Es imposible no pensar en Scarlett Johansson cuando se habla de Siri (el asistente de voz que incluyen los iPhones y los iPads). O viceversa. La culpa la tiene Her, la extraordinaria película de 2014 firmada por Spike Jonze en la que la voz de la actriz estadounidense daba vida a un sistema operativo tan evolucionado que era capaz de reproducir emociones humanas hasta el punto de enamorarse -y enamorar- al personaje que interpretaba Joaquin Phoenix. Y dado que todas las comparaciones son odiosas, las relaciones entre ambas desde que apareció la ficción de Jonze en la vida del asistente de Apple no han sido buenas. Una periodista de la revista Wired se atrevió a pregunta a su Siri si ella era Samantha (nombre del sistema operativo de la película) y la respuesta no fue muy cortés: “creo ella ha elegido un mal nombre para la inteligencia artificial”. Una forma de afirmar que no la consideraba muy inteligente. Por su parte, el cineasta afirmaba que era normal que Siri se sintiera intimidada por Samantha.
Dejando a un lado las disputas entre estas dos divas virtuales (sí, Siri también puede expresarse con voz masculina, pero no es lo mismo), lo cierto es que la llegada del asistente personal de Apple representó un gran avance en la forma en que nos relacionamos con nuestros teléfonos a través de la voz. Bill Mark, uno de los orgullosos padres del invento, describe que su evolución lógica es pasar de tener un asistente virtual a un especialista virtual. No limitarse a consultar a Siri acerca del mejor restaurante en una zona y pedir que te haga una reserva como hasta ahora, sino dejar en sus manos -o en las de alguna aplicación similar- la gestión de tus finanzas o ayudar con temas relacionados con la salud. Mientras esperamos a la revolución de la inteligencia artificial, podremos disfrutar de coachs virtuales para asuntos de especialistas.
Una tendencia que continuará evolucionando en el futuro según Mark. En su laboratorio trabajan para que nuestros ordenadores sepan lo que deseamos haciendo un simple gesto. Una reducción en la velocidad del tiempo de respuesta que será lo que cambie todo y ofrezca el paso definitivo hacia lo que llamamos el “Internet de las cosas”.