Revista Cultura y Ocio

Biografía de Winston Churchill

Por Joaquintoledo

Churchill antes de ingresar a la política
Winston nació el 30 de noviembre de 1874 en Oxfordshire, exactamente en el Palacio de Blenheim. Por sus venas corría sangre noble inglesa y estadounidense. Su padre era Randolph Churchill, un político conservador que decidió alistar a su hijo en colegios destinados a nobles. No fue un alumno estrella, pero sí destacó en historia, algunos idiomas y literatura.

Terminado el colegio, Churchill fue enrolado en el Ejército Británico. Esto lo llevó por una gran aventura viajando por distintos lugares como la India, Sudán y Sudáfrica. Participó en diversas zonas de combate pero más como periodista. En efectos su pasión por escribir le valió la popularidad de cronista, llegando a publicar varios artículos en periódicos, haciéndose muy popular. Este fue el primer paso para acercarse a la política.
Sus primeros pasos
Todo sucedió muy rápido. Patrocinado por el partido de su padre, el conservador, Churchill ascendió desde subsecretario de las colonias, hasta llegar al ministro del interior en escasos cinco años. Un año más tarde, 1911, es nombrado Primer Lord del Almirantazgo, puesto que conservó iniciada la Primera Guerra Mundial. Fue él quién sugirió llevar a cabo el desembarco de Gallípoli que buscaría la rápida eliminación de Turquía de la guerra. Ante el fracaso perdió su puesto, fue nombrado ministro de municiones y luego de guerra y de aire. En sí, tal humillación hacía parecer que su carrera política estaba acabada.

No obstante Churchill sabía que aquel ámbito era dinámico y hasta hipócrita. No se alejó del medio, más bien, aceptó el puesto de ministro de hacienda que se ofreció más tarde. Empero hay que reconocer que aunque dinero y lujos no le faltaban era una figura bastante opaca y secundaria en el mundo político inglés. Y durante los años treinta, esto pareció empeorar.

Ya nadie hablaba de Churchill y las nuevas generaciones ni lo conocían. De vez en cuando daba uno que otro discurso u opinión acerca de la situación del mundo, sobre todo con el preocupante fascismo y nazismo. De igual modo condenó al comunismo de Stalin. Si bien Churchill había viajado por innumerables lugares durante su vida, desde Cuba hasta Italia y conocido muchas personalidades mostrándose tolerante, el acercamiento a la URSS había sido siempre hipócrita. Es más el apoyó con que se envíen tropas al Ejército Blanco para desbaratar la Revolución Rusa de 1917, aunque también es cierto que las relaciones se normalizaron cuando Londres reconoció el estado bolchevique.
Hasta llegada la década del treinta, se podría decir que la vida de Churchill, a excepción del incidente de Gallipoli, había dejado un promedio satisfactorio. Con más triunfos que fracasos, político conocido, distinguido, con linaje, dinero y un escritor bastante aceptable para ejercer tal profesión sin título. Algunos de sus diarios y crónicas como la de la guerra de los Boers, sirven hasta hoy en día como referencia para los historiadores.

A pesar de que Winston ya había sobrevivido a períodos mucho más densos y problemáticos como la Primera Guerra Mundial, y la entonces reciente Gran Depresión, nada llamó más su atención que el nombramiento de Hitler en el poder y el rearme de Alemania. No obstante, los recuerdos de una guerra cruenta aún estaban latentes en los corazones de muchas personas, y todos preferían no en  pensar la idea de un nuevo enfrentamiento. Sin embargo,  de todos los políticos de la época, Churchill fue quizá el de mayor visión. Mientras muchos de sus colegas de gran poder y los primeros ministros sobre todo, se dedicaban a solucionar los problemas económicos,  Alemania se rearmaba mostrándose indetenible.

