
Hace un par de días leí en la prensa que la Policía investigaba la desaparición de 1,5 millones en efectivo en un convento. Al parecer, las monjas tenían guardado en bolsas de plástico el dinero, la mayoría en billetes de 500 euros. (¡Sor-Prendente!). El castigo mandado del cielo a las monjas, que habrán hecho voto de pobreza, tiene varios componentes: de momento, el susto de ser víctimas de un robo; pero además, van a tener que dar explicaciones a la policía, pues van a tener que justificar el origen de tanto dinero en efectivo. Seguramente cuando se hizo el Catecismo no se incluyó entre los pecados capitales manejar dinero negro o tener dobles contabilidades, eran otros tiempos. Vamos a tener que actualizar los códigos éticos (y que los vuelvan a firmar hasta los Obispos, como ha hecho Camps).

Es lo que tienen los meapilas, que a poco que se les sigue la pista se les pillan los pecados. De mi infancia recuerdo a mi madre que, en las pocas ocasiones que criticaba a la jerarquía eclesiástica o política (que ella ha sido siempre muy sumisa, respetuosa y conformada), usaba aquel tópico de "Hacer lo que yo diga, pero no lo que yo haga". Y aquí tenemos a la Ana Botella, señora de Aznar para más señas, que acude de su casa a la peluquería acompañada de 4 funcionarios y utilizando 2 cochazos oficiales. En el Intermedio la pusieron en su sitio (el video tarda, pero vale la pena).

Yo de esto entiendo un poco, que me pasé muchos años de mi vida fichando a diario, 4 veces, dos al entrar y dos al salir. Y si se me olvidaba, me descontaban el día. Pero no me imagino a mi mismo fichando y yéndome al bar, no lo habrían consentido mis empleadores, pero claro ¿a estos quien los emplea?
¿Y todavía hay quien duda de que hace falta cambiar un sistema que permite almacenar millones en un convento, estafar a la gente mediante anuncios en la TV y prensa, usar y abusar de los vehículos oficiales y cobrar sin trabajar?