En su último día de instituto, cinco amigos intentaron terminar sin éxito La Milla Dorada, un maratón alcohólico que consistía en recorrer todos los pubs de su pueblo natal y beber una pinta de cerveza en cada uno de ellos, acabando la noche en el último y más mítico de todos, “The World’s End”. Veinte años después y gracias a la insistencia de uno de ellos, el que en su momento fue el líder del grupo, se reúnen para intentar de nuevo la proeza. Los viejos amigos volverán a reunirse, comprobarán cómo han cambiado sus vidas durante los años transcurridos y se enfrentarán a una amenaza que nunca hubieran imaginado.
La crítica
Después de su primera aventura americana, la estupenda ‘Scott Pilgrim contra el mundo’ (personalmente, y en contra de lo que dice el 99% del universo cinematográfico, su mejor película), Wright vuelve al estilo en el que se encuentra más cómodo y en el que es capaz de dejar su toque personal detrás de cada imagen.Está claro que al director y a su estrella principal les gusta eso de ir al pub a tomarse unas cervezas y en esta ocasión utilizan la idea como excusa argumental para mostrarnos qué ha sido de las vidas de los 5 protagonistas. Todos, en mayor o menor medida, tienen complejo de Peter Pan, aunque unos lo disimulen mejor que otros.
El que no lo oculta en absoluto es el personaje de Simon Pegg, que 20 años después sigue siendo exactamente igual que entonces, un descerebrado que vive al día sin preocuparse por nada que no sea divertirse, beber y si es posible, echar un polvo de vez en cuando en los wc de alguno de los pubs. Sigue anclado en el pasado porque esto le protege de alguna manera de la realidad, esa realidad que sus cuatro amigos le muestran. Unos por trabajo, otros por responsabilidades familiares, todos parecen haber madurado y a pesar de no echar en falta aquella época, sin saber muy bien por qué, se ven de nuevo en su pueblo natal, arrastrados por la personalidad del que fuera su líder. Mientras uno idealiza sus años de juventud y se resiste o se niega a abandonar esa manera de vivir, los otros aceptan su nuevo estatus social, aunque en el fondo quieran volver a sentirse como en aquellos tiempos.
La película empieza como una comedia juvenil al estilo John Hughes, una especie de ‘El Club de los Cinco’ en versión british y algo más alcohólica. Pasa a ser una comedia costumbrista sobre el paso del tiempo, deriva hacia la invasión extraterrestre pura y dura y acaba como un film apocalíptico que deja un extraño regusto al espectador.
Este es el mayor acierto del film, la mezcla de todos estos variopintos géneros que, no obstante, tienen en común que están tratados desde un punto de vista cómico. Un punto de vista frenético, como es habitual en el cine de Wright, que le da al film un ritmo perfecto, pero al mismo tiempo le da la posibilidad al director de incluir ciertos apuntes de crítica social.
Todo esto salpicado por excelentes escenas de acción, cada vez más espectaculares a medida que nos vamos enterando de la procedencia e intenciones de los extraterrestres que han colonizado el pueblo de los protagonistas.
Y llegamos al momento en el que se va todo al garete. Y es que la película va de más a menos. En cuanto el film se convierte más en una de acción y persecuciones que no la ágil comedia que estaba siendo hasta el momento, todo se desinfla lentamente. El ritmo de la película sigue por todo lo alto, pero es entonces cuando el guión empieza a flojear, a ser reiterativo con repeticiones de escenas que no hacen más que desequilibrar el conjunto, teniendo que incluir una escena de destrucción muy espectacular para compensar el anti clímax que representa el momento del descubrimiento de todo el plan extraterrestre por parte de los personajes.
Pero, como decían en los dibujos animados, “¡no se vayan todavía, aún hay más!”. Porque cuando ya todo parece haber acabado la película se descuelga con un epílogo final totalmente innecesario y al mismo tiempo alejado del tono general del film, que hace que nos quedemos con un extraño regusto al verlo.
Hablando exclusivamente de las interpretaciones, era obvio que siendo su co-guionista, Simon Pegg se iba a reservar el mejor papel. Gary King, su personaje, es un tipo odioso desde el primer momento que aparece en pantalla, pero la interpretación de Pegg consigue que también sea un tipo encantador y con el que uno seguro que se iría de copas.
A su lado, Nick Frost, que podríamos decir que es el tercero en discordia dentro de la pareja Wright-Pegg. También ha intervenido en las 3 películas y aquí se reserva un rol mucho más importante. Hasta el momento era normal verlo en el papel del amigo tontorrón del protagonista y ahora sorprende verlo como el más centrado de todo el grupo, el tipo más serio... hasta que la situación hace que aflore de nuevo su parte más salvaje.
El resto de los amigos son interpretados por Martin Freeman, Paddy Considine y Eddie Marsan, cada uno con la personalidad justa para equilibrar el personaje de Simon Pegg. Y obviamente también tenemos a la chica de la película, Rosamund Pike, la hermana del personaje de Martin Freeman, que también tiene un pasado junto al resto de personajes y que es una chica más dura de lo que su apariencia demuestra.
En el bando de los villanos, sorprende encontrar a Pierce Brosnan, como el profesor Sheperd, que encarna a una una especie de portavoz alien con su habitual elegancia, y dejando claro que se lo ha pasado en grande en su papel de flemático profesor de instituto. Otro de los habituales en la filmografía de Edgard Wright es Bill Nighy, que aparece en el film... pero al que no vemos en ningún momento, y que sólo podrán disfrutar de su interpretación los que vean el film en V.O.
‘Bienvenidos al Fin del Mundo’ es una montaña rusa llena de subidas y bajadas que por desgracia, descarrila en su parte final, que cierra con buena nota la trilogía descerebrada de Wright y Pegg, aunque la comparación con sus dos anteriores (y superiores) películas no le hace ningún bien, quedando patente que estamos quizá ante su film más ambicioso pero también el más irregular.
Información de más
- La película es la tercera de la llamada "Trilogía del Cornetto", llamada así porque en algún momento de las películas aparece dicho helado. Alguien le comentó a Edgar Wright que cada película podía asociarse a un gusto del helado, en una especie de referencia a la trilogía "Tres colores", de Krzystof Kieslowski: 'Zombies Party' sería el Cornetto de fresa, asociado a la sangre y elementos gore del film, 'Arma Fatal' sería el Cornetto de vainilla y chocolate, con el envoltorio azul, como los uniformes de la policía, y 'Bienvenidos al Fin del Mundo' sería el Cornetto sabor menta/chocolate, en honor a los aliens.
Nota final: 6