Cómo abordamos los finales, el final del 2020 para quedarnos también con lo bueno, con la oportunidad de crecer, con lo mejor que ha aflorado de cada uno. Dejemos atrás la pereza y trabajemos para el futuro, porque la creación surge de cierta cuota de angustia, del inconformismo, superarnos sin quedar superados.
Normal se forma con la voz latina norma, que es un precepto, una regla, un modelo, un mandato o una guía de comportamiento. Pero sostenernos como autómatas a un sistema que llama normalidad a no cuidar de la salud, la educación, la cultura, el trabajo, la felicidad de las personas... es como una condena prefijada. Se nos ha visto el plumero en este 2020, de las grietas que adolecemos y de la importancia de seguir trabajando duro, hacernos responsables de nuestra parcela de realidad y no mirar para otro lado, aportar nuestro grano de arena.
Siempre la vida, es entre otros. Seguimos vivos y hay mucho por hacer. Hagamos del 2021 un camino donde la normalidad tenga otro significado, empezando por cada uno de nosotros.
Laura López Psicoanalista Grupo Cero y psicóloga colegiada