Hitler soldado
A pesar de aparentemente haber querido esquivar el servicio militar obligatorio, Hitler decidió anotarse como voluntario y dada la necesidad de soldados fue destinado a un regimiento. En combate demostró gran valentía y tuvo suerte, porque varias veces las unidades del frente occidental a las que pertenecía fueron diezmadas. Participó en la primera batalla de Ypres y su increíble arrojo en el combate sumado a una sumisión completa a las órdenes de sus oficiales, lo que le valió la Cruz de Hierro de 2 clase. Permaneció hasta octubre de 1916, cuando fue herido en una pierna y luego retornó a inicios de 1917, cuando se le ascendió a cabo.
Era huraño con sus compañeros y su ciega obediencia generaba muchos comentarios acerca de su personalidad, eso sin contar sus reiterativos comentarios acerca de la culpabilidad de los judíos y de los comunistas en las derrotas alemanas. En agosto de 1918 Hitler recibe la Cruz de Hierro en primer grado, aparentemente por los mismos motivos, aunque no se sabe con certeza porque fue. Hitler se quedó en el frente hasta que en octubre de ese año fue quitado de combate porque fue víctima de un ataque de gas venenoso. Quedó ciego en el hospital fue donde recibió la noticia de la derrota final y la rendición alemana. Loco de desesperación pidió ser regresado al frente, para luego caer en un ataque de histeria. Cuando se recuperó semanas después, decidió que había llegado el momento de una nueva etapa en su vida, se quitó la venda de los “ojos”.
Su ascenso a la política
Terminada la guerra Hitler decidió continuar en el Ejército pues no tenía otra cosa a la cual dedicarse. Si bien la política le interesaba, no tenía contactos. Luego de pasarla como vigilante en un campo de prisioneros regresó en 1919 a Múnich donde los nacionalistas alemanes y los comunistas peleaban a diestra y siniestra. El Ejército le encargó hacer algunas investigaciones a estos comunistas y sus nexos con la URRS. Luego fue empleado a tiempo total e investigó sobre todos los grupos considerados anti-nacionalistas, como los socialistas, pacifistas, demócratas occidentales, anarquistas, religiosos y demás. Aquí Hitler también empieza a cosechar su odio por todos estos, culpándolos de la derrota de su patria. Pero su oportunidad vendría cuando en julio de 1919 se le encargó hacer un informe a un grupo llamado Partido Obrero Alemán, que aunque alegaba ser de corte nacionalista, los militares creían que sólo era una fachada y que en realidad escondían propósitos comunistas.
Esa orden marcó su destino. El día en que Hitler llegó a la reunión se peleó con los dirigentes pero fue invitado por el líder Anton Drexler, y poco después aceptado en al partido. Por esa época también contactó con Ernst Röhm, el jefe de una milicia paramilitar llamadas las SA. Para 1920 Hitler ya era un asiduo colaborador repartiendo propaganda y poco después como orador, atrayendo a más y más adeptos al movimiento, y el 1 de abril de 1920 cambió el nombre del partido a Nacionalsocialista Obrero Alemán, abandonando además el ejército. Las principales características del partido era el saludo fascista y la cruz de hierro con un nuevo símbolo: la esvástica.
En 1921 Hitler ya era el líder del partido y daba discursos a muchedumbres más grandes cada vez, manifestando abiertamente su odio hacia los judíos y los comunistas. Drexler fue opacada al querer frenar la popularidad de Hitler y desapareció de escena. Por aquella época Hess y Gorring ya estaban entre los amigos íntimos de Adolfo. Pero como aún estaba en pañales, Hitler comete su peor error: entusiasmado por la marcha sobre Roma que había llevado a cabo su maestro, Mussolini, planea el fallido Putsch de Munich. El mismo estaba elaborado debido a la inconformidad con respecto al Tratado de Versalles. El 8 de noviembre al anochecer, empezó el golpe, contando con Luddendorf como la gran figura que apoyaba el movimiento, derrocado el gobierno en Múnich, se pensaba marchar hacia Berlín.
