Revista Música
Escribe: Rogger Alzamora Quijano
Cuando Abel Meeropol compone Strange Fruit para retratar las terribles imágenes de negros colgando de los árboles (Southern trees bear strange fruit -los árboles sureños dan extrañas frutas), quitándole el sentido al lema: Separados pero iguales, que la Corte Suprema de Los Estados Unidos había suscrito en el afán de detener los linchamientos de afro-norteamericanos; no pudo imaginar que en la voz de Billie Holiday (Eleanora Fagan Gough, 1915-1959) su poema alcanzaría dimensión universal. Billie convirtió el tema en el zumo para ser bebido de inmediato por el oyente. Su lento goteo es capaz de horadar hasta el dolor y logra traspasar cualquier coraza.
Pastoral scene of the gallant south,
The bulging eyes and the twisted mouth,
Scent of magnolias, sweet and fresh,
Then the sudden smell of burning flesh.
Ya sabemos cómo Billie aprendió a vivir (algunos dirían que a morir, y no les faltaría razón). Que su madre la concibiese a la edad de trece años cuando su padre todavía no pasaba de los quince, fue apenas el comienzo del drama. Pero Billie acusó en su voz las heridas que sus experiencias le dictaron. Sólo ella puede transmitir lo que canta. Hasta hoy es así.
Era tal la fuerza de una canción en la voz de Billie Holiday, que el público sentía de inmediato el devastador efecto. Ella lo sabía muy bien y por eso la rebeldía de su raza la hacía cantar aún en lugares donde el racismo era cáustico. Se dice que en Alabama se la persiguió hasta sacarla del estadio porque intentó cantar Strange Fruit.
Pero Billie Holiday no sólo es Strange Fruit -por más que la revista Time haya catalogado la canción como la mejor del siglo XX- Billie bien puede significar un tomo de cualquier ensayo sobre la voz y la interpretación. Su dominio del swing pasa a un segundo plano cuando comienza a contarnos la historia. Y mayor es la admiración hacia ella si tenemos en cuenta que, a despecho de su registro de sólo una octava, imponía una rítmica sin igual, además de su ya comentada sensibilidad y cualidad para transmitir.
Billie Holiday nos ha legado -por sobre su escandalosa y extrema existencia, signada por drogas y consuetudinarios dramas- la imponente secuela de su voz, que rasga el espíritu y cala hondo.
Top 3:
I´m a fool to want you
I cover the waterfront
Gloomy Sunday
Otros igualmente magistrales:
Body and Soul
My man
Yours and mine