Hace varias semanas vi que en las marquesinas de mi ciudad se repetía el mismo cartel. Normalmente, los miro por curiosidad, más como una pieza creativa que otra cosa, pero en esta ocasión la publicidad cumplió su propósito. Me llamó la atención porque mostraba a dos actores con los ojos vendados y aspecto de vivir en un mundo postapocalíptico. Una historia donde los protagonistas deciden privarse del sentido de la vista.
Bird Box. Barcelona.
Foto: Netflix y
Filmaffinity.com
El principio de Bird Box es contundente. La protagonista, Malorie (Sandra Bullock), advierte a dos niños que tendrán que hacer un viaje muy difícil con los ojos vendados y le da una serie de instrucciones que tienen que cumplir para sobrevivir. Entonces se produce un flashback donde vemos cómo comenzó todo cinco años antes. La hermana de Malorie la recoge en su casa para acompañarla al ginecólogo que supervisa su embarazo (no deseado) y mientras ve las noticias advierte que algo alarmante está ocurriendo en Asia y Europa: una oleada de suicidios masivos azota los dos continentes. Vemos a gente corriendo por la calle, accidentes y muertos. Malorie echa un vistazo a la pantalla y simplemente dice: «Ah, pero eso es en Rusia». Sí, las imágenes mostraban algún lugar de Rusia, mientras ellas se encontraban en América, demasiado lejos como para que «eso» las alcanzara, nada preocupante si ocurre lejos de casa… ¿solo a mí me suena esto de algo?
Pero cuando Malorie sale de la consulta alguien se suicida delante de ella. En la calle el caos que vio en televisión se ha convertido en una realidad y su propia hermana es víctima de ello. Malorie consigue refugiarse en la casa más cercana, donde también se esconden otras personas. Los que se encuentran en la calle o miran al exterior ven algo, unas criaturas que con su sola presencia despiertan los miedos más profundos de cada individuo y provocan su suicidio inmediato. La «pandemia» que se desata en el mundo no ataca a la salud física, sino a la mental.
Bird box (A ciegas).
Foto: Netflix y Filmaffinity
Hay otro peligro añadido. A las personas con patologías psiquiátricas no les afecta ver eso. Ellos lo juzgan algo hermoso y obligan a los demás a mirarlo provocándoles la muerte. Para sobrevivir también hay que evitar encontrarse con estos individuos.
Hay que permanecer encerrados en casa y cubrir todas las ventanas. Pero la comida se acaba y hay que conseguir más para aguantar otra temporada. No queda otra solución que taparse los ojos y caminar a ciegas. Esto tiene muchas connotaciones simbólicas y psicológicas.
Uno de los carteles de Bird Box.
Foto: Netflix y Filmaffinity
Bird Box Barcelona (2023) no es una segunda parte porque sigue la misma línea temporal. Estas entidades que alteran nuestra psicología (y que nunca aparecen en pantalla) están en el mundo entero. Malorie no sale en esta película porque está luchando por su supervivencia en América, mientras nosotros somos testigos de cómo se enfrenta la situación en Barcelona. Han pasado nueve meses desde el inicio de esta catástrofe y los protagonistas de Bird Box Barcelona también caminan con los ojos vendados intentando no encontrarse con las criaturas, ni con los videntes que provocarán su muerte al arrancarles el pañuelo protector. Las entidades también les instan a mirarlas utilizando distintos trucos: «Quítate la venda. Déjame ver esos ojos preciosos. Déjame verlos» le dice una de ellas a una niña imitando la voz de su madre.
La crítica ha calificado a Bird Box (2018) con una puntuación de 6 sobre 10. A algunos les parece una buena película y a otros, genérica. El público ha disfrutado de la historia, aunque no falta quien dice que el guion es una tontería.
Opino que Bird Box (2018) es un film muy interesante, inquietante y que mantiene la tensión hasta el último momento. Y, aunque no fuera su intención, ya que el libro es de 2014 y la película de 2018, creo que recuerda en algunos aspectos a acontecimientos recientes: la población está en un confinamiento del que solo se debe salir protegiéndose una parte específica de la cara, mientras otros no ven peligro alguno ¿os resulta familiar? Puede que los seres humanos tengamos un patrón de comportamiento ante la adversidad que no se sale de un par de tipologías o, tal vez, haya creadores que tienen destellos de clarividencia. (Recomiendo la serie española de ciencia ficción La valla donde supieron ver que un virus mortal podía recorrer el mundo y donde aparecían personajes, fuera del ámbito sanitario, con mascarilla en una ficción grabada en 2019).
Lamento decir que Bird Box Barcelona (nuestra contribución patria) no está a la altura de su predecesora, aunque despeja algunas incógnitas sobre la naturaleza de estos entes y ofrece otra perspectiva. El hecho de que nos relaten cómo suceden las cosas en España deja la puerta abierta a que otros narren lo que ocurren en sus respectivos países y se convierta en toda una franquicia.