Pero la revolución alemana fracasó. El primer ministro de Baviera, Gustav von Kahr traicionó a los nazis y llamó a las tropas. Así entonces el Ejército desarticuló a los camisas pardas de Hitler. Él mismo fue herido y sacado de allí a duras penas, pensó en suicidarse, pero fue encontrado vivo y arrestado acusado de traición. Se le llevó a juicio y se defendió tan bien que posiblemente influyó en los jueces para que se le de libertad condicional pasados un par de meses. En su estadía en la cárcel escribió el libro Mein Kampf donde manifestaba las prioridades de Alemania como librarse de los judíos, desaparecer Francia y recolonizar la URSS liberándola de parásitos eslavos. También lanzó sus puntos prioritarios para la reconstrucción del país. El libro también contiene una autobiografía, es decir Hitler narra sus ideas a la par con su vida.
Su nombramiento como canciller
Como el partido nazi había sido prohibido, parecía que Hitler estaba acabado, al igual que sus intenciones. Sus miembros estaban dispersos y la confianza en él había disminuido. No obstante decidió reorganizar el movimiento y llegar al poder a través de vía legal impuesta por la República de Weimar. Sin embargo sus discursos continuaron y el estado bávaro le prohibió llevarlos a cabo pues estaban llenos de odios y violencia contra judíos y comunistas. Luego se retiró al campo donde terminó su obra y renunció a su ciudadanía austríaca. Hitler organizó el partido de pies a cabeza y creó varias agrupaciones, de todas ellas, la más famosa son las Juventudes Hitlerianas. Dentro del partido hubo de enfrentarse a enemigos como Strasser y Goeebels.
Luego vino la Crisis del 29 y el país parecía venirse abajo, hecho que fue aprovechado por Hitler para continuar sus discursos violentos sin importarle nada, y finalmente prepararse para las siguientes elecciones. Por cierto, las de 1930 convirtieron al partido nazi en el segundo con más fuerza en el país. Luego llegaron las elecciones de 1932, cuando los nazis contaban ya con muchos curules en el Reichstag. No obstante llegado el momento, Hindenburg lo derrotó en la presidencia.
La buena noticia llegó cuando en las elecciones legislativas de 1932, los nazis se hicieron con la mayoría absoluta. Asesores cercanos a Hindenburg buscan dividir el partido, tales como von Papen y Shchleicher, además los nazis aumentaban y aumentaban sus filas. Luego de que todo resultase fallido y los nazis no se dividan, Schleicher renuncia, en parte porque Hitler recibió ayuda de von Papen y del mismo gobierno. Papen por cierto rechazó el puesto vacante de canciller, y se lo legó a Hitler. El 30 de enero de 1933, éste era nombrado Canciller de Alemania. Así se empezaron las primeras deportaciones a campos contra disidentes políticos, pero nada era escandaloso.
El hecho es que para barrer a todos sus enemigos dentro y fuera del partido, Hitler organiza dos acontecimientos. Todo parece indicar que los mismos nacionalsocialistas organizaron el Incendio del Reichstag para luego crear la Ley Habilitante de 1933, la cual le daba a Hitler poderes extraordinarios y la oportunidad de quebrantar la constitución. Así entonces se prohibió la libertad de prensa, se encarceló a muchos, comunistas quedaron sin derechos, judíos desprotegidos en el país, etc. El segundo paso fue conocido como la Noche de los Cuchillos Largos, acaecida entre el 30 de junio y 2 de julio de 1934, en la cual, se exterminaron todos los enemigos políticos de Hitler dentro y fuera del gobierno incluidos Röhm, Kahr, Strasser, Schleicher, entre otros. No mucho después el 2 de agosto de 1934 Hindenburg muere y Hitler fusiona el título de presidente con el de canciller, a fin de cuentas el Parlamento era suyo.
En los años siguientes Hitler se dedicó a borrar y asesinar a sus enemigos, destinándolos a campos de concentración como a los judíos, comunistas, testigos de Jehová, y aterrorizar todo aquel que se opusiese a su régimen como aquella noche de los cuchillos largos en 1938.
Preparándose para la guerra se dedicó a reconstruir las industrias; armar a Alemania, y sus típicas jugarretas políticas como la cínica celebración de los Juegos Olímpicos de 1936 hasta la Anexión de Austria, los Sudetes, la recuperación de la zona industrial de Renania, que debía estar desmilitarizada y finalmente la alianza con la URSS mediante el pacto germano-soviético que entre sus clausulas secretas acordaba el reparto de Polonia. Para inicios de 1939 el mundo ya sabía que la guerra era inevitable, en especial luego de que Alemania se una con Italia y Japón formando el Eje y el pacto anti-comunista. Hitler también envío tropas a España en la guerra civil de aquel país que pelearon del lado franquista, por supuesto.
