Debo reconocer que el cine de Edgar Wright no me acaba de entrar del todo. Reconozco sus habilidades narrativas y, sobre todo, audiovisuales que son muchas. Pero en muchos momentos tengo la sensación de que la forma se queda por encima del fondo y que su torrente referencial solo hace gracia a cuatro gatos, como esos que se creen que entienden todos los chistes de Community.
Bienvenidos al fin del mundo cierra una trilogía comenzada con Shaun of the dead y Hot Fuzz, en medio la desafortunada adaptación de Scott Pilgrim contra el mundo y el divertido trailer de Grindhouse Don’t. Aun a día de hoy su mejor obra me sigue pareciendo la serie Spaced, también con Simon Pegg y Nick Frost (nunca agradeceré lo suficiente a aquella amiga que me regaló un DVD con todos las capítulos en un duro momento).
Como suele ser habitual en Wright la historia es lo de menos: cinco amigos se reúnen a instancias del más gamberro del grupo para intentar llegar a World’s End un célebre pub, pero antes tendrán que pasar por otros once, con sus correspondientes once pintas. Por el camino se cruzarán con una invasión zombie que les hará desviarse del plan previsto.
Pero aquí lo que interesa es ver cómo cada uno de los componentes del grupo se han ido desarrollando en la edad adulta y cómo aquellas ansias de la adolescencia han desaparecido (o no). Wright despliega todo un ejercicio de nostalgia mediante la elección de la música que nos traslada a principios de los 90 y a un ritmo vertiginoso, sobre todo en los 10 primeros y portentosos minutos (sin duda lo mejor de Bienvenidos al fin del mundo).
El caudal de chistes es imparable, el talento de los actores innegable y la pericia de Wright detrás de la cámara nos trae estupendas escenas como la de las hermanas gemelas o el baile de las colegialas. Wright da a su parroquia lo que pide y ésta se lo traga sin problema, perdiéndose en los mil guiños y codazos que todo el mundo parece entender sin problema.
No quiero ser al aguafiestas que viene aquí a cortarle el rollo a todos los que disfrutan, pero no dejo de ver en Bienvenidos al fin del mundo una especie de capítulo alargado de Doctor Who con cinco protagonistas (y una acompañante), sacando la conclusión de que esto no e más que una idea simpática algo sacada de madre. Wright necesita afinar y la secuencia final del enfrentamiento con el malo es buena prueba de ello: una escena excesivamente alargada que saca de quicio (pero tal vez es lo que pretenda). Eso sí, una enorme curiosidad por ver qué hace Wright con El Hombre Hormiga, esperemos que se nos haga un hombre.