Un halo bochornoso, que en otras fechas bien podría haber sumido al pueblo entero en un adormecimiento ilimitado, parecía enroscarse en cada esquina aunque esto no era óbice para que haya un ambiente de fiesta por la celebración de la 24va semana turística de Lamas. Casi toda la gente que encontramos en la parte mestiza dirigía sus pasos hacia el camino en bajada que llevaba hasta el epicentro de la alegría de esos días: el barrio de WAYKU. Camiones repletos de ollas y animales pasaban también con apuro, nadie quería dejar de ser parte de la alegría.
Al llegar a la plaza ya algunas bandas de música habían empezado a tocar y animaban el día. Podría decir que éramos los únicos “extranjeros” allí… bueno para hablar con propiedad era mi esposa Pilar la única extranjera cosa que nos llenaba de alegría (no sé si el organizador de la fiesta comparte mi opinión) ya que éramos testigos privilegiados de una fiesta verdaderamente original. Puede sonar egoísta decir que estábamos contentos de ser, aparentemente, los únicos visitantes de lugares lejanos que participábamos en esa fiesta; pero es que nuestra filosofía viajera es siempre ir a lugares que están un poco al margen de los clásicos circuitos turísticos y a donde se llega en transporte público y donde nada, o casi nada, es una puesta en escena para deleitar a los turistas. Ojala y los viajeros que tengan en el futuro la inmensa fortuna de participar o ver de cerca esta fiesta respeten las tradiciones y la misma siga sin masificarse ni degenerar en una “actuación” llena de melindres y afectaciones vacuas hechas a medida para que las agencias de viaje “hagan su agosto”, nunca mejor dicho teniendo en cuenta que la fiesta se celebra en la última semana de ese mes que a su vez coincide con el final del tiempo de cosecha de café y algodón, tiempo ideal para renovar lazos comerciales entre las distintas comunidades que se congregan en Lamas.
Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
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Hasta que empezó la fiesta con el canto del himno nacional y del izamiento de la bandera peruana y la que supuestamente era del Tahuantinsuyo. Aquí hay que hacer una aclaración importante pues sabiendo nosotros que la colorida bandera inca suele ser venerada sobre todo en los pueblos de los andes del Perú y en alguna que otra discoteca gay, ¿cómo es que un pueblo selvático conmemora su mejor fiesta con una clara disposición “andina”?. La explicación es que se cree que los lamistas en verdad son descendientes de una de los muchos pequeños reinos o estados del ande que fueron o bien perseguidos por los incas, lo cual motivó a esos pueblos a refugiarse en el espesor de la selva, o bien que una vez conquistados por los cuzqueños fueron obligados a movilizarse lejos de sus tierras como castigo a su rebeldía y así es que como esta gente llega a las puertas de la gran Amazonía. De ahí que Lamas sea el único (quizás haya más pero no tengo conocimiento de ello) pueblo quechua hablante en plena selva, cosa que se puede comprobar al ver las grafías escritas en varios de los carteles que han sido puestos en muchas calles de Wayku y que son netamente quechuas.
Al pie de la bandera había unas niñas cuyas cabecitas estaban engalanadas de cintos y flores de vivos colores los cuales hacían un bonito contraste con la bella negrura de sus largos y lacios cabellos. Ellas parecían un reflejo en pequeña escala de las mujeres adultas de Lamas quienes tan bien ataviadas con ropas multicolores miraban silenciosamente desde las benignas sombras de los árboles la ceremonia de inauguración de la festividad.
Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
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Acabada la ceremonia empezó el desfile y en una de las calles que circundan la plaza aparecieron las profesoras vestidas como mujeres lamistas, aunque era evidente que ellas no lo eran, llevando de la mano a los pequeños niños del pueblo. Más atrás venían unas niñas que llevaban sobre sus cabezas unas ollas de barro tal y como habíamos visto hacer a las mujeres adultas el día anterior cuando vinieron a recibir la comida que invitaban en la misma plaza uno de los organizadores de la fiesta. Muchas de las pequeñas caminaban descalzas sin quejarse apenas por el candente suelo e iban vestidas cual muñecas con collares de mostacilla o de semillas de huayruro y brazaletes y demás abalorios que también las mujeres mayores del pueblo suelen llevar en fechas como ésta. A las niñas les siguieron los varoncitos vestidos de “Carachapas” es decir de danzantes del ritual de la caza en que los hombres se cubren todo el cuerpo con hojas secas y largas los cuales los mocosos no tardaron de sacarse de encima apenas terminaron su participación en el desfile pues imagino que el calor con esos atavíos haría la cosa desesperante.
Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
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Y por fin llegó la hora de que las diferentes comunidades hicieran su entrada y así lo hicieron, identificándose con un cartel en el cual iba escrito el nombre de cada grupo: allí iban casi siempre comandados por ancianos que con vivacidad tocaban una especie de zampoñas y que eran seguidos por las mujeres jóvenes vestidas con blusas blancas adornadas con bordados de greca y blondas satinadas. Cerrando la presentación de cada comunidad desfilaban los hombres adultos que haciendo gala de su gallardía llevaban atados a sus ropas, a manera de medallas de guerra, pieles, caparazones de animales o el cuerpo momificado de pájaros y monos; y sobre sus cabezas unas pañoletas multicolores rompía el oscuro rigor de sus ropas mientras que otros iban empenachados de plumas. Sujetados al hombro izquierdo muchos de ellos levaban colgando de sus chumbes (especie de soguilla o cinto) unas botellas llenas de agua ardiente que repartirían a la hora del baile general. Marchaban todos ellos con la mirada al frente, sin distraerse con nada, orgullosos e indiferentes pero al mismo tiempo parecían intimidados por las muchas miradas que sobre ellos caían.Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
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Terminó el desfile y en medio de la plaza los hombres de una de las comunidades empezaron a bailar haciendo un circulo hasta que motivadas por la iniciativa se les unieron unas mujeres que al principio solo parecían cumplir una función inmóvil en medio del baile en redondel. Poco a poco muchas más personas se unieron a los danzantes y al final todos le dieron rienda suelta al ritmo y continuaron con las vueltas en sentido antihorario: una especie de remolino de varios colores que no paraba nunca y que empezaba a crecer más y más mientras los pífanos sonaban ululantes y los tambores repicaban apresurando el ritmo de por sí veloz de las danzas de estas gentes. El torbellino aceleró y a los minutos los bailarines empezaron a girar en sentido contrario con movimientos desiguales lo cual deshizo el polícromo ciclón en lo que por momentos parecía una desordenada conjunción multicolor de seres en cuyas bocas estallaba al unísono un concierto de risotadas y gritos de celebración.Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
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Medardo y su familia. Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
Acabado el baile grupal los danzantes y los curiosos dejaron la plaza y subieron lentamente como una procesión por una de las calles que llevaban hasta la casa de unos de “los cabezones”. Una vez allí las mujeres empezaron a bailar entre ellas y al mismo tiempo eran cercadas por un círculo de hombres adultos que como celosos cuidadores parecían resguardar el baile de las mozas. Estos hombres, la mayoría de ellos ancianos, bailaban, bebían y fumaban expulsando el humo hacia las danzantes por lo que me pregunte si no era ello un ritual de purificación. Cosa curiosa entre los muchos bailes y músicas nunca escuché una pieza cantada. Más allá, la dueña de la casa repartía chicha a los curiosos que miraban todo el baile bien guarecidos en la bonancible sombra que hacían los aleros de las casas.
Santa Rosa Raymi de Lamas - San Martín - Perú
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El sol avanzaba en medio del cielo, desnudo sin que nube alguna lo arropase, enviaba sus rayos vehementes que parecían escarbar en cada poro de la piel. Esta atmosfera de algazara y alegría desbocada apenas si estaba en su cenit; nosotros sentíamos que ya habíamos importunado mucho; nuestros ojos se habían inundado de color y la vida que tiene a bien prohijar este pueblo. Había que dejar a los lamistas seguir sus rituales, disfrutar de su momento. Era hora de volver a Tarapoto, porque teníamos que tomar desde allí un coche que nos llevase hacia Moyobamba, las aventuras en la selva debían continuar.Pablo
publicado el 14 junio a las 23:44
Gracias por este hermoso reporte y allí estaremos este agosto si Dios quiere.