Los ataques a mujeres en varias ciudades alemanas la noche de fin de año tiene su explicación: la difícil integración de cualquier ciudadano musulmán de Oriente Medio en cualquier país de Europa.
En los países cuyo equivalente a la Constitución es la Sharía, la Ley Coránica, que es el caso de la mayoría de procedencias de los refugiados, se aplica una normativa sumamente peculiar a la relación entre los sexos, diametralmente opuesta a la nuestra.
Cuando un hombre asalta a una mujer, especialmente en el caso que sea con motivación sexual, pero también en algunos casos de robo o simple agresión, consideran que el hecho se produjo a causa y por responsabilidad de la atacada porque incitó al hombre de alguna forma, sea su manera de vestir no conforme a las normas coránicas, o simplemente por su actitud. El concepto llega al extremo de aplicarse también a los casos de violación, en los que la víctima no solo es frecuentemente considerada responsable, además tiene muchas probabilidades de que sea repudiada por su propia familia. Es decir, cuando un hombre abusa de una mujer, incluso en el peor de los casos, tiene muy pocas posibilidades de que reciba, no solo cualquier tipo de pena, sino que no será ni tan solo repudiado socialmente.
Se puede añadir que para alguien viviendo bajo la Sharía es difícil poder tomar cualquier bebida alcohólica.
Los refugiados educados en estas dos normas se encuentran de golpe en una situación en que no tienen impedimento ni límite con el alcohol, y la calle está plagada de mujeres que visten de forma muy atractiva, y de ahí lo que ocurrió en Alemania.
Es evidente que la inmensa mayoría de refugiados no cometieron barbaridad alguna, pero bastan unos pocos cientos para cometer la salvajada.
Esta vez Merkel ha acertado implementando una norma que castigue con la deportación este tipo de actos y otros delitos, pero esta eventual solución también tiene un problema: todos los imanes que en sus mezquitas europeas predican el Islam radical exigen a sus feligreses mantener el cumplimiento de la Sharía y no adoptar ninguno de los hábitos, costumbres, leyes y normas del lugar donde viven que no estén de acuerdo con la Sharía, que son todos.
En fin, el problema de los refugiados va a ser muy complejo y complicado de solucionar, y no solo por su gran número.