En la Segunda Guerra Mundial
Luego de múltiples atrasos por motivos políticos, Hitler da inicio, según se considera comúnmente en la historiografía, a la Segunda Guerra Mundial, invadiendo Polonia el 1 de septiembre de 1939. El país fue arrasado en casi un mes y la URSS la atacó por la espalda. Inglaterra y Francia entraron en guerra otra vez contra Alemania.
Luego de esto el conflicto se hizo en mar principalmente; sin embargo, Hitler invadió Dinamarca, Noruega y obligó a Suecia a importarle casi exclusivamente acero. Luego siguió Países Bajos y Bélgica, así como Francia, la caída más dolorosa de todas. Gran Bretaña se retiró de modo humillante dejando atrás la Europa para Hitler, a excepción de los Balcanes. Así se inició la batalla de Inglaterra que culminó en un fracaso para el Führer. Luego de iniciada la Guerra en África donde Rommel cosechaba grandes triunfos, e invadida Grecia y los Balcanes, los nazis estaban listos para invadir la URSS. El 22 de junio de 1941, emulando a Napoleón Hitler lanza más de 3 millones de soldados contra Stalin.
La campaña empezó bien, pero no se pudo tomar Moscú y en el invierno de 1941-42 un iracundo Hitler se ve obligado a renunciar a su objetivo principal luego de informarse acerca de como millares de los suyos morían a causa del invierno. El 7 de diciembre de 1941 se bombardea Pearl Harbor y Estados Unidos declara la guerra a Japón al día siguiente. Alemania hace lo mismo contra Washington unos días después, al igual que Italia. 1942 representó el vértice decisivo en la guerra. Hitler no podía abastecer a sus tropas en múltiples frentes.
En Rusia las cosas marchaban regularmente bien otra vez, pero los gastos eran enormes. El primer punto bajo fue para el aliado japonés en Midway. Luego siguieron los Africa Korps de Rommel que son detenidos en Egipto en la batalla del Alamein, negándose el Führer a haber socorrido con más recursos a sus expertas pero disminuidas y agotadas tropas. Finalmente en Rusia, los germanos llegan a Estalingrado, donde luego de casi seis meses, son derrotados. 1943, fue totalmente de los aliados, salvó por algunos últimos triunfos de Hitler en el frente ruso.
Paulatinamente los aliados obligaron a los alemanes a replegarse en África, luego saltaron a Italia e incrementaron el bombardeo masivo a las ciudades alemanas. Iniciado 1944, Stalin estaba destruyendo a los ejércitos alemanes y la derrota era evidente, pero Hitler no hablaba de rendición. A lo largo de su vida sufrió más de una treintena de atentados, pero el perpetrado a mediados fue el de mejores resultados, dejándolo parcialmente sordo y con un brazo bastante adolorido, pero vivo y con todas sus facultades. La represión fue terrible, pero los aliados ya habían desembarcado en Normandía el 6 de junio de 1944 y ahora avanzaban a Berlín en múltiples frentes. En el oeste Hitler intentó una contraofensiva en las Ardenas pero fue desbaratada.
En el oriente, los rusos ya estaban peleando en Polonia y también se pusieron rumbo a los Balcanes, expulsando totalmente a los alemanes de la URSS. Alemania era un país en ruinas, y Hitler decidió quedarse a perecer en Berlín. Allí, a punto de perder la guerra, se casó con Eva Braun, su amante, redactó su testamento en el cual sugería continuar la persecución política y nombró a su sucesor. Luego de despedirse de los principales fieles que habían permanecido con él como Goebbels-Himmler y Goering habían huido-se pegó un tiro en la sien poniendo fin a su existencia.
Era 30 de abril de 1945. Había ordenado quemar su cuerpo y eso fue lo que encontraron los rusos. Nunca pudo ser reconocido, y es acaso lo que más sospechas generó acerca de una posible huida. Quién sabe qué fue de él, lo que sí es innegable es que con sus maquiavélicas ideas y su obtuso punto de vista acerca de cómo obtener el progreso de su patria, ocasionó una guerra que costó casi 55 millones de muertes. Muchas de ellas, que ascienden a millones, son de civiles inocentes, como judíos, testigos de Jehová, homosexuales y simples ciudadanos víctimas de las bombas. Lo único que perdura de él es un legado de muerte y destrucción, que inevitablemente dejan una lección a la humanidad acerca de sus propias acciones.
Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.