Revista Opinión

Bienvenidos a Ciudad G

Publicado el 11 marzo 2010 por Sergio

Ciudad G es una ciudad muy real donde el nivel cultural de sus ciudadanos es enormemente pobre. Estúpidamente pobre. Tanto, que los representantes políticos son los últimos estudiantes de su promoción, los funcionarios se hacen funcionarios para trabajar lo menos posible y el universitario no es valorado para trabajar por sus conocimientos. En Ciudad G todo el mundo necesita un dios a quien adorar, los cristianos están en una encarnizada lucha con los musulmanes por ser la religión mayoritaria. En Ciudad G cualquiera con una teoría es capaz de convencer al resto, basta con repetir una y otra vez tu proposición hasta hacerla creíble. Para los habitantes de Ciudad G, la televisión es el medio de difusión por excelencia y los programas de carnaza humana, los mejor considerados.

Pero lo mas curioso de ciudad G, es su justicia. Hay abogados tanto o mas culpables que sus defendidos, hay fiscales que denuncian abusos dependiendo de su fijo color político (pero aquí la paleta cromática es muy reducida, solo dos colores: conservador-cian y progresista-magenta), hay consejos de sabios inamovibles por encima de todo y todos, jueces que pueden ser víctimas de sus propios casos y otros jueces que llegan a ser juzgados por delincuentes.

En Ciudad G el delincuente lleva traje y corbata, luce un engominado pelo y en la calle es el más inteligente. Pero el delincuente mas peligroso de Ciudad G, es el delincuente pluriempleado, el que encubre su misión delictiva con cargos de representación política, el delincuente engominado.

Ciudad G toma su nombre de la ciudad Gotham, donde el oscurantismo reina sobre la luz y un solo personaje estrella intenta poner orden. En los orígenes de Ciudad G, el ciudadano estrella combatía el mal de su ciudad, e incluso de ciudades colindantes, era un buen justiciero y le aclamaban por todo el mundo. Pero los delincuentes que capturaba eran muy peligrosos (eran delincuentes engominados) e inventaban teorías que repetían una y otra vez hasta la saciedad, hasta que calaban en la sociedad como reales. Y así el personaje cada día está mas solo, sus compañeros de profesión hace tiempo que pusieron precio a sus servicios, la policía no está de su parte y la ciudadanía le odia, piensan que es peligroso y les molesta su foco de luz en el cielo durante la noche. Los delincuentes engominados cada día le tienen mas cercado y ha llegado el punto en el que le tienen casi preso, pronto el ciudadano estrella estará en el banquillo y el delincuente engominado en el sillón de la sala.

No se sabe cual será el futuro de Ciudad G sin su ciudadano estrella, ni tan siquiera si terminarán de capturarle, lo que ya sí es una realidad, es que en Ciudad G el delincuente engominado cada día está más seguro y puede campar imponiendo su justicia.

(El primer párrafo es una antagónica adaptación de Ciudad K, programa que dirige Jose A. Pérez )



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