Para esto Churchill ya no tenía un puesto de importancia y se sentía alejado de sus antiguos amigos políticos  militares. Criticó mucho a Chamberlain por su política pasiva frente a Hitler, pero estalló en ira cuando el primer ministro inglés volvió de Múnich alegando haber obtenido la “paz de este siglo”.  Churchill le dijo: “les dieron a elegir entre el deshonor y la guerra, elegiste el deshonor, y además tendrás la guerra”. Luego de todas las jugarretas políticas, anexiones e invasiones por parte de Hitler y Mussolini, la guerra estalló en 1939.
El Churchill de la Segunda Guerra Mundial
Cuando inició el conflicto, Chamberlain invitó a Churchill a formar parte de su gobierno, siendo nombrando Primer Lord del Almirantazgo. Su función estuvo en evitar el abastecimiento alemán por mar, y además de formar parte de la organización en la lucha contra la Kriegsmarine. En sí se podría decir que en la primera parte del conflicto, Churchill se hallaba al frente de la batalla del Atlántico. Al ser invadida Noruega, Chamberlain presenta su dimisión.

Era la oportunidad de su vida, como bien dijo Churchill en algún momento posterior. Nombrado primer ministro dirigió la batalla de Francia sin éxito. Luego vino su primer y gran reto: la batalla de Inglaterra. Negándose a la rendición condicional con Alemania, Churchill alentó a sus muchachos a defender los cielos ingleses y a pesar de que Londres llegó a ser bombardeada más de 50 noches consecutivas así como muchas otras urbes de la isla, la Luftwaffe se ve obligada a admitir la derrota. Churchill diría: “en el campo del combate nunca antes tantos debieron tanto a tan pocos”.
Después de esto, el primer ministro concentró sus defensas en el norte de África y también en Birmania y Malasia, antes de la invasión nipona. Además recibió ayuda a través de la ley de préstamos y arriendos de Estados Unidos. También trató de convencer a los soviéticos de unirse a la lucha contra Alemania. Tras el ataque a Rusia y Pearl Harbor en 1941 por parte de Alemania y Japón, eso ya no fue necesario. Churchill llegó a decir: “la suerte de Hitler está echada, ganaremos la guerra”. Cuando la guerra estuvo a punto de acabar, Churchill se percató que Gran Bretaña había quedado atrás como gran potencia para ceder a Estados Unidos y la URSS. Finalmente en 1945 la guerra terminó y el Eje fue derrotado dejando a una Inglaterra totalmente debilitada. No obstante ya era un hombre conocido en todo el mundo y su popularidad opacó bastante algunos defectos suyos como el ser un bebedor empedernido y el haber permitido la hambruna en la India que dejó millones de muertos.
Últimos años y muerte
Poco antes de terminada la guerra, perdió las elecciones y Clement Attlee del partido laborista, ganó su lugar. Sin embargo,  su fama e influencia poco antes de dejar el cargo le valieron un reconocimiento para que Francia obtenga una parte de Alemania en el reparto. Cuando la Guerra Fría dio comienzo fue él quien hizo popular la frase “ha caído un telón de hierro”, para hacer referencia al mundo bipolar repartido entre la URSS y Estados Unidos.

Aunque la frase no la creó él. Pero si el mundo creía que Churchill había dado todo de sí ya, se entraba en un error. Volvió a presentarse para elecciones como primer ministro en 1951 y las ganó haciendo triunfar otra vez al partido conservador. Gobernó hasta 1955 cuando dimitió, por motivos de salud. Durante su tercer mandato se acercó mucho a los Estados Unidos, llegando realizar hasta cuatro viajes, y apoyó a Washington en todos los acontecimientos de la Guerra Fría mientras estuvo vivo, así como a Israel en su lucha contra los árabes.

También tuvo que hacer frente a asuntos de índole nacional, como la rebelión del Mau Mau y la guerra de independencia en Malasia y Singapur, aunque al menos este último asunto no se terminó bajo su mandato. Entre las buenas noticias tenemos que en 1953 Estocolmo le concedió el Premio Nobel de Literatura, por la contribución de sus obras históricas. Además claro está recibió muchos otros títulos de la corona inglesa.
En sus últimos años para librarse de la depresión, sin la compañía de su esposa Clementine, o la de sus hijos, decidió salir por el Mediterráneo en numerosos cruceros para entretenerse. Finalmente el 15 de enero de 1965 sufre un ataque cardíaco y nueve días después fallece, con 90 años de edad. El funeral fue con toda la pompa, como si de un noble se tratase, donde asistieron representantes de casi 100 países. Sin duda alguna, una de las figuras más relevantes de todo el siglo XX y de la historia mundial.

Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.

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