De manera paralela a las políticas sanitarias exitosas para que la población deje de fumar han aumentado los beneficios de quienes producen medicamentos para la deshabituación tabáquica. Pero también han surgido nuevos modos de fumar como el denominado “vapeo” que se hace con cigarros electrónicos. ¿Está Big Pharma haciendo lobby contra el comercio del cigarro electrónico?
Michael Siegel es profesor del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Boston. Con anterioridad trabajó en la oficinas de asuntos del tabaco de los Centros para el Control de las Enfermedades de Estados Unidos, una de las mega instituciones sanitarias gubernamentales de aquel país.
Lleva tiempo denunciando que hay lazos entre quienes se muestran a favor del control del comercio del tabaco y la industria farmacéutica, un obvio conflicto de interés pues esta última está muy interesada en que la gente deje de fumar usando sus productos para ello, entre ellos Zyntabac o Champix, los más conocidos.La industria del vapeo usa como principal argumento de su marketing que los cigarros electrónicos son una buena ayuda para dejar de fumar. Esto puede cuestionarse pues aunque en teoría menos agresivos los llamados e-cigarrillos también contiene productos tóxicos.
En un post en su blog titulado Es oficial: las grandes farmacéuticas están presionando contra los cigarros electrónicos, Siegel cita una información del Times de Londres en la que se explica que el laboratorio GlaxoSmithKline (GSK) ha presionado para que la Unión Europea haga una legislación estricta sobre el cigarro electrónico.
El principal argumento de GSK es justo el contrario de los defensores del vapeo: los cigarros electrónicos pueden incitar al consumo de tabaco convencional.
GlaxoSmithKline fabrica el fármaco antitabáquico Zyntabac. La Asociación El Defensor del Paciente pidió hace años a Sanidad que retirase del mercado el medicamento. La propia Administración sanitaria ha reconocido que produce convulsiones en “aproximadamente 1 de cada 1.000 pacientes”. Su fabricante admite que no sabe exactamente cómo funciona el fármaco -en el prospecto lo indica bien claro- y ha reconocido la muerte de 35 personas relacionadas con la ingesta del producto. La Agencia del Medicamento británica aumentó la cifra de fallecidos hasta 57.
Dicha asociación también ha pedido la retirada de la venta del e-cigarro por “engañosa”.
Según el Times, se ha filtrado un documento en el que GSK explica que quiere que los cigarros electrónicos se regulen como medicamentos igual que ocurre con los productos que llevan nicotina. La Unión Europea daría la oportunidad a los fabricantes de e-cigarros de acogerse a esa vía medicamentosa o ser regulados como el tabaco convencional.
GSK sabe que para clasificarse como medicamentos los cigarros electrónicos habrían de demostrar su capacidad terapéutica cosa que difícilmente conseguirían. Claro que habría que preguntarse entonces qué ocurre con Zyntabac.
Esto parece más bien una guerra por el mercado: las tabaqueras presionando a quienes quieren controlar el consumo; las industrias del vapeo intentando conseguir los clientes ex fumadores de tabaco y las farmacéuticas consiguiendo consumidores entre estos e intentando no perderlos en los nada inocuos humos del cigarro electrónico.