Título: Biografía del hambre (Biographie de la faim)
Autor: Amélie Nothomb
Editorial: Anagrama (febrero 2006)
Año de publicación: 2004
Páginas: 208
Mal, mal Amélie Nothomb. Con lo bien que habíamos iniciado nuestra relación de lectora y autora, desde la hilarante Antichrista, pasando por Estupor y temblores, hasta llegar a Ni de Eva ni de Adán. Pero claro, supongo que lograr que te gusten todos los libros de un autor es algo poco habitual, y reservado solo a unos pocos. Biografía del hambre me ha decepcionado bastante, especialmente porque hasta ahora todo lo que había devorado de la autora belga me había hecho estallar en carcajadas, pasar ratos realmente divertidos, y cogí este libro de la biblioteca esperando más de lo mismo, y no, en este caso no ha podido ser. Biografía del hambre reune las mejores cualidades de Nothomb: es ligera, se lee sin casi darnos cuenta y nos presenta situaciones autobiográficas de la autora en clave de humor. ¿Qué ha pasado entonces? Que no me lo he creído. En sus otras dos obras autobiográficas Estupor y temblores y Ni de Eva ni de Adán, aunque las situaciones llegaban en ocasiones a ser algo surrealistas, siempre conseguía meterme en la historia y vivirlas y creerlas como totalmente reales. Aquí no.
Amélie y sus locuras
Amélie nos habla de su infancia, desde su nacimiento y primeros años en la localidad japonesa de Kobe, pasando por los distintos países a los que trasladaban a su padre, embajador, y con él a toda la familia. Primero la China comunista, luego la hipercapitalista Nueva York, la pobreza extrema de Bangladesh, la belleza de Birmania o el reencuentro con una patria que no conocerá hasta los 18 años, Bélgica, para volver de nuevo a Japón. Estos viajes son sin duda lo mejor del libro, aunque Amélie ahonda poco en ellos, ya que, si habéis leído algo de ella, en el mundo de Amélie todo gira alrededor de Amélie. En realidad esos viajes exteriores tienen menos importancia que su crecimiento interior. Como se define a sí misma, Amélie es una niña con una inmensa hambre de todo: de libros, de conocimientos, de comida, de agua, de alcohol, de experiencias, de amor... Lo que en otra etapa de su vida me hubiese parecido interesante, aquí no me lo parece, principalmente porque no me lo creo. Amélie se representa a si misma como a una niña que lee como si nada La cartuja de Parma de Stendhal o el diccionario entero de la A a la Z, que mantiene conversaciones intelectualoides, de pensamiento elevado, siempre por encima de las demás niñas de su edad. Y aunque sé que puede llegar a ser un recurso estilístico, no soporto a los niños repelentes, ni en libros, ni en cine, ni mucho menos en la vida real, donde fíjate por dónde, no abundan tanto como en las películas o los libros. Que un niño de tres años hable como si se acabase de doctorar en Filosofía es algo con lo que no puedo, y en esta novela Amélie juega a hacerse la superdotada, la niña intelectual por encima de los demás. Es por ello que sus reflexiones y locuras, que en otros libros me divierten, no me arrancan aquí ni la más mínima sonrisa.
Kobe, la localidad japonesa donde nació la autora
Tampoco ayuda el hecho de que se vuelva una alcohólica con pocos años, que sufra potomanía (una enfermedad que consiste en beber litros y litros de agua, y que puede a llegar a causar la muerte) y ya como el sumum de todo, sufra una anorexia terminal, dejando de comer "durante años" según sus propias palabras, y una noche vuelve a comer como si nada, sin ayuda de nadie se recupera de una enfermedad de la que suelen morir las chicas que caen en ella. De un lado, ¿realmente unos padres dejarían que su hija llegase a tales extremos? ¿Unos padres que además ella retrata como cariñosos y pendientes de sus hijos? De otro, me parece que la autora frivoliza con temas que no son para frivolizar, no dudo que sufriera anorexia, pero lo condensa todo en tan pocas páginas, le da tan poca importancia que parece que entrar y salir de esa terrible enfermedad es un juego más. Como veis, en este caso mis apreciaciones del libro son cien por cien subjetivas, no puedo decir que esté mal escrito porque no es así, no puedo decir que sea aburrido porque no lo es (aunque ese terrible inicio hablando de los habitantes sobrealimentados de Vanuatu me aburrió muchísimo), ni que no cuente cosas interesantes, pero es que en conjunto no me ha llegado como otros libros suyos, por esa imposibilidad de meterme en la historia. Amélie quiere contar muchas cosas y nos lleva en un viaje alocado a través de su infancia y primera adolescencia, quiere correr tanto, que nos quedamos con una sensación de atropello. Por supuesto, este tropiezo no ve va a hacer perder de vista a Nothomb, quien sigue pareciéndome una autora estupenda, de la que tengo ganas de seguir descubriendo más novelas, y a la que envidio como no podéis imaginar por haber podido vivir en tantos y tan diferentes países.